Ultimo sábado de entrenamiento de Agosto |
Quien no vive de
forma consciente no vive en el presente, no disfruta del momento, ni toma
consciencia del paso por los diferentes ciclos vitales, no acumula experiencia
de su propio Ser. Se acabaron las vacaciones, y como si nuestro ciclo vital
anual solo tuviera dos estaciones, un corto Verano y un larguísimo Invierno,
volvemos a nuestros quehaceres y rutinas en espera del próximo periodo estival.
Hoy en día se oyen muchas
expresiones del tipo “hay que vivir la vida, que es solo un momento”, “exprime la
vida”, “vive a tope”, etc. Pero se refieren a las vacaciones, a cuando uno
disfruta de su tiempo libre, a cuando uno está con sus seres queridos, a cuando
estamos por unos instantes a gusto tomando un café o compartiendo una puesta de
Sol. En las redes sociales nunca vemos una foto del alguien trabajando en una
zanja con una de estas frases.
Cuando hablamos de la Vida, estamos hablando de la vida
que hay en nosotros, la que nos toca, y esta, como todo en el Universo, tiene
sus aspectos positivos y negativos, o si queremos decirlo de otra manera,
buenos y malos, si lo filtramos con nuestras percepciones, emociones y juicios.
Positivo y negativo, bueno y malo son dos caras de una misma hoja de papel, van
unidos, y la tinta de lo que escribimos en una cara pasa a la contraria, tiene
su efecto. Nunca lograremos, por mas medios de que dispongamos, mantener en un
blanco impoluto ninguna cara del papel. Por ello para vivir la vida con
plenitud, no es necesario hacer “puenting”, sino ser testigos y
disfrutar de nuestro paso por la vida con sus cosas agradables y desagradables,
buenas y malas, en el calor del Verano y en el frío del Invierno, en la
Primavera y en el Otoño, que también estas estaciones existen.
Esta falta de consciencia con la que
nos movemos, potenciada por un ego egoísta, valga la redundancia, que tiende a
empujarnos a lo fácil, lo cómodo, lo agradable y en resumen a lo que nos
apetece, hace que vivamos anclados en el pasado, en lo bien que lo pasamos en
Verano, a la espera de tener a la vista las próximas vacaciones, cuando nos
enfocaremos ahora en un prometedor futuro. Lo penoso es que esta estructura de
pensamiento se instala en otras facetas mas importantes de nuestra vida, y esta
se nos pasa recordando o esperando, pero sin vivirla. ¿Que pasa con nuestra
práctica del Karate-dô o de cualquier otra Práctica Integral
(cuerpo/mente/espíritu)?
Se nos llena la boca diciendo que el
Karate-dô es mas que una actividad física, que es mas que un deporte,
que es una forma de vida, que es para siempre, que es un Camino Vital a
recorrer, etc, etc. Pero nos es lo mismo decirlo que practicarlo. El Karate-dô
es ante todo una experiencia personal que nos ayuda, entre otras cosas, a Vivir
la Vida de forma mas consciente y plena, disfrutando de lo agradable y de lo
desagradable, de lo cómodo y de lo incómodo, del relax y del esfuerzo. Cuando
es parte de nuestra vida, estará por tanto en nosotros no solo en el dôjô
con nuestros compañeros, sino en todo momento y lugar, no solo será una técnica
de lucha o una actividad física, sino que se confundirá con nuestros
movimientos cotidianos, influirá por tanto en forjar una actitud especial, una
visión de la Vida.
Al igual que nuestra vida no termina
con las vacaciones, aunque a veces el esfuerzo de las vacaciones pueden terminar
con nuestra vida, la practica del Karate-dô no es una actividad para
después de las vacaciones. No se descansa de la práctica, como no se descansa
de la vida, en ambos casos, la practica y la vida, cesan, mueren. Para la
práctica al menos existe la posibilidad de revivirla, pero ello necesitará de
un esfuerzo especial. Ya sabemos que si abandonamos el carro en una cuesta no
lo encontraremos en el mismo sitio. Yo lo aprendí en cierta ocasión con mi
propio coche.
Dicho todo lo anterior, terminadas
las vacaciones, y a la espera del curso escolar, de las colecciones en los
kioscos, del Otoño del Corte Ingles y de otros indicadores de un nuevo y
“natural” ciclo vital, os invito a tener en cuenta la siguiente propuesta:
No consideréis la práctica del Karate-dô
como algo separado del resto de lo que hacéis a lo largo del día, de la
estación o de la vida. En realidad nada está separado, nuestro ego hace
separaciones para mantener alejado aquello que no nos gusta, pero al final
nunca lo consigue. La práctica tiene muchas vertientes en todos los elementos
que la componen, por lo que podemos continuarla con frío, con calor, con
vacaciones o sin ellas, cansados o pletóricos de energía, siendo jóvenes o
viejos, practicando o leyendo, meditando o charlando. Pero mi propuesta es que,
hayáis seguido practicando o hayáis estado “descansando”, retomemos todos
juntos el Camino invirtiendo un esfuerzo especial en ello o dándole un
mayor impulso a la práctica. Juntos volveremos a empujar todos los carros que
rodaron cuesta abajo.
Antonio Avila