Este
fin de semana la Asociación Hi no Hikari,
dedicada al estudio del Arte y de la Cultura japonesa, ha celebrado un ciclo de
conferencias cuyo tema conductor ha sido “El Vacío en la Cultura Japonesa”.
El ciclo constó de tres conferencias:
La primera, a cargo de Juan Vallejo, versó sobre “El Vacío como experiencia
estética en el Arte Japonés”, en la que a través de ejemplos extraídos
de diferentes artes japonesas como la pintura, el teatro Nô, el cine de Ozu, la
música o el Bonsai nos introdujo en el conocimiento del concepto “Ma”,
imprescindible para la comprensión del “Ku” (Vacío) en el Arte y también en el
pensamiento japonés, relacionándolo con sus principios estéticos.
La segunda, que fue desarrollada por
Antonio Avila, se tituló “Karate: El Camino de la Mano Vacía”,
y de ella incluimos al final un resumen por ser el tema de especial interés
para nosotros.
Antonio Avila y Juan Vallejo |
En
la tercera y última conferencia el tema tratado por José Vergara fue el de “La
vivienda tradicional japonesa”. Gracias a él conocimos los
condicionantes naturales y culturales que han llevado a la casa tradicional
japonesa a tener las características que la definen: El respeto y la
integración con la Naturaleza, la sencillez, la combinación asimétrica de
líneas y espacios y la posibilidad de la expresión más espiritual de la
Arquitectura. A través de ejemplos visuales, como el análisis de una Sukiya
(casa de té), pudimos apreciar la existencia de aquellos principios estéticos
que se apoyan en el concepto de Ku.
José Vergara en su intervención |
Este
ciclo fue celebrado en el Centro Cultural “Pablo Ruíz Picasso” de Torremolinos,
gracias a la colaboración del Área de Cultura del Ayuntamiento.
La Asociación Hi no Hikari agradece
desde este blog tanto la difusión del evento como la elevada participación y el
interés con que se siguió esta actividad.
Agradecemos a Susana el que nos proporcionara las fotos del evento. |
KARATE:
EL CAMINO DE LA MANO VACIA (resumen)
por Antonio Avila
Cada
cual tiene una idea subjetiva de lo que es el Karate-dô, esto es lógico pues no
se puede conocer algo que no se ha practicado, que no se ha experimentado. Por
otra parte el Karate se ha desarrollado en muchos ámbitos lo que le ha dado
diferentes barnices y en la actualidad también ha sido recubierto por distintos
envoltorios.
El
Karate en sentido estricto, no es un Arte Marcial, sino un sistema de lucha
civil, creado en Okinawa a principios del siglo XX. Y digo civil porque aunque
es heredero en parte de sistemas marciales, el Karate como tal no fue concebido
para ser utilizado en una batalla.
Tras
la II Guerra Mundial especialmente cruenta en Okinawa, en todo Japón surge un
pujante espíritu antibelicista, que solo podía casar con el espíritu guerrero
de sus artes tradicionales de guerra, si el objetivo último de la practica era la
mejora del practicante desde un nivel físico a uno moral y finalmente
espiritual.
El
término con el que se designó al nuevo arte de lucha, KARATE-DÔ, es ilustrativo
de este proceso. Vamos a analizarlo:
KARA
significa “vacío”. Hay quién le atribuye el simplista significado de que la
mano está vacía, sin armas. Pero me inclino a pensar que este término hace más
énfasis en su sentido de “disponible” de su potencialidad para ser usado.
Aunque tampoco podemos perder de vista su aspecto de principio fundamental, que
afirma la vacuidad de todo lo que existe, y del que hablaremos mas adelante.
TE (Ti en uchinaguchi) significa literalmente mano, y es significativo que se utilizara para designar una forma de lucha en vez de utilizar el término PUÑO (chuan en chino, y ken en japonés).
Finalmente
DÔ, literalmente “camino”, es una alegoría al
camino de la vida. Se refiere a una vida de práctica constante debido a
la in-permanencia y al cambio de todo lo que nos rodea y sobre todo, de
nosotros mismos
Cuando
decidimos iniciar el “camino” de Karate ¿Cual es la verdadera motivación
inicial? La palabra motivación viene de “mover”, ¿que nos mueve?
Solemos
actuar por impulsos, nos dejamos llevar, de manera a veces inconsciente por
modas y reclamos. Si nos preguntan inesperadamente el porqué hacemos
determinada actividad, debemos improvisar o echar mano a lo mas obvio, porque
en realidad nunca nos hemos parado a pensar cuál es nuestra motivación profunda
y si esta merece la pena. Si no tengo clara mi motivación, tampoco mi objetivo
y tampoco el camino, lo que debo hacer, para llegar a él.
Nuestra
motivación está relacionada con satisfacer nuestras necesidades, desde las mas
inmediatas y básicas como comer o dormir, hasta las mas elevadas como son las
espirituales o existenciales. Y el poder satisfacer todas nuestras necesidades
es lo que denominamos un estado de felicidad. Todos buscamos en última
instancia la felicidad.
Si
nos planteamos practicar Karate-dô, incluso ahora que sabemos mas cosas de él,
nuestras motivaciones iniciales aún pueden ser innumerables: ser mas fuerte,
saber defenderme, estar mas sano, entrar en un grupo social, ser un campeón,
probarme, sentirme mas seguro, ganar dinero en un futuro, etc, etc.
Todas
son legítimas, pero el Karate-dô como el Zen, es un camino de consciencia.
Quizás primero de consciencia de nuestro cuerpo y luego de él en relación a los
otros, pero esta expansión de la consciencia hacia el exterior tiene límites,
el de nuestros sentidos. No podemos concebir lo infinitamente grande, y nos
volvemos hacia nosotros hacia lo infinitamente pequeño, quizás mas asequible a
nuestra comprensión intelectual.
La
práctica continuada del Karate-dô, como camino de consciencia, de atención, nos
ofrece la experiencia de que todo es in-permanente (MUJO), de que el cambio es
lo único que no cambia, que instante a instante, una situación como un combate
cambia, que nuestras habilidades y cualidades, como la técnica y la fuerza
también cambian y finalmente desaparecen. Y digo experiencia pues solo a través
de ella puedo llegar a la lucidez de la sabiduría.
Así
nos dice el Zen que todos los fenómenos están esencialmente vacíos de toda
sustancia propia, ya que en un sentido no son más que manifestaciones pasajeras
de una corriente de manifestaciones sin fin.
Llegamos
pues a la conclusión de que nuestros sentidos nos engañan, aunque están no
obstante diseñados, desde nuestros orígenes, para permitirnos sobrevivir, para
poder movernos en lo más inmediato, pero a la vez nos mantienen en una burbuja
irreal, ignorantes de la realidad. Iluminación, Despertar, es conocer las cosas
como son, no como creemos que son, sin discriminación ni dualismo, sin filtros
previos de juicio.
En
Karate se habla de la mente vacía (MUSHIN), la actitud mental imprescindible
para la maestría en el combate, vacía de la interferencia del pensamiento y las
emociones, de los juicios y del recuerdo de experiencias previas, y con toda la
potencialidad de su propio vacío, con tal consciencia de la situación que
percibe su más sutil matiz, incluso de lo que no percibo, llegando así a lo que
llamamos intuición. Mente y cuerpo funcionan sin dualidad, sin intermediarios
mentales, y el cuerpo actúa utilizando la formación programada en los músculos,
dando respuestas automáticas.
Para
concluir podemos decir que la esencia del Karate-dô es el vacío. Su
representación es el Kata, la forma del Karate. Al igual que un artista zen no
sugiere lo que es omitido, sino que hace que se refleje en lo que se ve, en un
kata tampoco se hace esta sugerencia, sino que busca que los movimientos
esenciales sean comprendidos. De forma que cuando esto ocurre son mucho mas que
ellos mismos.
Y
volviendo a la pregunta sobre ¿que motiva a practicar Karate-dô?, ¿Cual es la
razón profunda?, creo que no debería ser tanto el conseguir unos momentos de
felicidad puntual en el placer del ejercicio, de la compañía, de la autoestima,
del éxito, de la fuerza, etc., o de un imposible estado permanente de felicidad
al ser esta una cara de la misma moneda que la infelicidad y el sufrimiento
inevitable, como de llegar a un estado de armonía. Quizás no pretender ser un
iluminado pero si ver las cosas con la lucidez que nos da una mayor consciencia
de la realidad, del Vacío.