La
práctica del Karate-dô entre las mujeres no es un fenómeno moderno. A
pesar de mantenerse la tradicional posición de inferioridad social de la mujer
con respecto al hombre en el Japón de principios del siglo XX, época de los
inicios del Karate, muchos maestros se manifestaron a favor de que
practicaran:
“La
práctica del Karate no discrimina entre hombres, mujeres, ancianos o niños.
Fuertes o débiles, todos pueden practicar seleccionando las técnicas y “formas”
apropiadas a su condición física”.
Maestro Chojun Miyagi , “Karate-do Gaisetsu”, 1936
Se conoce algún caso de practicantes
femeninas de alto nivel como Yonamine Chiru, que ya era una experimentada
maestra cuando se casó con el maestro Sokon Matsumura (1800-1892). Otras
mujeres, esposas de maestros, también aprendieron hasta cierto nivel. Funakoshi
sensei (1868-1957) citaba:
“Mi mujer llegó a tener un profundo
conocimiento el arte (del Karate)” Tenía un buen nivel y solía mediar entre
disputas de borrachos. “El éxito dependía enteramente de su poder de
persuasión” (p.56/57
“Mi Camino” Ed. original publicada en 1955).
En
los escritos del maestro Funakoshi encontramos referencias sobre algunos
aspectos que frenaban la práctica del Karate por parte de las mujeres,
al menos de forma multitudinaria.
“La defensa personal para mujeres, de
alguna forma da la impresión de dureza y masculinidad, y ello,
desafortunadamente tiende a crear malentendidos entre el público en general,
que piensa que la practica del karate puede llevar a la mujer a la pérdida de su gracia natural,
lo cual no es en absoluto cierto. Mente sana en cuerpo sano es un dicho
aplicable no solo a los hombres , sino también a las mujeres.” (p. 233 “Karate-do
Kyohan” Ed. original publicada en 1935)
“El entrenamiento es también una
excelente forma de ejercicio saludable y puede contribuir al cultivo de la
belleza física general de aquellas mujeres que son propensas a llevar una vida
sedentaria.” (p.
234 Karate-dô Kyohan)
Afortunadamente
hoy en día, el considerar la practica del Karate-dô como un factor de la
pérdida de femineidad, es algo que se está superando, al constatar que la
correcta practica, también en el hombre, debe refinar y no embrutecer tanto las
actitudes como los comportamientos.
La siguiente cita es fruto de la
época:
“Frecuentemente me han preguntado si
una mujer que practique Karate lo hace para dominar a su marido después de
casarse. Diría que es muy cierto lo contrario: una mujer que entrene Karate
hará lo posible por obedecer a su marido, porque empieza y termina con
cortesía. Una esposa seguidora del Karate-dô no soñaría con tratar de
prevalecer sobre su marido. Sabemos muy bien que el Karate puede mejorar la
apariencia física de las chicas y de las mujeres jóvenes, tanto es así que
muchos padres traen a sus hijas para que se les enseñe el arte.” (…) (También
para la salud) (…)
(p.132 “Mi camino”, 1955)
Sin comentarios.
Hasta
mediados de los años 20 en Japón no empezaron a existir clases exclusivamente
para mujeres. En los años 30 con el auge del militarismo, las clases de Karate
y de defensa personal en general, se promocionaron en diferentes ámbitos como
el educativo y el laboral, lo que no indicaba que aún así estuviese bien visto.
En los años 50, tras la guerra, aún comentaba Funakoshi sensei:
“Creo que hay muchas mas mujeres que
practican Karate, lo que me parece que es bueno. Pero si las escolares que lo
aprenden temen que se sepa públicamente, nosotros, los responsables de su
difusión, debemos respetárselo y mantener de cara al exterior que el Karate es
un arte que debe ser practicado solo por hombres. Sin embargo, aunque el
público en general tienda a pensar mal de las mujeres que desean entrenar
Karate, las propias mujeres encuentran este arte tan atractivo como los hombres
(…)” (p. 131
“Mi camino”.)
Algunos
maestros como Yasuhiro Konishi (1893-1983) o el mismo Kenwa Mabuni (1899-1952),
fueron encargados de diseñar cursos para mujeres, y fruto de ellos fueron kata
como Seiryu, Mioyo o Aoyagi, pensadas para mujeres.
También el maestro Choki Motobu (1870-1944) participó en algunos de los cursos
de ese periodo.
La consideración general de la
inferioridad física de la mujer ante el hombre, también ha sido un argumento
esgrimido por ambos sexos para justificar la idea de que la práctica del Karate,
y de cualquier otro sistema de lucha, es poco útil para la autodefensa de la
mujer. El maestro Funakoshi apunta:
“El objetivo de las artes marciales ha
sido siempre defenderse y no atacar a los demás, y en el caso de la defensa
personal femenina, esto es especialmente cierto. Si la mujer, que es
físicamente mas delicada que el hombre, intenta contestar al ataque de un
rufián con fuerza física, es casi imposible para ella salir airosa. (...) a
través del conocimiento de la defensa personal es posible escapar fácilmente
del peligro; en cualquier caso, los principios de la defensa personal deberían
siempre estar listos para su utilización en todo momento. La relativa debilidad
de la mujer, al tratar de protegerse de un oponente mas fuerte, debe verse
paliada por técnicas rápidas y especialmente precisas al atacar a puntos
vitales. Para conseguir esto es necesario practicar regularmente; de otra
forma, en el momento del peligro real puede dudar o ponerse nerviosa y aumentar
el peligro en vez de evitarlo. Se debería comenzar por practicar las formas y
las técnicas básicas y con el tiempo, conforme va aumentando el nivel de
habilidad, entrenarse en el combate, tratando de imaginar las situaciones mas
comunes con las que puede encontrarse la mujer, practicándolas con constancia,
de forma que en el caso de una situación peligrosa pueda escapar sin perjuicio
alguno. “ (p.
234 Karate-dô Kyohan)
“También está en hecho indiscutible de que una mujer con
algún conocimiento del Karate puede defenderse contra un posible asaltante, incluso
si se trata de un hombre fuerte.(…) Al contrario, todo el que domina
verdaderamente el arte del Karate se cuida de no aventurarse en lugares
peligrosos o situaciones en las que él o ella pudieran verse forzados a
utilizarlo. De la misma forma que un hombre que entrena Karate no busca la
pelea, una mujer tampoco se expondrá a situaciones en las que deba utilizar su
destreza para dominar a un posible violador”. (p.132 “Mi camino”,)
El
secreto está en el entrenamiento, en la adquisición de las cualidades
necesarias tanto para defenderse como para evitar el conflicto. La falta de
autoconfianza, de ser conscientes de que podemos defendernos, produce que ante
una agresión de un hombre de mas tamaño y fuerza que nosotros, seamos hombres o
mujeres, que nos grita y que decididamente viene hacia nosotros, nos haga
pensar que no podremos hacer nada contra él.
La practica continua genera confianza
y determinación en nuestra acción; nos hace conscientes de nuestras
limitaciones y debilidades, dándonos una oportunidad de superarlas o de
compensarlas potenciando nuestras ventajas y fortalezas.
Antonio Avila