Queridos Reyes Magos,
Ha pasado un año que para todos quedará en el recuerdo y del que cada uno tendrá su particular “collage”.
En mi caso, pese a palabras que creía en desuso, como “confinamiento” o “toque de queda” ha sido un año de permanente esfuerzo.
Increíble ver mediante aplicaciones que antes no tenían utilidad, a mis padres, hermanos y resto de la familia y convertirlo en un MOMENTO ÚNICO, lleno de alivio por estar todos.
De igual forma, mi entrenamiento de KARATE, se ha convertido en una especie de batalla por continuar con el aprendizaje, de encontrarnos por el móvil intentando no perder detalle y siempre, la alegría de que todos sigamos detrás de ese extraño espejo de muchas caras.
Cuando hablaban del Misogi, trataba de imaginar, el frio de la arena en los pies y el tacto del agua helada empapando el karate-gi, el olor a humedad y arena, incluso el sonido de las olas y la visión del amanecer como una nueva esperanza de otra oportunidad; sin embargo, mientras todos hablaban del tiempo, de los grados y de lo terrible, que yo ya me había imaginado que seria, pensaba en esas 108 bonnô, buscaba al menos uno que perturbe mi espíritu la gran parte del año, y liberarme de él, cada tsuki era un esfuerzo por sacarlo fuera, por acabar con él, y después con ese baño de agua fría, con el amanecer que lo llena todo de nuevo, para empezar el año ajena a ese lastre que tiende a empujarnos siempre lejos de donde estamos.
Queridos Reyes, escribiros una carta después del Misogi, tras haber pasado los días pensando en todas esas sensaciones, no es más que para agradecer por la VIDA, porque el significado que le damos al blanco del cinturón caminando hacía el agua, que nos hace iguales, luchadores que buscan algo más dentro de ellos, aunque para mí, sólo 1 “bonnô” de esos 108 se quede ahí, para unos seguro que la lucha es más profunda o dolorosa, para otros se traducirá en simplemente agua fría, en mi caso, al salir del agua, de espaldas al pasado, cada paso hacia la arena, y la respiración del kata Tensho, fue como el recién nacido que empieza a respirar aire nuevo con fuerza, con nuevos objetivos, con más camino por delante, con más que aprender que de enseñar.
Escribir esta carta a mis queridos Reyes Magos, tiene un significado valioso, el de AGRADECER, a los que en este camino, siguen una estrella, la mayoría de veces fugaz, pero incluso sin verla siguen, y nos muestran a los que vamos perdidos, a los que nos quedamos con lo de fuera, a los que nos caemos con un contratiempo, que hay que seguir, hay que caminar hasta el agua, hay que respirar y luchar en esas 3 batallas: cuerpo, mente y espíritu (Sanchin), y dejar ahogado en lo profundo, lo que te perturba para levantarte y continuar: Nana korabi, ya oki: Cae 7 veces, levántate 8.
Tengo la suerte de tener Reyes Magos en este Dôjô, en mi familia, en algunos amigos; tengo la suerte de haber pasado por el 2020 con la creencia de que podemos seguir aprendiendo, incluso los que hemos perdido a alguien, hemos podido apreciar más ese amanecer que lo llena todo de nuevo cada día con la esperanza de ser mejores personas.
Finalmente, queridos Reyes, no puedo olvidar el chocolate caliente que tomamos una vez recompuestos, las risas y la prueba de que aquel Dôjô esa mañana iba tomando multitud de formas, incluso allí, en la cafetería, era bonito veros a todos con la sensación de haber comenzado algo.
Arigato Gozaimasu
Mar Alonso
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