Es difícil que de las pocas horas que compartimos surja un
espíritu de amistad, colaboración y apoyo como el que hemos conseguido.
La falta de un lugar propio que pudiéramos llamar dôjô en
todo su sentido, no ha sido un gran inconveniente para forjar esté espíritu.
Cada cual tiene sus preferencias, objetivos, prioridades y
forma de ser, pero me siento orgulloso de que al menos en torno a mi persona y
a la de los senpai, todos hagamos un esfuerzo para crear el adecuado ambiente
en el que todos podamos crecer.
Quizás, algún día, logremos que este ambiente impregne todos
los momentos de nuestra vida y lo contagiemos a los que nos rodean. Esa es la
esencia de la práctica del Karate-dô.
En mi nombre y en el del sensei Carlos, agradecemos las
expresiones de respeto y cariño que recibimos en la cena navideña. Por mi
parte, incluso me sentí un poco abrumado y creo que en adelante deberíamos
hacer de este acontecimiento una ocasión para agradecer no solo a los que en
cierta forma “guiamos” nuestro especial grupo, sino también a todos los que
colaboran activamente, que sois todos, porque el secreto de nuestro dôjô no
está en las instalaciones, el equipamiento o la decoración, sino en vosotros
que durante todo el año os esforzáis en mejorar acudiendo a las practicas, los
cursos y el resto de actividades.
Gracias y feliz año 2020.
Ganbatte kudasai!!!
Antonio Ávila
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