Visita al Museo de la Prefectura de Okinawa, 2008 |
“Bun-Bu
Ryo-dô, la doble Vía, ambas necesarias, como lo masculino y lo femenino, como
las dos alas de un pájaro”.
Taisen Deshimaru
Zen y Artes Marciales
Cuando hablamos del Karate-dô unos
dicen que lo entrenan, otros que lo practican y los menos, que lo estudian. Ya
se que muchas veces es simplemente una forma de hablar, pero cada expresión
indica el nivel de profundidad de nuestra práctica.
Entrenar
solo implica acudir al dôjô en las horas concertadas y “hacer” Karate
en esos periodos desconectándose de él el resto del tiempo. El número de horas
y sesiones puede incrementarse e incluso llegar a un gran nivel físico e
incluso técnico, pero todo esto es efímero y tarde o temprano se irá
disolviendo mas rápido aún que se adquirió.
“Practicar”
es un paso mas allá. Es llevar las enseñanzas del dôjô a la vida
cotidiana. No solo las habilidades físicas en cuanto a movilidad, resistencia,
fuerza, etc, o las habilidades técnicas, en nuestra forma de movernos, nuestra
postura y en última instancia en la autodefensa, sino también los valores que
se desprenden de su filosofía, como la humildad, el respeto, la cortesía…,
valores que se han diluido en la sociedad actual bajo los lemas de la informalidad
o la espontaneidad personal, superponiendo la individualidad (ego) sobre
el comportamiento correcto y el respeto por los demás.
“Estudiar” el Karate-dô
incluye todo lo anteriormente dicho, pero además completa nuestra formación
como personas librepensadoras.
Este estudio tiene varios
niveles:
Como sistema de
autodefensa desarrollado en Okinawa, el Karate-dô para su comprensión,
desde nuestro punto de vista occidental, necesita del conocimiento de la
historia y de la cultura de la isla, por lo que un primer nivel de estudio
debería estar dedicado a conocer lo que practicamos, a nivel técnico tomando
notas y asimilándolas a través del entrenamiento, leyendo escritos de maestros,
etc, pero también adquiriendo conocimientos sobre otras escuelas y maestros,
sobre la cultura okinawense incluida su lengua. Esto pronto nos llevará a
interesarnos por China y Japón y multitud de aspectos de sus respectivas
culturas. Para un practicante okinawense/japonés este primer nivel de estudio
le supondrá mucho menos esfuerzo que a nosotros por razones obvias.
El maestro Chojun Miyagi (extremo derecho) con el maestro de Shodo Tadashi Yamashiro (extremo izquierdo) en la puerta del templo Gakokuji en los años 30. |
Pero no solo en el caso del Karate sino en toda la historia de la
tradición marcial oriental, vemos muchos ejemplos de maestros que destacaron en
las Artes, la Filosofía o la Ciencia, o que al menos poseían una gran cultura o
se dedicaban a algún arte tradicional en concreto. El maestro Chojun Miyagi,
hablaba a sus alumnos de todo tipo de temas: Medicina, Filosofía, Religión,
Arte, etc. Sus amigos eran renombrados calígrafos, maestros budistas,
científicos, escritores, etc. No se trata de estudiar una carrera, sino de
nuestra formación cultural, de abrir nuestras mentes, de saber el porqué de las
cosas, de apreciar el Arte, de saber donde estamos en el Mundo y que lugar
ocupamos en la Naturaleza.
Cualquier actividad
practicada de manera seria pide de esta formación adicional. Desde tocar el
piano hasta preparar un té necesita de conocimientos complementarios. El Karate-dô,
como camino de perfeccionamiento, trata de todos los aspectos de nuestra
personalidad por lo que la formación afecta no solo a nuestro cuerpo, sino
también a nuestra mente y a nuestro carácter.
Es triste comprobar que
supuestos guías en el Karate-dô no sepan los orígenes de su escuela o
donde está Okinawa, a veces ni leer o escribir correctamente (a pesar de sus
títulos académicos). Nuestra cultura y nuestra educación, adquirida también a
través del estudio del Karate-dô, evita que nos convirtamos en personas
violentas, sin modales o desconsideradas con los demás.
En
la llamada “Paz Tokugawa” cuando la clase samurai se dedicaba
principalmente a tareas alejadas de la guerra, se acuñó el lema Bun-Bu
Ryo-Dô (文武両道), la “doble vía de la cultura y el arte marcial”,
pues un samurai ocioso y sin educación podría convertirse en una persona
violenta, de malos modos y dudosa moral. Es por ello que en esta época es
cuando experimentan un gran desarrollo la practica de artes como la pintura, la
caligrafía, la cerámica, la ceremonia del té, el arreglo floral, la poesía,
etc.
Samurai ejerciendo como médico, hacia 1870 |
Este lema del Bun-Bu Ryo-Dô nos
recuerda otro, esta vez del siglo XIX occidental, que rezaba: “La pluma es
mas poderosa que la espada” dando a entender que en los “nuevos” tiempos
que corrían un buen escrito era mas efectivo que una estocada, o trasponiendo
los términos, que la cultura y la ciencia eran mas poderosos que la guerra. Y
así debiera ser si no fuera porque la cultura brilla por su ausencia y la
guerra la sabemos hacer todos. Desgraciadamente a nivel de nuestra práctica del
Karate o de cualquier otro sistema, aún hoy sucede lo mismo, y se valora
mas a quien nos hace conseguir efímeros triunfos, o embrutecernos mas, que a
quién nos transmite valores y conocimientos que nos mejoren como personas.
La combinación de los dos primeros kanji
del lema antes citado, Bun-Bu (文y,武[1]) se ha utilizado en Japón, en el ámbito
de los estamentos relacionados con las armas,
al menos desde el siglo VII, refiriéndose a que la persona debía
formarse tanto en su educación como en los asuntos militares. Considerados como
los dos aspectos necesarios para conseguir un alto nivel marcial y a la vez ser
una persona respetable, es por lo que los hemos elegido como lema para el año
que comienza.
Antonio Avila
[1]El primer kanji文, significa literalmente carta o escrito y
forma parte de otros conceptos como “artes y ciencia” (文事) y
representa el dominio de la educación general y los estudios culturales.
El segundo kanji武, significa militar. En este
término武事o武芸significa asuntos militares o las artes
marciales. La mejor traducción de Bun-Bu (文武) que significa literalmente “Cultura y
Guerra”, podría ser “erudición y marcialidad”.
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