En
la primera parte de este artículo, ya hemos citado al ego en dos ocasiones
directamente relacionadas con el miedo a la pérdida que siempre implica la
muerte. Nuestro ego siempre discriminatorio, tiene clara la diferencia
entre yo y los otros, y sufre por partida doble por el apego a ambas entidades
que son parte del ilusorio mundo que ha creado para sentirse seguro. El pensar
y tomar consciencia de que con la muerte todo vuelve a su estado natural, que
se disuelve la ilusión (y el ego), hace que se inviertan demasiadas
energías en afirmar el propio ego, dándole fuerza a través de la
competitividad, el “éxito” social, la imagen...
En
la práctica del Zen se denomina la “Gran Muerte” a la liberación del ego,
a la trascendencia por tanto de la vida y de la muerte, a la libertad de vivir,
y morir. Un hombre se acercó a un maestro zen y le solicitó ser su
discípulo. El maestro le dijo: “¿Estás preparado para morir?”. El hombre le
contestó: “Vine para aprender Zen, no para morir” y le dijo el maestro:
“Si no mueres, nunca aprenderás Zen”. Yamamoto Tsunemoto, en su Hagakure,
también hace referencia a esta muerte del ego: “Para seguir la Vía uno
debe sacrificar su propia vida”
El
Zen considera que la búsqueda del mejoramiento humano pasa por el
constante intento de debilitar y finalmente derrotar al ego. Lo
contrario a lo que hace la individualista sociedad en la que vivimos, que no
hace mas que ensalzarlo. Los antiguos samurai, atrapados en complicadas
relaciones de fidelidad, honor y vasallaje, tenían tan diluido su ego en
el grupo, que no dudaban en poner a su disposición la propia vida, actitud que
permitía no solo un mayor arrojo en el combate, sino una percepción mas intensa
de la vida y de su delicada inconsistencia. En la cultura japonesa morir llega
a considerarse una liberación de los problemas terrenales y el triunfo final sobre
el ego, y por ello al difunto se le denomina hotoke, algo así
como "iluminado".
Antigua representación del suicidio ritual (seppuku) |
Y
si en nuestra vida hemos intentado dejar un buen ejemplo, también los haremos
en la muerte como lo expresaba el samurai Morikawa Kyoryku en este jisei
o poema realizado en el umbral de la muerte.
Hasta
ahora pensaba
que
solo se morían
los
mediocres.
Pero
si también mueren los que no lo son
¿no
producirán, seguramente, mejor estiércol?
Como
hemos visto la reflexión sobre el trascendental tema de la vida y de la muerte
debe formar parte de nuestra vida espiritual y diversas actitudes y elementos
pueden ayudarnos en esta tarea.
El
karategi (空手 着 traje de Karate) es de color blanco, color ligado
tradicionalmente a la muerte y al luto en Japón, por ello los samurai se
vestían de blanco para realizar el ritual de suicidio (Seppuku). También se
vestía de blanco al difunto, por lo que este color también tiene un sentido de
trascendencia hacia un estado superior, invitándonos a una mayor presencia ante
el que podría ser nuestra “última práctica”. Vestir pues el karategi es
asumir un estado especial de consciencia ante la intensidad de la vida en el momento
presente. Simboliza la muerte del ego y de las actitudes egóticas
al menos en el dôjô. Decimos que si por el contrario permitimos que
“el ego se ponga el karategi”, le daremos una vía de escape y se
fortalecerá.
En
el tatami, dedicaremos toda nuestra atención a la práctica, fluyendo con
ella, sintiendo, como dicen los maestros zen, como en cada inhalación
renacemos y en cada exhalación morimos.
Fuera
del dôjô podemos utilizar algún objeto que nos haga presente este tema
de reflexión. Por ejemplo un rosario o pulsera budista de “cráneos” que
simbolizan la in-permanencia de la vida a la vez que la existencia de algo mas
perdurable y profundo.
“Si
no hubiera sabido que ya estaba muerto,
habría
lamentado perder la vida”.
Ota Dokan (1432-1486)
No
podemos olvidar nuestra vida espiritual y centrarnos en lo material, aunque
tampoco debemos hacer lo contrario, porque esta división no existe. Lo
espiritual se expresa en lo material, es la fuerza que lo anima, y lo material
tiene una gran influencia en lo espiritual. Cuerpo, Mente y Espíritu, las tres
batallas (Sanchin) a librar para Ser uno con todo.
(Fin
del artículo)
Antonio
Avila
Lecturas recomendadas:
BLANCO, J.R. : Tánatos en el
Cultura Japonesa Tradicional. Arte Editorial. Madrid, 2012
KAPLEAU, P. : El Zen de la Vida y de la Muerte. Ed.
Oniro. Barcelona, 2012
YOSHO, Y. : Hagakure. Breviario del Samurai. Ediciones Obelisco. Barcelona,
1989 (Prólogo de Carmelo H. Ríos)