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martes, 31 de mayo de 2016
domingo, 29 de mayo de 2016
SOBRE EL SISTEMA DE GRADUACION DANKYÛSEI
Antiguamente,
los practicantes de Karate entrenaban en número reducido de forma secreta en
lugares alejados de la mirada de los curiosos. Debido a este factor todos
sabían el nivel de cada uno y no eran necesarios signos externos para
diferenciar a los practicantes. En el caso del Miyagi sensei, nunca otorgó ningún grado, y el mismo solo utilizaba
a veces una sencilla cinta negra para sujetar la chaqueta.
Con
el correr de los tiempos y la apertura de la enseñanza en las escuelas y nuevos
Dôjô, el número de practicantes
aumentó bastante y surgió la necesidad de crear una estructura que facilitara
la enseñanza y la evaluación de los practicantes
El sistema de Dan (nivel) se empleó por primera
vez en Japón en el siglo XVII para diferenciar niveles en el juego del ajedrez
japonés. El Kodokan (la escuela original del Judô) lo introduce en
1883 en el Judô. La Dai Nippon Butokukai (organización
estatal de las Artes Marciales japonesas) lo implantó en 1917. A finales del
siglo el número de danes se estableció en 5, pues se ajustaba mas al sistema
tradicional de grados de las antiguas Koryu (antiguas escuelas de Artes
Marciales japonesas), y tanto en Judô (J. Kano) como en Karate
(G. Funakoshi) así se aplicó. Sin embargo en 1955 en Karate se establecieron
10 danes (en Judô llegaron hasta 12).
En
cuanto al color de los dan, del 1º al 5º se utiliza el
negro, de 6º al 8º se puede utilizar el blanco/rojo y de 9º y 10º dan,
el rojo. Algunos maestros de alto nivel optaron por el cinturón blanco (es el
caso de Jigoro Kanô, fundador del Judô)
Shodan (1er
Dan)
Nidan (2º
Dan)
Sandan (3er
Dan)
Jondan (4º
Dan)
Godan (5º
Dan)
Rokudan (6º
Dan)
Sishidan (7º
Dan)
Hashidan (8º
Dan)
Kudan (9º
Dan)
Judan (10º
Dan)
Kyû
significa “clase”, al principio había hasta 10 Kyû para que se retardase
la progresión, hoy en día se utilizan 5, aunque se mantienen los llamados
“cinturones partidos” para los niños.
El
sistema de graduación de los Kyû
también se inspiró en el Judô, aunque el sistema de
graduación de Kano sensei contemplaba
el cinturón blanco para 6º a 4º Kyû,
el marrón de 3º a 1er Kyû. Al parecer
se inspiró en la utilización de los colores para indicar la jerarquía en los
templos Los colores actuales en Judô, que coinciden con los actuales de Karate
se establecieron en Europa de mano de Gunji
Koizumi sensei y sobre todo de Mikonosuke
Kawaishi sensei en los años 30.
En Karate los colores se establecieron
oficialmente en 1956 con la creación de la Federación
de Karate de Okinawa. Inicialmente apenas se utilizaron tres colores: el
blanco hasta 4º Kyû, el marrón hasta
1º Kyû y el negro. La incorporación
en Karate de mas colores en los cinturones se atribuye a Toguchi sensei, alumno de Higa sensei y del propio Miyagi sensei.
Al
principio los cinturones de color de Karate
tenían una linea roja longitudinal para diferenciarlos de los de Judô.
Actualmente se utiliza un sistema de colores mas amplio.
El sistema utilizado en nuestro estilo es:
10º Kyû Cinturón
blanco
9º Kyû Cinturón
blanco con una lista negra
8º Kyû Cinturón
amarillo
7º Kyû Cinturón
amarillo con una lista negra
6º Kyû Cinturón
amarillo con dos listas negras
5º Kyû Cinturón
verde
4º Kyû Cinturón
verde con una lista negra
3º Kyû Cinturón
marrón
2º Kyû Cinturón
marrón con una lista negra
1º Kyû Cinturón
marrón con dos listas negras
1º a 10º DAN Cinturón
negro.
Otros estilos utilizan otros colores. Urasoe Okinawa) Dôjo de Okinawa Shorin Ryu |
Sin embargo, para coincidir con las
graduaciones mas utilizadas en España, se modificó este sistema utilizado solo
en Okinawa.
RokKyû (6º
Kyû) Cinturón Blanco (Shiroi Obi)
GokKyû (5º
Kyû) Cinturón Amarillo (Kiroi Obi)
ShiKyû (4º
Kyû) Cinturón Naranja (Orenji Obi)
SanKyû (3er
Kyû) Cinturón Verde (Midori Obi)
NiKyû (2º
Kyû) Cinturón Azul (Aoi Obi)
IkKyû (1er
Kyû) Cinturón Marrón (Chairo Obi)
Algunos términos relacionados con el
grado son:
YUDANSHA: Practicante
con rango de DAN
KODANSHA: Practicante
de 5º DAN en adelante
MUDANSHA: Sin
grado o DAN (se refiere a los KYÛ)
SHOSHINSHA: Principiante
. El sistema Shogo de titulaciones de
enseñanza se formalizó a principios del siglo XX por la Dai Nippon Butokukai. Kyoshi y Hanshi se otorgaban a
personas que contribuían al Budô. El título de Renshi, originalmente
conocido como Seirensho no se incluyó hasta 1934.
RENSHI Denota
un perfecto dominio de sí. Se corresponde con 4º o 5º dan. El hombre que
sabe, “el que entrena”. Grandes maestros que siguen dando clases en forma personal a pesar del alto nivel logrado en su
propia práctica
KYOSHI Instructor, enseñante, que trasmite. Grado de profesor adjunto grado de perfección interior. Se suele corresponder con 6º o 7º dan.
HANSHI Hombre que reflexiona y descubre. Maestro espiritual. A partir del 8º dan. Maestro en el Arte Marcial y en la vida.
KYOSHI Instructor, enseñante, que trasmite. Grado de profesor adjunto grado de perfección interior. Se suele corresponder con 6º o 7º dan.
HANSHI Hombre que reflexiona y descubre. Maestro espiritual. A partir del 8º dan. Maestro en el Arte Marcial y en la vida.
Antonio Avila
domingo, 22 de mayo de 2016
NO LO LEAS DEPRISA...
En estos tiempos han tomado un extraño
valor aquellas cosas que son rápidas y superficiales.
Aquello que se consigue rápido, es a
priori mejor que lo conseguido de una manera lenta o pausada. No importa si lo
conseguido de inmediato no es realmente lo que buscábamos. Basta con que se
parezca a la imagen que nosotros nos hemos formado de ello, o nos han formado,
total, nos ha costado poco esfuerzo y puedo cambiarlo por otro rápidamente.
Todo se consigue así, rápidamente: la información, la comunicación, la comida…
Se llega a toda prisa en transportes cada vez mas rápidos, y nos vamos a toda
prisa. Hay que pensar rápido y en muchas cosas, pues tenemos que hacer muchas
cosas “importantes” rápidamente.
Adelgazamos rápidamente, rápidamente engordamos,
rápidamente nos liberamos del dolor, y rápidamente logramos placer, rápidamente
“aprendemos” a defendernos, a “relajarnos”, a “conocer” milenarias culturas,
rápidamente, rápidamente… Rápidamente vivimos y rápidamente morimos.
Los niños ya no necesitan perder el
tiempo en imaginar, inmediatamente pueden ser astronautas, alienígenas,
conducir coches, ir a la guerra y pilotar helicópteros de manera “real”,
quieren ser rápidamente mayores, ser rápidamente adultos de “éxito” gracias a
sus móviles de última generación o el último modelo de coche, que nos permite
llegar rápido y además, llamar a alguien mientras aparca solo.
Los adultos quieren jubilarse
rápidamente para descansar y hacer lo que les gusta: hacer cosas rápidamente,
pues ya no queda mucho tiempo. Al final se contentan con que la muerte se los
lleve rápidamente y no sufran la espera pues con las prisas no han podido
pararse a aceptar la vida y aún menos, la muerte.
Nos ponemos como objetivo llegar a ser
felices cuanto antes, pensamos que satisfaciendo nuestros deseos de inmediato
lo conseguiremos. Pero la felicidad esta en el camino, no al final de este, no
en lo externo, sino en nuestro interior.
¿Qué podemos hacer para aquietar
nuestras vidas? ¿Cómo podemos imponer un ritmo más humano y placentero? ¿Dónde
está ese camino que podamos recorrer tranquilamente sin importarnos a donde nos
lleve? ¿Cómo profundizar en lo verdaderamente importante?
A través del Karate-dô, tenemos un lugar y un camino donde retomar nuestro
original ritmo vital, donde explorarnos instante a instante, donde encontrar
compañeros, itinerarios y guías para el viaje.
El dôjô es
el “lugar del camino”, en él no se nos permite la prisa pero tampoco la pereza.
A la voz de ¡mokuso! (meditación) aquietamos la mente agitada, regulamos la
respiración alterada. Poco a poco abandonamos la ajetreada superficie y
profundizamos en el mar de nuestro ser donde encontramos la calma, y nuestra
mente se impregnan de ella. No hay tiempo en el dôjô, solo atención en el momento presente, si esta se debilita,
nos perderemos, como en la vida, muchas de las cosas que pasan en él.
En este estado y en este momento,
podemos reencontrarnos con nuestras sensaciones. El esfuerzo, el cansancio e
incluso el dolor nos recuerdan el placer de estar vivos, de disfrutar del
proceso. Cuerpo, mente y espíritu se unen y podemos atisbar nuestro ser
original, nuestro ritmo natural.
En el kata, la forma, aplicamos este estado. Nuestro cuerpo se forja en
la técnica, nuestra mente está liberada y abierta a las sensaciones, nuestro
espíritu anima el ejercicio, en su adecuado ritmo, en la adecuada sucesión de
técnicas, en la correcta ejecución. No hay objetivo final, porque nunca
llegaremos a un final, el Karate-dô
es para siempre, no hay pues prisa. Nuestro ego no nos dominará convenciéndonos
de que necesitamos nuevas cosas, ideas, sistemas, etc pues se acostumbrará a no
pedir, ya que nunca obtendrá nada, porque no hay nada que obtener. Al
contrario, solo buscamos lo que hemos perdido y teníamos desde el principio: a
nosotros mismos en el momento presente.
Antonio Avila
lunes, 16 de mayo de 2016
UNA FABULA MARCIAL
Hace ya algún tiempo que escribí está fábula. Hoy la recupero para compartirla con todos vosotros.
EL MAESTRO CAMALEÓN
EL MAESTRO CAMALEÓN
Existe un bosque, no muy
lejos de donde nos encontramos, en el que habitaba, no hace mucho tiempo, un
Maestro Camaleón. Su avanzada edad había cimentado en él lo que consideraba una
técnica perfecta. Al fin y al cabo le había permitido sobrevivir y por ello
recibir la consideración de sus congéneres. Con posiciones y desplazamientos
lentos, se adaptaba a las formas de cada entorno, haciendo que su figura fuese
casi imposible de distinguir aún cuando se movía. Podía conseguir en su piel
tonos que lo hacían confundirse con una rama, con un trozo de corteza o con una
verde hoja entre otras. Desde su aparente inmovilidad podía generar un
movimiento explosivo que lanzaba su veloz lengua hacia su objetivo con cierta
precisión. Sus ojos captaban todo lo que ocurría a su alrededor sin que su
atención quedase atrapada por nada en particular. Su espíritu estaba en
constante alerta, aunque confiado en su técnica y en la experiencia de los
años, a menudo desataba sus pensamientos llenando el vacío de su mente.
Estas habilidades eran
envidiadas y admiradas por otros muchos animales, y desde su invisibilidad
podía oír con frecuencia los elogios que le dedicaban. Esto era muy de su
agrado pues pensaba que era una pequeña recompensa por su esfuerzo en
mantenerse activo y convertir la tarea de sobrevivir en un Arte.
Solitario, deambulaba
como un fantasma por los árboles, ocultándose a sus enemigos y utilizando sus
habilidades para cazar. A veces se paraba a observar la técnica de otros
camaleones y encontraba en ella tantos fallos que se sorprendía que no pasaran
hambre e incluso de que no estuviesen ya muertos.
Hacía ya algún tiempo que
empezó a acompañarle un joven camaleón, que admirado por sus cualidades y en su
afán por superarse, se había convertido en su pupilo. Ambos solían compartir un
mismo árbol y así, el Maestro Camaleón podía ser observado con atención por el
aprendiz.
Cierto día, desde la
atalaya de una rama, distinguieron entre unos arbustos la entrada a una extraña
madriguera. El joven camaleón lleno de curiosidad y con la seguridad que nace
del inconsciente ímpetu juvenil, descendió del árbol y se dispuso a averiguar
que animal la habitaba. El Maestro Camaleón se quedó observando desde la rama
como si parte de ella se tratara.
Al cabo de un buen rato
el joven camaleón regresó y le dijo a su maestro: ¡La madriguera está ocupada
por un camaleón! Al verlo, me quedé petrificado por la sorpresa. A pesar de no
tener muchos años, noté que dominaba la técnica de la absoluta inmovilidad,
parecía no tener vida. Desde esa posición sentí como me observaba buscando mis
puntos fuertes y débiles, tratando de analizarme al instante. Sin duda es un
joven maestro a la búsqueda de un constante mejoramiento.
El Maestro Camaleón, algo
incrédulo, y dudando del buen criterio de su pupilo, decidió comprobar por si
mismo la valía del joven maestro. Seguro de su habilidad mimética y de sus años
acumulados de experiencia, decidió al principio demostrar que podría llegar a
observarlo sin que él percibiese su presencia. Convertido en una piedra
grisácea, permaneció durante horas a la espera de que se mostrase. Comenzaba a
atardecer. Pronto oscurecería y el suelo no era un terreno propicio para que le
sorprendiera la noche, por lo que decidió no dar por perdido el esfuerzo
invertido y saciar su curiosidad asomándose a la entrada. Con una desesperante
lentitud, poco a poco se fue acercando. Su piel cambiaba gradualmente del color
de la pizarra al ocre arcilloso y de este al verde de la hierba fresca. Al fin
llegó a la entrada de la singular madriguera, y observó que no estaba excavada
en la tierra como otras que había visto, sino que era mas bien un pasadizo
entre los arbustos, y justo en el centro del mismo, en una total inmovilidad,
su experimentada visión distinguió a otro camaleón que le miraba directamente
con uno de sus ojos. Su instinto no le reconoció como un peligro y el Maestro
Camaleón, divertido por la ingenuidad de su congénere pensó:
Este novato no vivirá
mucho más con esta técnica. ¡Cómo se le ocurre estar tanto tiempo en el suelo y
no acogerse a la seguridad de los árboles! Sin duda, la inexperiencia de mi
pupilo ha dejado volar su imaginación, pues además de no ser joven, este
camaleón tiene aún muchos fallos en su camuflaje. No me extraña que no se
atreva a moverse. Además, aunque quisiera hacerlo seguro que lo hará de forma
torpe e insegura, por lo gorda que tiene la panza. Quizás se cebó en un
hormiguero. Su espíritu está claramente distraído, su mente lo absorbe en
pensamientos y consideraciones que anulan su capacidad de reacción. En este
momento podría ser devorado por una serpiente o por un zorro. Debería
esforzarse mas en mejorar y no conformarse con su extraña y deficiente técnica,
aunque al parecer, la haya dado algún resultado hasta ahora.
Pensando esto se dio la
vuelta apresuradamente para volver a la protección de las alturas, y el novato
camaleón hizo exactamente el mismo gesto al otro lado del trozo de espejo que
estaba apoyado en los arbustos.
Antonio Avila – Septiembre 2003
domingo, 15 de mayo de 2016
LA DEGRADACIÓN DE LOS GRADOS
Desde que se creó el sistema moderno de grados Kyu-Dan, hasta la actualidad, muchas
voces de maestros han estado en desacuerdo con él. Por ejemplo, Miyagi sensei nunca dio un grado a
nadie. Estaba en contra del sistema de grados porque según él, esto creaba una
sensación de “inferior” y “superior” en la comunidad del Karate, y esto llevaba a la discriminación de la gente, siendo
juzgado el karateka por su grado y no
por su carácter.
Hay un dicho entre los maestros que no
ven con buenos ojos este sistema que dice que es como “juzgar el valor de un tigre por la belleza de su piel”. Lo que
reconoce un título marcial es la eficacia total e irreversible del titular en
la vida, porque la vida es un combate en todos los dominios.
En los antiguos sistemas del Bujutsu se considera un signo de vanidad
llevar una distinción, ya sea por el color del cinturón o por una vestimenda
diferente, que indique su nivel tanto técnico como humano. Si de verdad es una
persona evolucionada, razonablemente sabio y humilde, no necesita de estas
distinciones, debe ser reconocido por su comportamiento y su practica, no por
un signo exterior.
Sin embargo el
sistema de grados, es innegablemente una herramienta muy válida, sobre todo en
Occidente, para la enseñanza del Karate-dô,
fundamentalmente por la imposibilidad de mantener la tradicional relación
directa y cotidiana desde el gran maestro, cabeza de la escuela, hasta los
alumnos principiantes
Por
desgracia, las mismas organizaciones que han permitido que el Karate-dô llegue hasta nosotros a miles
de kilómetros de su origen, también han contribuido a distorsionar tanto el
proceso de concesión de grados, como la imagen que muchos practicantes tienen
de ellos.
Las grandes
organizaciones han llegado a ser tan “asépticas” que el sistema de obtención de
grados, sobre todo a nivel de dan, se
ha convertido desde un punto de vista tradicional en un trámite carente de
sentido. Si a esto unimos objetivos deportivos o económicos, creo que ya no
estamos hablando de Karate-dô.
Las
asociaciones/federaciones dedicadas al aspecto deportivo del Karate, suelen,
bajo la excusa de la “modernidad” o de la “evolución”, desligarse de los
aspectos mas tradicionales y profundos del Karate. Sin embargo, les interesa
mantener algunos como la concesión de grados, como fuente de ingresos y sistema
de control de los profesores.
Pero entonces se nos plantean varias
preguntas: ¿qué es para ellas un dan?
¿es un nivel deportivo ya que es otorgado por una entidad deportiva?. Si es así
¿por qué no se pierde cuando un deportista baja de categoría o disminuye su
habilidad como en el resto de los deportes? ó ¿qué sentido tiene el dan cuando las competiciones no se
organizan en base al grado? ¿En que otras competiciones deportivas hay dan? ¿El dan es un grado dentro de una tradición cultural? ¿Es un nivel que
reconoce el esfuerzo personal atendiendo a aspectos físicos, mentales y
espirituales? En estos casos una organización deportiva no tiene derecho a
concederlo. El grado de cada uno es algo muy personal que se relaciona con
nuestra propia evolución integral como persona que practica la Vía del Karate. Nuestro sensei nos acompaña en esta evolución y es quien mejor puede
reconocer nuestro progreso.
Las
organizaciones deportivas, solo atienden a los aspectos físicos y técnicos.
Imponen unas “normativas de examen” que permiten a una persona acceder a un
grado simplemente cumpliendo el periodo de tiempo necesario, haya entrenado o
no, o haya incrementado sus conocimientos o no, pagando sus cuotas y tasas, y
ejecutando “correctamente” aquellos ejercicios técnicos que están establecidos
para cada nivel. No es necesario demostrar progreso o dominio en otro campo que
no sea el de las técnicas que se solicitan. No es necesario ser presentado por
un maestro, basta un instructor técnico que haya conseguido su nivel de igual
manera, y esté asi controlado por la organización.
Por otro lado es inaceptable que un dan sea juzgado por gente incapaz de
tener un juicio justo sobre el candidato, su pasado, su cultura, su moralidad,
su nobleza de comportamiento, su evolución interior y su eficacia real en un
combate, y muchas veces sin el conocimiento practico de la escuela a la que
pertenece.
Sin embargo para muchos practicantes
este es un sistema que les permite ser independientes en su negocio o en su práctica,
a la vez que están cubiertos por un manto de oficialidad. Sin embargo, si un
alumno prefiere un tribunal anónimo a su sensei,
ya hace pensar sobre su mentalidad y sus “maneras”. Este sistema, muy ligado a
la competición, produce jóvenes inconscientes y vanidosos portadores de dan, que con el tiempo se convertirán en
viejos portadores de dan temerosos de
ser superados por sus alumnos, porque su poderío físico mengua, y se hacen
conscientes de sus carencias técnicas y mentales, supliendolas con cursos
alternativos de ¿defensa personal? Los altos dan aunque hayan sido competidores excepcionales no han hecho mas
que “jugar” al Karate, deben cuidar
de ser capaces de lograr cambios notables y positivos como seres humanos.
Otras
organizaciones mas tradicionales, se mantienen mas cerca del verdadero espíritu
de lo que debe ser un examen de dan,
y de los requisitos necesarios, relacionados tanto con una maestría “exterior”,
como con una maestría “interior”. El nivel de eficacia en combate puede
perderse con la edad, pero no el nivel de eficacia frente a la vida.
La otra cara
de la moneda es que estas organizaciones suelen ser “no oficiales” ya que no
aportan gloria a sus países en competiciones internacionales, solo se ocupan de
ofrecer a los practicantes bienestar, educación y el aprendizaje de un arte que
podrá darles beneficios físicos, mentales y espirituales durante toda la vida.
Esta “no oficialidad” se traduce fundamentalmente en una falta de respaldo
económico. Las asociaciones tradicionales buscan facilitar un objetivo común
fundamental: poder entrenar con un sensei
cualificado. Pero en muchas ocasiones se confunden los fines con los medios, y
unas cuotas o requisitos excesivos para acceder a los exámenes, con el fin del
mantenimiento de la organización, frenan el objetivo principal que no es mas
que avanzar en la práctica cotidiana.
Nos toca
adoptar nuestra propia postura:
La relación fundamental sensei-deshi
(maestro-discípulo), con todo lo que conlleva, es el núcleo de nuestra
práctica, y debe ser guiada por la actitud abierta, constante y dirigente del
principiante (shoshin). Los grados
son importantes, son hitos que hemos de superar, que nos obligan a dar un poco
mas, que nos sacan de la rutina y que nos abren otras puertas hacia un mayor
conocimiento. Pero la progresión que como practicantes conseguimos con nuestro
esfuerzo, reconocida por nuestro (nuestros) sensei
es mucho mas importante que cualquier grado homologado.
Antonio Avila
lunes, 2 de mayo de 2016
BARBACOA DE CELEBRACIÓN - 1 DE MAYO
El Domingo 1 de Mayo fue día de celebración por muchos motivos:
Era el día exacto de cuando hace cuarenta años me inscribí en el Karate-Club-Málaga, por lo que decidimos celebrarlo con una gran barbacoa, al mando Raul, nuestro maestro asador de origen argentino..
También hemos de agradecer la inapreciable labor de organización de Carlos...
Gracias también a Andrés, nuestro reportero gráfico...y sus colaboradoras, Loren, Susi y Pe.
Gracias a mis alumnos casi se convierte la ocasión en la despedida del viejo practicante. Me agasajaron con regalos. Muchas gracias por el detalle.
También celebramos el aniversario de los primeros integrantes del dôjô que obtuvieron su cinturón negro dentro de la IOGKF hace ya siete años. Ana, Carlos y Sergio.
Y por supuesto no podía quedar al margen el Día de la Madre. De las mas veteranas...
Y de las menos, incluidas las futuras...
Pero lo mejor es que nos reunimos, que el dôjô es también una familia, y que seguiremos entrenando juntos.
Ganbatte!!!
Era el día exacto de cuando hace cuarenta años me inscribí en el Karate-Club-Málaga, por lo que decidimos celebrarlo con una gran barbacoa, al mando Raul, nuestro maestro asador de origen argentino..
También hemos de agradecer la inapreciable labor de organización de Carlos...
Gracias también a Andrés, nuestro reportero gráfico...y sus colaboradoras, Loren, Susi y Pe.
Gracias a mis alumnos casi se convierte la ocasión en la despedida del viejo practicante. Me agasajaron con regalos. Muchas gracias por el detalle.
También celebramos el aniversario de los primeros integrantes del dôjô que obtuvieron su cinturón negro dentro de la IOGKF hace ya siete años. Ana, Carlos y Sergio.
Y por supuesto no podía quedar al margen el Día de la Madre. De las mas veteranas...
Y de las menos, incluidas las futuras...
Ganbatte!!!
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