Como una niña pequeña espera el día de Reyes magos, apenas
dormí seguido en la noche, esperando que llegará el Alba, mi primer Misogi.
Después de varios años de no poder ir.
Todos sabemos que detrás de las nubes, siempre sale el sol,
aunque ayer seguía agazapado detrás de ellas y no nos brindó su luz, aun así,
la experiencia no pudo ser más gratificante.
Durante la meditación podía sentir la paz, no sólo por la
vista del amanecer y el mar de frente, sino también por la paz que me han
trasmitido todos mis compañeros, en este día, sin distinción ni rango.
108, en honor al pasado, todos en fila y al unísono.
Sanchin practicado en el gélido mar me ha hecho flotar de
ilusión y gozo, y Tensho, que aún no dominó por completo, ya fuera del agua con
los de secano, ha sido el colofón final a una manera diferente de recibir un
nuevo año, agradeciendo que estamos vivos, y que somos una gran familia
variopinta, que sigue creciendo, aprendiendo y compartiendo.
Tensho. En el centro Yolanda |
Pero sin duda alguna, como todo esfuerzo tiene recompensa,
café, chocolate y churros, han hecho las delicias del madrugón.
Y ya claro, lo que se queda en ese palmeral entre toallas manta, el tan esperado calzoncillo de Bharat como la Pedroche año tras año, y
conversaciones y comparativas de intimidades que nos quedamos para nosotros con
nuestras risas.
A Sensei nuestro 6º Dan, a la "senseisa", madrugadoras y fotógrafa y a todos mis compañeros....Gracias
Yolanda Palma
Fotos: Lore y Andrés
No hay comentarios:
Publicar un comentario