En Okinawa, en el parque Onoyama de la ciudad de Naha, a la entrada del santuario Oki no Gu, se encuentra el monumento en honor del maestro Gichin Funakoshi, fundador del Karate Shotokan. [1]
Sobre las diversas estelas que componen el monumento podemos encontrar los listados de los donantes para su construcción y datos biográficos del maestro, pero en el medio de ellas destaca una caligrafía del maestro Zen, Sakiyama Sôgen [2] que reza: Karate Ni Sente Nashi 空手に先手なし y que suele traducirse como "en Karate no existe primer ataque"
Este es el segundo de los “Veinte Preceptos” (Niji-kun 二十訓) establecidos por el maestro Funakoshi.
Muchos maestros de Karate han concedido gran importancia a este precepto en relación a los fundamentos éticos que deben guiar a todo practicante y al carácter no agresivo del Karate, que lo diferencia las prácticas marciales que lo precedieron.
En cuanto a su significado práctico hay un debate entre los que se inclinan por la “prohibición” estricta de pegar primero y que la primera acción sea de defensa, y los que no consideran como primer ataque el anticiparse al ataque del adversario.
Los primeros apoyan su argumento en el hecho de que los kata comiencen por un gesto defensivo, y que el Karate solo debe ser utilizado ante un peligro real hacia la integridad física, que de facto no puede demostrarse sin una evidente expresión física.
Los segundos consideran que cuando el adversario ha decidido atacar, aunque la percepción del peligro real inminente sea muy subjetiva, ésta decisión puede ser considerada ya como el primer ataque, y una acción “preventiva” será siempre más rápida que una reacción.
También habría que valorar que entendemos por un “ataque”. ¿Es simplemente el primer golpe o una acción más compleja cuyo fin es derrotarlo definitivamente? Un golpe que simplemente distraiga la atención del adversario y nos permita huir ¿es un primer ataque?
Como no existe un Karate, sino muchos, la visión que cada uno de ellos ofrece al que habla sobre este precepto, hace que sus conclusiones puedan ser diferentes. Por ello encontramos opiniones a veces contradictorias entre los maestros fundadores. También el introducir el uso de armas tanto por el defensor como por el atacante o por ambos, da una perspectiva diferente a la cuestión. Si llevamos este precepto al terreno del Karate competitivo, nos encontraríamos que su aspecto ético no tendría sentido, pues las propias reglas de la competición descartan el atentar contra la integridad física de los competidores. A nivel técnico, aunque existan tácticas y estrategias encaminadas a la anticipación del ataque del adversario, sin un primer ataque o una actitud puramente defensiva de ambos combatientes no habría posibilidad de victoria, tal cual es el objetivo de la competición.
En otras formas de practicar Karate, la ética que acompaña a la acción, va encaminada a detener el conflicto, incluso contemplando la posibilidad de huida. Maniobras como la protección de zonas vitales, bloqueos que limitan o inutilizan las extremidades que atacan, controles o desplazamientos que imposibiliten un segundo ataque, son entonces estrategias a tener en cuenta y que no pueden considerarse como un primer ataque. Tampoco lo pueden ser los realizados en situaciones de defensa contra varios adversarios cuando una vez iniciado el conflicto nos adelantamos al ataque de algunos de ellos.
Cuando el Karate que practicamos nos hace ver el combate desde un punto de vista más marcial, en el sentido de enfrentarnos a adversarios en una batalla o en un duelo a muerte, la forma de derrotarlo no se atiene de nuevo a normas éticas y quizás el primer golpe sea el más importante. Lo cierto es que practicar cualquier tipo de lucha sin cuidar los fundamentos éticos, nos aleja de mejorar como personas y nos convierte en sujetos embrutecidos que encuentran en la violencia la solución a todos los problemas. “Karate ni sente nashi” es una máxima que nos invita a prevenir y no propiciar conflictos, evitando el mal uso del Karate al dejarnos llevar más por nuestro ego que por una verdadera necesidad de defensa.
Antonio Ávila
[2] La organización Shotokai erigió un monumento dedicado a Gichin Funakoshi en Engaku-ji, un templo en Kamakura, el 1 de diciembre de 1968. También allí aparece el precepto Karate ni sente nashi