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Shusaku Endo (1923-1996) |
El pasado día 6 se estrenó la película de Martin Scorsese “Silencio”, basada en una novela del mismo nombre (creo que aun no traducida al español) del escritor japonés Shusaku Endo.[i]
Cuando en 1966 se publica “Silencio” (“Chinmoku”) causa una gran impresión en Japón, pues por primera vez se relatan con toda su crudeza los acontecimientos relacionados con la persecución de los cristianos, pues es sabida la tendencia japonesa a dulcificar los mas escabrosos episodios de su historia. Endo, como cristiano católico, quiso reivindicar en su propio país el valor de aquel sufrimiento. “Silencio” fue merecedora del premio Tanizaki a la mejor novela del año.
En 1989 Martin Scorsese leería la novela que serviría de inspiración a su película.
La película es una reflexión interior basada en la novelada experiencia del jesuita Giuseppe Chiara (el padre Sebastiao Rodrigues interpretado por Andrew Garfield en la película) que llegó a Japón el 27 de Junio de 1643 como miembro de un grupo de jesuitas cuya misión era contactar con el padre Cristovao Ferreira (interpretado por Liam Neeson) del que luego hablaremos, en una época en la que los religiosos y el Cristianismo había sido prácticamente eliminados de Japón tras diversas persecuciones y especialmente tras el edicto promulgado por el shogun Tokugawa Hidetada en 1605. Históricamente, al parecer, el grupo de jesuitas fue apresado al poco de llegar y el padre Chiara terminaría sus días en una miserable celda tras haber sido obligado a apostatar.
Asalto al castillo de Hara en 1638. Rebelión Shimabara.
La acción se desarrolla, como hemos dicho, cuando de manera oficial se había erradicado casi por completo la práctica del Cristianismo en Japón. El principal hecho que precipitó esta situación fue la rebelión de Shimabara en 1637 (Shimabara es una península, y ciudad, al este de Nagasaki), causada fundamentalmente por las hambrunas y mala situación de los campesinos, sometidos además a impuestos y persecuciones por su condición de cristianos. A la rebelión se unieron muchos ronin, guerreros desocupados y sin señor, pero fue aplastada de manera cruel, aprovechando la condición de cristianos de los rebeldes como propaganda de su peligrosidad para el mantenimiento de la paz. Como dato anecdótico, el célebre samurai Miyamoto Mushashi participó en este episodio entre las filas del ejército del shogun Tokugawa Iemitsu. Este shogun sería el que decretara en 1639 de forma efectiva la expulsión de los extranjeros y el aislamiento de Japón (Sakoku “nación cerrada”), lo que imposibilitó aún más la llegada de religiosos.
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Cruz de bronce desenterrada en Shimabara |
Pero, los hechos históricos solo son, en la película de Scorsese, el escenario que condiciona a los personajes a través de crueles circunstancias, y que les llevan a cuestionar sus mas profundas creencias, a solas con las mas elementales referencias: la Naturaleza y el Uno mismo. No hay banda sonora, solo el “sonido” de la Naturaleza y de los propios pensamientos, lo que hace que el “silencio” de Dios antes el sufrimiento propio y ajeno se haga mas evidente.
S. Fco. Javier predicando en Kagoshima
Casi un siglo antes del episodio en que la película se basa, el 15 de Agosto de 1549 tres jesuitas españoles llegaron a Kagoshima con la intención de predicar el Cristianismo por primera vez en Japón: Cosme de Torres, Juan Fernández y el que después fuese canonizado como San Francisco Javier. Este fue el comienzo de una gran obra que llegó a incluir, mas de 400.000 cristianos (hacia el 1603) , iglesias, colegios, hospitales y seminarios, en Kyoto, Osaka, Yamaguchi y muchos lugares de la isla de Kyushu, cierto es que aprovechando el interés de muchos nobles por beneficiarse del comercio con portugueses y españoles, pero también a la habilidad de los jesuitas para integrar las nuevas creencias a la cultura local.
En este sentido es de destacar a la figura del jesuita español nacido en Nápoles, Alessandro Valignano (1539-1606), quién llegó a la conclusión de que la expansión de la iglesia japonesa debía pasar por una excepcional adaptación cultural (su llamado “adaptacionismo”), que no solo incluía nativos en su estructura, sino también modificaciones en el culto. Así por ejemplo, predominó la imagen de la Virgen María sobre la de Cristo crucificado (en Japón no era una imagen de buen gusto y además se identificaba con los criminales crucificados) o se sustituyó el pan y el vino, por el arroz y el sake. Algunos padres adoptaron incluso vestimentas budistas y en ocasiones también su sistema de jerarquía y relaciones maestro-discípulo típicas del Zen, además de afanarse, al contrario que otras órdenes religiosas que luego llegaron, por aprender de inmediato el idioma, base para la comprensión de su cultura. Para ello se confeccionaron diccionarios y se tradujeron vidas de santos al japonés.
En 1582 Valignano envío a cuatro japoneses a Roma (pasando por Portugal y España) para ser formados como sacerdotes, la llamada misión Tenshô, convirtiéndose en los primeros padres jesuitas japoneses
Desde la fundación de la Compañía de Jesús (1540) sus miembros fueron intelectuales con una gran formación. Al llegar a Japón se encontraron con una sociedad culta y con una “religión” o “religiones” asentadas, por lo que era posible a través de la discusión racional convencer de la “inevitable” conclusión de que Dios existía, y que ese dios era el suyo. El primer escollo para esta discusión fue la traducción de conceptos, desde el más básico, como el de Dios, que se identificó con Dainichi, el Buda Cósmico, lo que daría lugar a muchas confusiones y malas interpretaciones, aún más en el pueblo inculto. En este ámbito ya estaban establecidos desde el siglo XII algunos conceptos como la Tierra Pura (versión del Paraíso) al que se accedía con la recitación del Namu Amida Butsu (en japonés: “Adoro al Buda Amida”), o como desde el origen del pueblo japonés, el de la resurrección por analogía con la salida diaria del Sol (o de la diosa Amaterasu Okami). Las creencias cristianas calaron en la sociedad japonesa desde la alta sociedad samurai, por el culto discurso jesuita acompañado por las ventajas que estos suponían a nivel comercial y de adquisición de conocimientos útiles. La conversión de los señores traía aparejada la de los siervos, y estos, atrapados en las duras condiciones de vida que imponía su inamovible estatus social, vieron un nuevo asidero de esperanza al menos en una vida futura.
Crucifijo oculto en la
tsuba de una
katana
La Virgen María era conocida como
nandogami o la madre en la alacena ya que la imagen la colocaban en las alacenas del hogar. Era representada a la manera de la diosa Kannon.
En la película de Scorsese solo queda esta religiosidad de los aldeanos, la de los llamados kakure kirishitan (cristianos ocultos), que adoraban y celebraban de forma secreta, y adaptaron sus imágenes y cantos para que fuesen similares a los budistas, escondiendo los signos mas evidentes de su fe[i]. A falta de sacerdotes, dirigentes laicos dirigían a los grupos y bautizaban. Las enseñanzas de la Biblia se transmitían oralmente en forma de historias, debido a que las versiones impresas eran confiscadas por las autoridades. Finalmente sus creencias se mezclaban con las del budismo, el shintoísmo y el más básico animismo.
Estas imágenes (
fumie) talladas o pintadas, a veces eran verdaderas obras de arte
Desde la persecución de los cristianos en Nagasaki en 1629, se venía empleando la ceremonia del e-fumi, consistente en pisar imágenes de Cristo, la Virgen María u otros santos, como demostración de que no se era cristiano. Cada Año Nuevo japonés la ceremonia se repetía entre los sospechosos de mantener la creencia cristiana. En la película somos espectadores de esta ceremonia muchas veces, y vemos que mientras para las autoridades japonesas no es mas que un mero trámite, aunque de no cumplirse podía significar la muerte, para el padre Sebastiao sin embargo su significado va cambiando, pues de considerarla una prueba que reafirma la fe inquebrantable, después llega a aconsejar e incluso implorar a los fieles que pisen la imagen para salvar sus vidas. En él mismo, pasa a ser de la prueba de su apostasía a una prueba del amor y del perdón de Jesucristo.
El hecho que desencadena la acción de la película, es la búsqueda del padre Cristovao Ferreira, que apostató en el año 1633 tras sufrir la tortura del ana-tsuruchi o mas conocida como “la fosa”, en la que la víctima era colgada sobre una fosa, y se le hacían cortes para que muriese lentamente por desangramiento. El portugués padre Ferreira no era un jesuita cualquiera: En el año1596 ingresa en la Compañía de Jesús y en 1609, con 19 años llega a Japón. Poseía extensos estudios de Teología, Filosofía y Humanidades y de hecho al final de su vida escribió obras en japonés sobre temas científicos (Astronomía y Medicina), llegando a incluir su nombre en la historia de la medicina japonesa. Bajo la persecución Tokugawa, residió en diversas ciudades, con diferentes cargos, llegando a ser la máxima autoridad de los jesuitas en aquellas tierras. Por ello su apostasía tuvo una gran repercusión en Europa. Tras ella las autoridades japonesas lo trasladaron a Nagasaki, donde tomo el nombre de Sawano Chuan, fue casado con una viuda y se hizo budista zen. Además de escribir sobre temas científicos, fue obligado a confeccionar una obra que denunciara las supuestas mentiras del Cristianismo ("El Engaño Revelado", que no fue publicada hasta el siglo XIX) y a participar en los juicios a otros jesuitas, estando presente en el acto del fumie. Para una persona de su formación, con gran dominio del idioma japonés, no fue difícil utilizar los conceptos del Budismo Zen, para expresar al modo de una “filosofía natural”, sus creencias mas íntimas. Murió en Nagasaki en 1650.
La película centrada el padre Sebastiao como personaje principal, nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza humana, sobre el verdadero Yo, sobre las motivaciones que nos llevan a la acción, sobre la conexión con todo y con todos los que nos rodean, y las consecuencias de nuestros actos y actitudes ante la vida sobre todos ellos. Una película sin duda inspiradora.
Antonio Avila
[i]Endo fue un renombrado autor en su país y entre sus obras podemos destacar “El Samurai” otra novela histórica, que en esta ocasión trata sobre la misión Keicho que en el siglo XVII llegaría hasta Roma y dejaría una gran huella en la localidad sevillana de Coria del Río.
[i] En el año 2014, el Primer Ministro de Japón, Shinzō Abe, se en un encuentro con el Papa Francisco, y como regalo le dio un espejo igual a los usados por los cristianos clandestinos del siglo XVII. El espejo en cuestión al reflejar la luz del Sol hace aparecer una imagen de Jesús.