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miércoles, 26 de agosto de 2020

BODHIDHARMA: EL ENCUENTRO CON HUIKE (Shen Guang)


Tras su entrevista con el emperador Wudi, Bodhidharma se traslada cerca de la ciudad de Pingcheng (hoy Datong) antigua capital de la dinastía Wei del Norte y luego viaja a  Loyang (洛阳) a orillas del río Lo, capital de la dinastía desde el 494. Loyang era un activo centro de erudición budista. Allí probablemente se alojara en el templo Yungming que albergaba monjes extranjeros. En la ciudad se hizo impopular al afirmar que las escrituras budistas eran sólo una herramienta para alcanzar la iluminación y no debían estudiarse indefinidamente por sí mismas. Odiado, maltratado y calumniado en Luoyang, se vio obligado a vivir pidiendo comida.

En el 439, el emperador  Xiaowen (471-499) unificó el norte de China bajo la dominación de la dinastía Wei del Norte. En el 534 rebeliones de militares dividen el imperio en Wei Oriental (534-550) y Wei Occidental (535-557).  

Pensamiento de Huike por Shi Ke Dinastía Song   (siglo X)

A consecuencia de los continuos ataques a la ciudad de Loyang, Shen Guang神光   (que nombraremos como Huike  o Hui-k’o, nombre que le puso Bodhidharma cuando lo aceptó como discípulo y que quiere decir “quien es capaz de la sabiduría” Taisho Eka en jap.) que era un ex-militar que se había metido a monje, en parte para huir de represalias y en parte para purgar sus actos, decide refugiarse en Ye, la capital de Wei Oriental, debido a que los gobernantes eran budistas y acogieron a todos los monjes que huían del conflicto. Quizás fuera en esta ciudad donde se encontrara con Bodhidharma, de quién sería más adelante su sucesor. T’an Lin, erudito budista que traducía y prologaba sutras, los cita a ambos en el prefacio de la “Meditación de los cuatro actos”.
Huike
Se cuenta que Huike estaba predicando cuando Bodhidharma, se paró a escucharle asintiendo y negando con la cabeza. Hasta que le preguntó que le había parecido el sermón. “La esencia del Dharma no se puede poner en palabras” - Le dice entre otras cosas, y Huike se siente tan tocado en su ego que con el rosario en el puño le rompe dos dientes. Bodhidharma sonrió y se marchó apaciblemente.

AMGK 







lunes, 8 de enero de 2018

CIENTO OCHO: HYAKUHACHI NO BONNÔ (百八の煩悩)


Bonnô mujin seigandan “por numerosos que sean los bonnô, hago el voto de resolverlos todos”.

Este es el segundo gran voto de todo bodhisattva en su compromiso de seguir un camino de auto-realización a favor de los demás. Nosotros también hemos querido empezar el año con un gesto de compromiso personal plasmado en una sencilla ceremonia.


Los bonnô son aquellos fenómenos, en su mayoría mentales, que perturban y afligen nuestro espíritu. Nos llevan al sufrimiento a la vez que nos alejan de la felicidad. Se dice que la principal causa de los bonnô es el nacer, pues son inherentes a nuestra naturaleza. Por ello el reconocerlos cuanto antes es importante pues inicia el proceso de su resolución.


A través de la meditación y de la práctica concentrada del Karate podemos conseguir que nuestro espíritu no sea arrastrado por estos fenómenos que nos separan de lo realmente importante en nuestras vidas.


























En Oriente el número 108 tiene un profundo significado en muchas líneas de pensamiento. Los 108 bonnô a veces son simplemente enumerados, en otras muchas ocasiones se llega a este número a través de diversas operaciones. Por ejemplo, dentro de la tradición budista, se dice que a través de los seis sentidos (vista, oído, olfato, tacto, gusto y mente) se puede percibir de forma agradable, desagradable o neutra, lo que da lugar a cosas puras o impuras, que pueden ocurrir en el presente, en el pasado o en el futuro (6 sentidos x 3 preferencias x 2 resultados x 3 existencias = 108 bonnô).


Relacionándonos con  la tradición japonesa de despedir el año con 108 campanadas en los templos budistas, 107 en el año que se va y una en el que entra, realizamos el ejercicio de efectuar ciento ocho tsuki. A través de este acto ponemos atención en la existencia de los 108 simbólicos bonnô, pues debemos no solo reconocerlos sino también tenerlos presentes para llegar a ser conscientes de su vacuidad.



















El maestro zen Tozan (807-869) decía que la única manera de no sentir frío era sentirse uno con el frío, vencerlo sin oponerse. Así, sin desaparecer, deja de ser un obstáculo.














El kata Sanchin, traducido como “tres batallas” en referencia al cuerpo, mente y espíritu, ahora se centra en esta enseñanza de vencer sin resistir, aplicada también en la victoria sobre tres de los mas fundamentales bonnô: el deseo, el odio y la ignorancia.


El deseo de cubrir nuestras necesidades vitales (físicas, mentales y espirituales) puede convertirse fácilmente en avidez de conseguir mas y mas hasta esclavizarnos o distraernos de lo importante.

El odio es generado por la insatisfacción que puede producir lo que no se tiene y por aceptar solo la parte agradable de las cosas, llevándonos a la impaciencia, la cólera, la crítica, al alejarnos de lo que nos disgusta, y hasta a la violencia.

La ignorancia de todo tipo es nefasta para nuestra felicidad. Comenzando por ignorar nuestra verdadera naturaleza, nuestro lugar en el universo y el conocimiento profundo de nosotros mismos y terminando por el desconocimiento de nuestra cultura, de porque somos como somos y hacemos lo que hacemos.


Por fin, una inclinación de profundo respeto como corresponde a tan pequeños seres dentro del Universo.

Antonio Avila