"Para contrarrestar la arrogancia o el orgullo, uno
debe pensar en las propias deficiencias para hacer brotar la humildad".
Dalai Lama
Un camino
espiritual (Dô) sincero, al igual que su práctica, siempre se fundamenta
en la Humildad.
Recuerda Higaonna sensei en su artículo sobre la Humildad[i]
que su maestro An´ichi Miyagi, le decía: “Debes buscar constantemente y
desarrollar tu técnica y carácter desafiándote cada día; empujándote cada vez
más duro, con el último fin de la humildad”. El maestro Higaonna insiste en
que el objetivo de la práctica es permitir que el Karate desarrolle
armonía (Wa) en cuerpo y mente, pero también nos ha transmitido que el
espíritu de Wa es la humildad, tanto en relación con uno mismo como con
los otros.
La virtud de la Humildad hacia nosotros mismos es importante
para nuestro desarrollo pues mantendrá en nosotros el espíritu de principiante
(shoshin) necesario para progresar y no un gran ego que nos
convenza de estar en la cima, de saberlo todo. El humilde dirige hacia dentro
su práctica, y por tanto no busca ni le interesa ser centro de atención.
En relación a nuestros maestros, compañeros, alumnos y
demás personas que han contribuido y contribuyen en nuestro aprendizaje, ser
humildes es darse cuenta de que no somos los únicos artífices de nuestros
resultados, y es de sabios sentirse por ello agradecidos. La gratitud es a su
vez el fundamento de la sincera humildad que mantiene a raya la arrogancia de
nuestro ego, que insiste en reafirmar que somos capaces de hacerlo
solos, y que a nadie necesitamos.
De nuevo citamos a Higaonna sensei:
“Debes permitir que el Karate desarrolle tu espíritu y no usarlo para
aumentar tus propios deseos egoístas”. El deseo de provecho económico, de
prestigio o de cualquier otro tipo no hace mas que debilitar la madurez
espiritual del practicante e induce a la búsqueda, a través de una falsa
humildad, del reconocimiento de los demás para ser utilizado en beneficio
propio.
Nosotros no practicamos para demostrar
superioridad sobre otros. No obstante es natural que queramos compartir
nuestros logros. Pero debemos hacerlo desde el respeto (Rei), otro de
los puntales de nuestra práctica, y desde la sinceridad. Nuestra práctica ha de
ser sincera, con humildad pero sin sumisión, igualmente realizada ante el
maestro como ante el alumno, sin perder de vista nuestra condición permanente
de aprendiz, sin imponer nada a los demás, solo demostrando, pues la humildad
verdadera se demuestra con los actos, no con las palabras.
Para terminar me gustaría hablar un poco de la Humildad en la
relación particular con nuestros maestros:
Sabemos ya que la Humildad
en la práctica de la Vía del Karate conduce a la maestría. En la
tradición zen, la transmisión de la maestría (Shiho) no suele recaer en
el de mas jerarquía, ni en el mas antiguo, sino en aquellos que nadie espera,
en el mas humilde y por tanto sabio, no en vano se dice que la Humildad parece
que no sabe nada pero a la
vez lo sabe todo. Su humildad los ha hecho desapercibidos, no se
promocionan, no quieren títulos, a veces ni desean la misma transmisión.
Convertido en maestro asume que deberá esforzarse aún mas en no perder la
humildad y la sinceridad de su práctica, por ello en la historia del Zen
muchos al recibir el shiho abandonaron los templos y se hicieron
ermitaños, otros aceptaron el reto de la transmisión.
La observación, base del aprendizaje, no solo debe enfocarse en
la maestría de la ejecución de la técnica por parte de nuestro sensei,
sino también en su actitud, en su lucha por mantener su espíritu de
principiante a la vez que se hace responsable de una sincera transmisión. La
palabra sensei se utiliza en relación a seito (alumno), donde hay
un sensei obligatoriamente debe haber un seito. Por ello ante un sensei
no somos mas que seito, ese es nuestro papel, si queremos aprender. Así
como una taza de café (cambiaré el toque oriental del té, porque me gusta mas
el café) debe estar por debajo de la cafetera para poder ser llenada, nuestra
actitud humilde permitirá la transmisión fluida del conocimiento. Por tanto en
el proceso de aprendizaje seremos seito, no amigos, no “manos derechas”,
no preferidos ni merecedores de un trato especial por ninguna circunstancia,
sin auto-asignarnos responsabilidades ni tareas que se aparten de la mera
relación sensei/seito. Solo así conectaremos con el sensei de
manera humilde, respetuosa y libre, centrándonos en lo verdaderamente importante
en esta relación: la práctica personal constante.
De igual manera sin un seito no tiene razón de ser un sensei,
por lo que este acepta su responsabilidad sobre nosotros, y será bajo su
criterio que aprendamos mas o menos, y que se nos asignen las tareas que
considere apropiadas para nosotros, sin que nada de esto nos haga sentirnos
inferiores o superiores a otros. Debemos confiar en la supervisión del sensei
o dejará de serlo para nosotros. Como dijimos ser humilde no es ser sumiso, ni
significa no utilizar el sentido común, pero cuando el ego me dicta que
llevo razón y no escucho con humildad, analizo la cuestión solo desde mi punto
de vista y pierdo la capacidad de pedir disculpas, y entonces, ya no estaré en
la Vía.
Antonio Avila
[i]
Morio Higaonna: Carta
Internacional, Octubre de 1995