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martes, 27 de septiembre de 2016

KENKYO (謙虚): HUMILDAD


"Para contrarrestar la arrogancia o el orgullo, uno debe pensar en las propias deficiencias para hacer brotar la humildad".
Dalai Lama
            
            Un camino espiritual () sincero, al igual que su práctica, siempre se fundamenta en la Humildad.

Recuerda Higaonna sensei en su artículo sobre la Humildad[i] que su maestro An´ichi Miyagi, le decía: “Debes buscar constantemente y desarrollar tu técnica y carácter desafiándote cada día; empujándote cada vez más duro, con el último fin de la humildad”. El maestro Higaonna insiste en que el objetivo de la práctica es permitir que el Karate desarrolle armonía (Wa) en cuerpo y mente, pero también nos ha transmitido que el espíritu de Wa es la humildad, tanto en relación con uno mismo como con los otros.

La virtud de la Humildad hacia nosotros mismos es importante para nuestro desarrollo pues mantendrá en nosotros el espíritu de principiante (shoshin) necesario para progresar y no un gran ego que nos convenza de estar en la cima, de saberlo todo. El humilde dirige hacia dentro su práctica, y por tanto no busca ni le interesa ser centro de atención.

            En relación a nuestros maestros, compañeros, alumnos y demás personas que han contribuido y contribuyen en nuestro aprendizaje, ser humildes es darse cuenta de que no somos los únicos artífices de nuestros resultados, y es de sabios sentirse por ello agradecidos. La gratitud es a su vez el fundamento de la sincera humildad que mantiene a raya la arrogancia de nuestro ego, que insiste en reafirmar que somos capaces de hacerlo solos, y que a nadie necesitamos.

             De nuevo citamos a Higaonna sensei: “Debes permitir que el Karate desarrolle tu espíritu y no usarlo para aumentar tus propios deseos egoístas”. El deseo de provecho económico, de prestigio o de cualquier otro tipo no hace mas que debilitar la madurez espiritual del practicante e induce a la búsqueda, a través de una falsa humildad, del reconocimiento de los demás para ser utilizado en beneficio propio.

Nosotros no practicamos para demostrar superioridad sobre otros. No obstante es natural que queramos compartir nuestros logros. Pero debemos hacerlo desde el respeto (Rei), otro de los puntales de nuestra práctica, y desde la sinceridad. Nuestra práctica ha de ser sincera, con humildad pero sin sumisión, igualmente realizada ante el maestro como ante el alumno, sin perder de vista nuestra condición permanente de aprendiz, sin imponer nada a los demás, solo demostrando, pues la humildad verdadera se demuestra con los actos, no con las palabras.
       Para terminar me gustaría hablar un poco de la Humildad en la relación particular con nuestros maestros:             
          En la sociedad en la que nace el Karate la humildad es un valor inherente a un comportamiento correcto, y se expresa a diario en la relación con los demás, tanto en el idioma como en las actitudes, de ahí provienen todas las normas de protocolo que utilizamos en el dôjô en relación al maestro, a los compañeros, a los alumnos y al dôjô mismo con todo su contenido. Sin embargo el conocimiento y cumplimiento de estas normas, aunque sean de ayuda, nos hará ser educados pero no implicará obligatoriamente una actitud verdaderamente humilde. Como hemos visto, la Humildad, es una actitud interior que se reflejará de manera espontánea en nuestro comportamiento.
          Sabemos ya que la Humildad en la práctica de la Vía del Karate conduce a la maestría. En la tradición zen, la transmisión de la maestría (Shiho) no suele recaer en el de mas jerarquía, ni en el mas antiguo, sino en aquellos que nadie espera, en el mas humilde y por tanto sabio, no en vano se dice que la Humildad parece que no sabe nada pero a la vez lo sabe todo. Su humildad los ha hecho desapercibidos, no se promocionan, no quieren títulos, a veces ni desean la misma transmisión. Convertido en maestro asume que deberá esforzarse aún mas en no perder la humildad y la sinceridad de su práctica, por ello en la historia del Zen muchos al recibir el shiho abandonaron los templos y se hicieron ermitaños, otros aceptaron el reto de la transmisión. 
        La observación, base del aprendizaje, no solo debe enfocarse en la maestría de la ejecución de la técnica por parte de nuestro sensei, sino también en su actitud, en su lucha por mantener su espíritu de principiante a la vez que se hace responsable de una sincera transmisión. La palabra sensei se utiliza en relación a seito (alumno), donde hay un sensei obligatoriamente debe haber un seito. Por ello ante un sensei no somos mas que seito, ese es nuestro papel, si queremos aprender. Así como una taza de café (cambiaré el toque oriental del té, porque me gusta mas el café) debe estar por debajo de la cafetera para poder ser llenada, nuestra actitud humilde permitirá la transmisión fluida del conocimiento. Por tanto en el proceso de aprendizaje seremos seito, no amigos, no “manos derechas”, no preferidos ni merecedores de un trato especial por ninguna circunstancia, sin auto-asignarnos responsabilidades ni tareas que se aparten de la mera relación sensei/seito. Solo así conectaremos con el sensei de manera humilde, respetuosa y libre, centrándonos en lo verdaderamente importante en esta relación: la práctica personal constante.
      De igual manera sin un seito no tiene razón de ser un sensei, por lo que este acepta su responsabilidad sobre nosotros, y será bajo su criterio que aprendamos mas o menos, y que se nos asignen las tareas que considere apropiadas para nosotros, sin que nada de esto nos haga sentirnos inferiores o superiores a otros. Debemos confiar en la supervisión del sensei o dejará de serlo para nosotros. Como dijimos ser humilde no es ser sumiso, ni significa no utilizar el sentido común, pero cuando el ego me dicta que llevo razón y no escucho con humildad, analizo la cuestión solo desde mi punto de vista y pierdo la capacidad de pedir disculpas, y entonces, ya no estaré en la Vía.

Antonio Avila



[i] Morio Higaonna: Carta Internacional, Octubre de 1995

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