Pero es el cine quién
mas recientemente ha difundido esta historia, sobre todo entre el público más
joven. En primer lugar de la mano de la película estadounidense “47 Ronin”,
del año 2013, dirigida por Carl Rinsch y protagonizada por Keanu Reeves, y mas
tarde, en 2015 por el film “Last Knights” (“Los últimos caballeros”)
dirigido por Kazuaki Kiriya y protagonizada por Clive Owen. Esta última versión
no ambientada en Japón a pesar de la nacionalidad de su director.
La
historia de los “47 Rônin” sin embargo ha sido recreada por el cine japonés
desde sus inicios, a principios del siglo XX, y contamos con más de sesenta
versiones [1].
Quizás la primera sea “Chûsingura” [2] del director Ryo Konishi, estrenada en 1907, y que se trata mas bien de una
versión cinematográfica de la famosa obra de teatro kabuki “Kanadehon
Chûsingura”[3] estrenada
por primera vez en Osaka en el año 1748[4].
Entre todas podemos destacar “Genroku Chûshingura” (“Los 47 leales”)
de 1941 dirigida por el maestro del cine japonés, Kenji Mizoguchi, aunque
quizás la versión mas conocida en occidente sea “Chûshingura lHana no Maki”
(“Los 47 rônin”) de Hiroshi Inagaki estrenada en 1962.
La
historia de “Los 47 Rônin”, adornada por
la leyenda, comienza cuando el señor de Ako (hoy prefectura de Hyôgo), Asano
Naganori (1665-1701), durante la periódica y obligada estancia de dos años que
como daimyô debían cumplir en Edo, en el castillo del shogun
Tokugawa Tsunayoshi (1646-1709), fue insultado por el jefe de protocolo, Kira
Yoshinaka (1641-1703). Ambos mantenían una mala relación debido a que Kira
anteponía sus intereses económicos a su deber de instruir debidamente a Asano,
siendo este victima de sus desprecios y provocaciones, hasta el punto de
intentar matarlo, lo que se conoce como el «Incidente de la galería de los
pinos», acto que estaba severamente castigado dentro del recinto del
castillo.
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Seppuku del señor de Anko. Escena de la película “Los 47 rônin” de Hiroshi Inagaki. |
Asano fue detenido y
condenado a cometer seppuku, el suicidio ritual, única forma para un samurai
de morir con honor en estos casos. De nada sirvieron los testimonios que
apuntaban a Kira como incitador, y mientras que Asano fue condenado a muerte, su
castillo y posesiones fueron expropiadas, sus samurai pasaron al estatus
de rônin y su viuda fue exiliada, Kira, al contrario, salió airoso quizás
por los lazos familiares que le unían con jueces y nobles de Edo, a pesar de
que la ley condenaba por igual a ambas partes de una disputa.
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“Ichiri Chaya” es la casa de geishas del barrio de Gion en
Kyoto, donde la tradición cuenta que Oishi Yoshio pasaba noches enteras
entregado al juego y la bebida. |
Los 47 mas fieles samurai
de Ako, ahora sin amo (rônin), liderados por Oishi Yoshio (1659-1703),
jefe del Consejo (hittōgarō), motivados por el injusto trato recibido por su
señor, deciden vengarse de Kira Yoshinaka, y para ello urden un plan secreto
que disolviese cualquier sospecha de venganza. Para ello se dispersaron y
llevando una vida totalmente al margen de lo que se esperaría, se dedicaron al
comercio, ingresaron en monasterios, se hicieron vagabundos e incluso, como en
el caso de Oishi, llevaron una vida disoluta en Kyoto, entregándose al alcohol
y abandonando a su familia.
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Asalto a la residencia de Kira. Ukiyo-e de Katsushika Hokusai (1760 – 1849)
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El 30 de Enero de 1703,
tras un bien trabajado plan de acción, asaltaron la mansión de Kira Yoshinaka,
que a pesar de haber bajado la guardia tras pasar dos años del incidente con el
señor de Ako, mantenía una nutrida guarnición. Finalmente localizaron a Kira y
lo decapitaron al momento. Su cabeza fue llevada al templo Sengakuji, donde fue
lavada y ofrecida en la tumba de su señor. Este episodio fue el denominado “Incidente
de Ako” o “Incidente Genroku” .
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Pozo donde se dice que fue lavada la cabeza de Kira Yoshinaka en el templo Sengakuji.
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Su venganza fue así
consumada, el honor de la casa Ako restablecido y sus familias y amigos
pudieron comprender al fin el motivo de su comportamiento durante los años
anteriores.
A pesar de conocer que su acto se pagaría con la muerte,
se entregaron. No obstante tras una gran controversia al valorar los motivos
del heroico suceso, se les concedió poder morir por seppuku, de manera
honorable, en vez de ser ejecutados como cualquier criminal. Esto ocurriría el
4 de febrero de 1703. Solo uno de ellos Terasaka Kichiemon, el más joven, fue
perdonado.
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Tumbas de los rônin en el templo Sengakuji
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Sus cuerpos fueron
enterrados junto al de Asano Naganori en el templo Sengakuji del actual Tokyo. Mas
tarde se añadieron las de Yozeiin, esposa de Asano, y la de Terasaka Kichiemon,
el joven samurai indultado.
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Tumba de Oishi |
Tumba de asano En esa época se prohibía
hablar de los acontecimientos contemporáneos y quizás en particular de este
espinoso asunto, por lo que no fue hasta la muerte del shogun Tokugawa
Tsunayoshi, cuando además se perdonó a los descendientes de los 47 Rônin, que
aparecieron un gran número de obras literarias, escénicas (como las citadas de kabuki
y bunraku) y estampas (ukijo-e) [5], sobre esta historia.
Representación kabuki
de la historia de los 47 rônin.
Cuando la
historia empezó a representarse en el teatro kabuki en el S. XVIII, esté
género se recreó en los detalles de la planificación de la venganza y en los de
la ejecución de la misma, pero ya entonces se exaltaba la ley del Bushido
por encima de la ley oficial. Oishi y sus seguidores se convirtieron en el
ejemplo del comportamiento y de los valores caballerescos del samurai.
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Estatua de Oishi Kuranosuke (Oishi Yoshio), sosteniendo en sus manos el makimono con los nombres de los 47 ronin. Templo Sengakuji.
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Su
ejemplo de justicia (“gi”), coraje (“yu”), honor (“meiyo”)
y lealtad (“chûgi”), junto a los demás valores del Bushido, fue
de nuevo recordado en los años previos a la II Guerra Mundial. La versión
cinematográfica de esta historia del director Kenji Mizouchi, fue encargada con
propósitos propagandísticos y es un ejemplo de ello. La película, se
dividió en dos partes por su larga
duración, siendo estrenada una semana antes del ataque a Pearl Harbor, aunque
el tratamiento del director no respondió a las expectativas de exaltación del
orgullo y el espíritu de sacrificio de la nación.
Aún
hoy, las tumbas de los protagonistas de esta historia son visitadas y honradas
por los japoneses en el templo Sengakuji.
Antonio Ávila
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