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domingo, 29 de mayo de 2016

SOBRE EL SISTEMA DE GRADUACION DANKYÛSEI


Antiguamente, los practicantes de Karate entrenaban en número reducido de forma secreta en lugares alejados de la mirada de los curiosos. Debido a este factor todos sabían el nivel de cada uno y no eran necesarios signos externos para diferenciar a los practicantes. En el caso del Miyagi sensei, nunca otorgó ningún grado, y el mismo solo utilizaba a veces una sencilla cinta negra para sujetar la chaqueta.

Con el correr de los tiempos y la apertura de la enseñanza en las escuelas y nuevos Dôjô, el número de practicantes aumentó bastante y surgió la necesidad de crear una estructura que facilitara la enseñanza y la evaluación de los practicantes

El sistema de Dan (nivel) se empleó por primera vez en Japón en el siglo XVII para diferenciar niveles en el juego del ajedrez japonés. El Kodokan (la escuela original del Judô) lo introduce en 1883 en el Judô. La Dai Nippon Butokukai (organización estatal de las Artes Marciales japonesas) lo implantó en 1917. A finales del siglo el número de danes se estableció en 5, pues se ajustaba mas al sistema tradicional de grados de las antiguas Koryu (antiguas escuelas de Artes Marciales japonesas), y tanto en Judô (J. Kano) como en Karate (G. Funakoshi) así se aplicó. Sin embargo en 1955 en Karate se establecieron 10 danes (en Judô llegaron hasta 12).

En cuanto al color de los dan, del 1º al 5º se utiliza el negro, de 6º al 8º se puede utilizar el blanco/rojo y de 9º y 10º dan, el rojo. Algunos maestros de alto nivel optaron por el cinturón blanco (es el caso de Jigoro Kanô, fundador del Judô)

Shodan        (1er Dan)
Nidan           (2º Dan)
Sandan        (3er Dan)
Jondan         (4º Dan)
Godan          (5º Dan)
Rokudan       (6º Dan)
Sishidan       (7º Dan)
Hashidan      (8º Dan)
Kudan           (9º Dan)
Judan            (10º Dan)

Kyû significa “clase”, al principio había hasta 10 Kyû para que se retardase la progresión, hoy en día se utilizan 5, aunque se mantienen los llamados “cinturones partidos” para los niños.

El sistema de graduación de los Kyû también se inspiró en el Judô, aunque el sistema de graduación de Kano sensei contemplaba el cinturón blanco para 6º a 4º Kyû, el marrón de 3º a 1er Kyû. Al parecer se inspiró en la utilización de los colores para indicar la jerarquía en los templos Los colores actuales en Judô, que coinciden con los actuales de Karate se establecieron en Europa de mano de Gunji Koizumi sensei y sobre todo de Mikonosuke Kawaishi sensei en los años 30. En Karate los colores se establecieron oficialmente en 1956 con la creación de la Federación de Karate de Okinawa. Inicialmente apenas se utilizaron tres colores: el blanco hasta 4º Kyû, el marrón hasta 1º Kyû y el negro. La incorporación en Karate de mas colores en los cinturones se atribuye a Toguchi sensei, alumno de Higa sensei y del propio Miyagi sensei.


Al principio los cinturones de color de Karate tenían una linea roja longitudinal para diferenciarlos de los de Judô.

Actualmente se utiliza un sistema de colores mas amplio. El sistema utilizado en nuestro estilo es:

10º Kyû                 Cinturón blanco
9º Kyû                   Cinturón blanco con una lista negra
8º Kyû                   Cinturón amarillo
7º Kyû                   Cinturón amarillo con una lista negra
6º Kyû                   Cinturón amarillo con dos listas negras
5º Kyû                   Cinturón verde
4º Kyû                   Cinturón verde con una lista negra
3º Kyû                   Cinturón marrón
2º Kyû                   Cinturón marrón con una lista negra
1º Kyû                   Cinturón marrón con dos listas negras
1º a 10º DAN       Cinturón negro.


Otros estilos utilizan otros colores. Urasoe Okinawa)
 Dôjo de Okinawa Shorin Ryu






















Sin embargo, para coincidir con las graduaciones mas utilizadas en España, se modificó este sistema utilizado solo en Okinawa.

RokKyû        (6º Kyû)        Cinturón Blanco (Shiroi Obi)
GokKyû        (5º Kyû)        Cinturón Amarillo (Kiroi Obi)
ShiKyû         (4º Kyû)        Cinturón Naranja (Orenji Obi)
SanKyû       (3er Kyû)      Cinturón Verde (Midori Obi)
NiKyû          (2º Kyû)        Cinturón Azul (Aoi Obi)
IkKyû           (1er Kyû)      Cinturón Marrón (Chairo Obi)


         Algunos términos relacionados con el grado son:


YUDANSHA:                    Practicante con rango de DAN
KODANSHA:                    Practicante de 5º DAN en adelante
MUDANSHA:                   Sin grado o DAN (se refiere a los KYÛ)
SHOSHINSHA:                Principiante


.         El sistema Shogo de titulaciones de enseñanza se formalizó a principios del siglo XX por la Dai Nippon Butokukai. Kyoshi y Hanshi se otorgaban a personas que contribuían al Budô. El título de Renshi, originalmente conocido como Seirensho no se incluyó hasta 1934.

RENSHI                                  Denota un perfecto dominio de sí. Se corresponde con 4º o 5º                                                        dan. El hombre que sabe,  “el que entrena”. Grandes maestros                                                        que siguen dando clases en forma personal a pesar del alto nivel                                                    logrado en su propia práctica
KYOSHI                                  Instructor, enseñante, que trasmite. Grado de profesor adjunto                                                         grado de perfección interior. Se suele corresponder con 6º o 7º                                                       dan.
HANSHI                                    Hombre que reflexiona y descubre. Maestro espiritual. A partir                                                      del 8º dan. Maestro en el Arte Marcial y en la vida.

Antonio Avila


















domingo, 15 de mayo de 2016

LA DEGRADACIÓN DE LOS GRADOS



         Desde que se creó el sistema moderno de grados Kyu-Dan, hasta la actualidad, muchas voces de maestros han estado en desacuerdo con él. Por ejemplo, Miyagi sensei nunca dio un grado a nadie. Estaba en contra del sistema de grados porque según él, esto creaba una sensación de “inferior” y “superior” en la comunidad del Karate, y esto llevaba a la discriminación de la gente, siendo juzgado el karateka por su grado y no por su carácter.

Hay un dicho entre los maestros que no ven con buenos ojos este sistema que dice que es como “juzgar el valor de un tigre por la belleza de su piel”. Lo que reconoce un título marcial es la eficacia total e irreversible del titular en la vida, porque la vida es un combate en todos los dominios.

En los antiguos sistemas del Bujutsu se considera un signo de vanidad llevar una distinción, ya sea por el color del cinturón o por una vestimenda diferente, que indique su nivel tanto técnico como humano. Si de verdad es una persona evolucionada, razonablemente sabio y humilde, no necesita de estas distinciones, debe ser reconocido por su comportamiento y su practica, no por un signo exterior.

         Sin embargo el sistema de grados, es innegablemente una herramienta muy válida, sobre todo en Occidente, para la enseñanza del Karate-dô, fundamentalmente por la imposibilidad de mantener la tradicional relación directa y cotidiana desde el gran maestro, cabeza de la escuela, hasta los alumnos principiantes

         Por desgracia, las mismas organizaciones que han permitido que el Karate-dô llegue hasta nosotros a miles de kilómetros de su origen, también han contribuido a distorsionar tanto el proceso de concesión de grados, como la imagen que muchos practicantes tienen de ellos.

         Las grandes organizaciones han llegado a ser tan “asépticas” que el sistema de obtención de grados, sobre todo a nivel de dan, se ha convertido desde un punto de vista tradicional en un trámite carente de sentido. Si a esto unimos objetivos deportivos o económicos, creo que ya no estamos hablando de Karate-dô.

         Las asociaciones/federaciones dedicadas al aspecto deportivo del Karate, suelen, bajo la excusa de la “modernidad” o de la “evolución”, desligarse de los aspectos mas tradicionales y profundos del Karate. Sin embargo, les interesa mantener algunos como la concesión de grados, como fuente de ingresos y sistema de control de los profesores.

Pero entonces se nos plantean varias preguntas: ¿qué es para ellas un dan? ¿es un nivel deportivo ya que es otorgado por una entidad deportiva?. Si es así ¿por qué no se pierde cuando un deportista baja de categoría o disminuye su habilidad como en el resto de los deportes? ó ¿qué sentido tiene el dan cuando las competiciones no se organizan en base al grado? ¿En que otras competiciones deportivas hay dan? ¿El dan es un grado dentro de una tradición cultural? ¿Es un nivel que reconoce el esfuerzo personal atendiendo a aspectos físicos, mentales y espirituales? En estos casos una organización deportiva no tiene derecho a concederlo. El grado de cada uno es algo muy personal que se relaciona con nuestra propia evolución integral como persona que practica la Vía del Karate. Nuestro sensei nos acompaña en esta evolución y es quien mejor puede reconocer nuestro progreso.

         Las organizaciones deportivas, solo atienden a los aspectos físicos y técnicos. Imponen unas “normativas de examen” que permiten a una persona acceder a un grado simplemente cumpliendo el periodo de tiempo necesario, haya entrenado o no, o haya incrementado sus conocimientos o no, pagando sus cuotas y tasas, y ejecutando “correctamente” aquellos ejercicios técnicos que están establecidos para cada nivel. No es necesario demostrar progreso o dominio en otro campo que no sea el de las técnicas que se solicitan. No es necesario ser presentado por un maestro, basta un instructor técnico que haya conseguido su nivel de igual manera, y esté asi controlado por la organización.

                Por otro lado es inaceptable que un dan sea juzgado por gente incapaz de tener un juicio justo sobre el candidato, su pasado, su cultura, su moralidad, su nobleza de comportamiento, su evolución interior y su eficacia real en un combate, y muchas veces sin el conocimiento practico de la escuela a la que pertenece.

                Sin embargo para muchos practicantes este es un sistema que les permite ser independientes en su negocio o en su práctica, a la vez que están cubiertos por un manto de oficialidad. Sin embargo, si un alumno prefiere un tribunal anónimo a su sensei, ya hace pensar sobre su mentalidad y sus “maneras”. Este sistema, muy ligado a la competición, produce jóvenes inconscientes y vanidosos portadores de dan, que con el tiempo se convertirán en viejos portadores de dan temerosos de ser superados por sus alumnos, porque su poderío físico mengua, y se hacen conscientes de sus carencias técnicas y mentales, supliendolas con cursos alternativos de ¿defensa personal? Los altos dan aunque hayan sido competidores excepcionales no han hecho mas que “jugar” al Karate, deben cuidar de ser capaces de lograr cambios notables y positivos como seres humanos.

         Otras organizaciones mas tradicionales, se mantienen mas cerca del verdadero espíritu de lo que debe ser un examen de dan, y de los requisitos necesarios, relacionados tanto con una maestría “exterior”, como con una maestría “interior”. El nivel de eficacia en combate puede perderse con la edad, pero no el nivel de eficacia frente a la vida.

         La otra cara de la moneda es que estas organizaciones suelen ser “no oficiales” ya que no aportan gloria a sus países en competiciones internacionales, solo se ocupan de ofrecer a los practicantes bienestar, educación y el aprendizaje de un arte que podrá darles beneficios físicos, mentales y espirituales durante toda la vida. Esta “no oficialidad” se traduce fundamentalmente en una falta de respaldo económico. Las asociaciones tradicionales buscan facilitar un objetivo común fundamental: poder entrenar con un sensei cualificado. Pero en muchas ocasiones se confunden los fines con los medios, y unas cuotas o requisitos excesivos para acceder a los exámenes, con el fin del mantenimiento de la organización, frenan el objetivo principal que no es mas que avanzar en la práctica cotidiana.

         Nos toca adoptar nuestra propia postura:



 


La relación fundamental sensei-deshi (maestro-discípulo), con todo lo que conlleva, es el núcleo de nuestra práctica, y debe ser guiada por la actitud abierta, constante y dirigente del principiante (shoshin). Los grados son importantes, son hitos que hemos de superar, que nos obligan a dar un poco mas, que nos sacan de la rutina y que nos abren otras puertas hacia un mayor conocimiento. Pero la progresión que como practicantes conseguimos con nuestro esfuerzo, reconocida por nuestro (nuestros) sensei es mucho mas importante que cualquier grado homologado.


Antonio Avila