Recibimos con tristeza la noticia del fallecimiento del maestro Yamashita.
Pero si puedo hablar de aquello que intentó inculcarnos.
Cuando me enteré del fallecimiento del sensei, repasé antiguos apuntes y vi viejas fotos, y entre muchas páginas de indicaciones técnicas, aparecían siempre las mismas enseñanzas, las que con lacónicas palabras repetía sin cesar en los entrenamientos y que aún resuenan en mi memoria: “¡Más fuerte!”, “¡tanden!”, “¡concentra!”,”¡más kiai!” cuando en interminables series de kihon, o repitiendo kata el cuerpo flaqueaba y el espíritu debía tomar el mando.
Insistía una y otra vez en la importancia de la respiración, en la concentración en el tanden, en que el Karate era “Do”, y que quién no lo entendiera se fuera a jugar al tenis, que era más divertido, o que si solo se le consideraba defensa personal, una pistola era mejor.
Para él, el respeto era primordial dentro y fuera del dojo, no solo hacia los maestros, sino también a los mayores y a los compañeros.
Por todo esto, cuando acudí a su capilla ardiente para presentarle mis respetos y mi más sentida despedida, me sorprendió un escrito de su puño y letra que allí habían colocado y que resumía todo lo rememorado:
“Karate-do es un camino de autorrealización, no solo buscar fuerza y
rapidez. Hay que desarrollar tanden.
Siempre tranquilo con fuerza interior. Hay que respetar a los padres, maestros.
Hay que tener amistad de los compañeros. Hay que ayudar a los ancianos y
padres. Entrenamiento de Goju-ryu, respiración con tanden es más importante.”
Se ha marchado el maestro Yamashita, pero nos ha dejado imborrables recuerdos de experiencias con él vividas y de enseñanzas por él compartidas. En su funeral, uno de sus hijos, Rikiya, solicitó a los presentes: “No olviden las enseñanzas de nuestro padre, así siempre estará con ustedes”
Hasta siempre maestro…
Antonio Ávila