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miércoles, 14 de diciembre de 2016

MISOGI 2017


MISOGI DE AÑO NUEVO

LUNES 2 DE ENERO DE 2017, PLAYA DE LOS ALAMOS
(HORA 8:00 de la mañana)



La Vía espiritual del Karate (Karate-dô) necesita que de vez en cuando realicemos un gesto de compromiso con ella. Alinearse con las fuerzas de la Naturaleza y buscar en ella nuestro Ser original; una mente clara y libre de nuestro falso ego. Sin este tipo de experiencias la sola comprensión intelectual será inútil.

El MISOGI es una gran oportunidad, que aconsejo a todos los que podáis asistir, a cualquier practicante interesado de cualquier escuela. Todos sois bienvenidos.  Es una experiencia que nos hace pensar en nuestra renovación, en “poner de nuevo las cosas en orden” y en reflexionar sobre nuestras intenciones y objetivos para el año que comienza.

         El término Misogi, traducido de forma amplia como “purificación”, es un acto de voluntad destinado a renovar nuestros votos de alcanzar nuestra mejora corporal, mental y espiritual. Deshacernos de las ataduras mentales que crean en nosotros los deseos y las emociones incontroladas o negativas como el miedo, la ira, la pereza, la envidia, el orgullo, la ambición, el egoísmo…

         Desde hace algunos años, realizamos esta ceremonia de Misogi que consta de tres elementos:

·         La limpieza exterior simbolizada en nuestro karategi y obi (cinturón) blanco y en el acto de sumergirnos en el agua.
·         La limpieza interior a través de la respiración profunda en meditación y de la potente respiración de Sanchin kata.
·         La limpieza espiritual en la búsqueda meditativa de una mente renovada y limpia, en simbiosis con el ciclo del nacimiento del Sol, apartada de las malicias del Ego, desechando las pasiones que de él surgen, las 108 pasiones, expulsadas en el acto de realizar 108 tsuki.

Y se desarrolla de la siguiente manera:

Zazen. Misogí, 2016
A las 8:00 nos reuniremos en la playa de los Alamos (bajando desde la gasolinera de los Alamos, la playa que nos encontramos justo al frente). Tras los preceptivos saludos de Año Nuevo, procuraremos mantener una actitud concentrada. Fotos y anécdotas quedarán para más tarde.

Acudiremos con karategi y cinturón blanco.



A las 8:15 comenzaremos con una meditación en dirección este, hacia la salida del Sol, lo que ocurrirá a las 8:30.


En ese momento saludaremos y realizaremos una serie de 108 golpes (hyaku hachi tsuki), representando al espíritu de lucha de quién busca el Camino () y en relación a las 108 campanadas de Año Nuevo que se realizan en los templos budistas de Japón con el fin de eliminar simbólicamente los 108 bonno o malas pasiones que atenazan al hombre. En nuestra escuela de Goju Ryu, el kata mas elevado es Suparinpei, que significa 108, número que además de lo dicho, tiene un significado en relación a su obtención. A 108 se llega multiplicando el número 36 (Sanseru, otro de nuestros kata) o el 18 (kata Sepai).

Sanchin Kata. "Tres Batallas" (Cuerpo, Mente, Espíritu). Misogi, 2016
Tras esta serie de golpes que realizaremos de manera concentrada en su significado, sin ningún temor ni duda, nos sumergiremos en el agua y allí realizaremos el kata respiratorio Sanchin, con la intensidad suficiente como para hacer surgir nuestra energía interior (ki) hacia el exterior.

     El entrar en el agua es optativo pero debe ser una decisión tomada de antemano. Si decidís entrar debéis hacerlo a toda costa. Sin decidís no hacerlo, sin perturbación ni culpa, realizaréis el kata en la orilla.
Tensho kata. Misogi, 2016

Finalizado el kata Sanchin en el mar, realizaremos el kata Tensho en la orilla. Una vez mas buscaremos en nuestro interior el Ki vital, la llama interna que desde el hara (vientre) inundará nuestro ser.

     Finalmente un respetuoso, profundo, sincero y humilde saludo, dará por concluido el ceremonial. Ahora será el momento de las fotos de grupo.

Reconfortante desayuno en grupo tras el Misogi 2016


     Os esperamos a todos

Antonio Avila



Cena de Navidad de la AMGK


Un año más nuestra última celebración del año: la tradicional cena de Navidad.
Muchas gracias a todos por asistir y por un excelente año, porque en él hemos estado en infinidad de horas de práctica, hemos asistido y organizado cursos, hemos preparado exámenes de dan y kyu, hemos impartido y acudido a conferencias, hemos viajado a Murcia, Barcelona, Cazorla, Sierra Nevada y Sevilla (alguna a Okinawa), hemos organizado fiestas y barbacoas ( incluso indias y argentinas), hemos hecho senderismo por el Caminito del Rey, hemos bajado el Guadalquivir en rafting, hemos visitado hospitales, y en resumen hemos compartido penas y alegrías. Lo hemos hecho juntos y eso es lo importante.

Gracias a todos por colaborar en que todo esto sea posible y en conseguir tan excelente grupo.

El año que viene, MAS

lunes, 5 de diciembre de 2016

Bun-Bu o la Pluma y la Espada

Visita al Museo de la Prefectura de Okinawa, 2008

“Bun-Bu Ryo-dô, la doble Vía, ambas necesarias, como lo masculino y lo femenino, como las dos alas de un pájaro”.
Taisen Deshimaru

Zen y Artes Marciales

Cuando hablamos del Karate-dô unos dicen que lo entrenan, otros que lo practican y los menos, que lo estudian. Ya se que muchas veces es simplemente una forma de hablar, pero cada expresión indica el nivel de profundidad de nuestra práctica.

            Entrenar solo implica acudir al dôjô en las horas concertadas y “hacer” Karate en esos periodos desconectándose de él el resto del tiempo. El número de horas y sesiones puede incrementarse e incluso llegar a un gran nivel físico e incluso técnico, pero todo esto es efímero y tarde o temprano se irá disolviendo mas rápido aún que se adquirió.

            “Practicar” es un paso mas allá. Es llevar las enseñanzas del dôjô a la vida cotidiana. No solo las habilidades físicas en cuanto a movilidad, resistencia, fuerza, etc, o las habilidades técnicas, en nuestra forma de movernos, nuestra postura y en última instancia en la autodefensa, sino también los valores que se desprenden de su filosofía, como la humildad, el respeto, la cortesía…, valores que se han diluido en la sociedad actual bajo los lemas de la informalidad o la espontaneidad personal, superponiendo la individualidad (ego) sobre el comportamiento correcto y el respeto por los demás.
           
            “Estudiar” el Karate-dô incluye todo lo anteriormente dicho, pero además completa nuestra formación como personas librepensadoras.

            Este estudio tiene varios niveles:

            Como sistema de autodefensa desarrollado en Okinawa, el Karate-dô para su comprensión, desde nuestro punto de vista occidental, necesita del conocimiento de la historia y de la cultura de la isla, por lo que un primer nivel de estudio debería estar dedicado a conocer lo que practicamos, a nivel técnico tomando notas y asimilándolas a través del entrenamiento, leyendo escritos de maestros, etc, pero también adquiriendo conocimientos sobre otras escuelas y maestros, sobre la cultura okinawense incluida su lengua. Esto pronto nos llevará a interesarnos por China y Japón y multitud de aspectos de sus respectivas culturas. Para un practicante okinawense/japonés este primer nivel de estudio le supondrá mucho menos esfuerzo que a nosotros por razones obvias.

El maestro Chojun Miyagi (extremo derecho) con el maestro de Shodo Tadashi
 Yamashiro (extremo izquierdo) en la puerta del templo Gakokuji en los años 30.

           Pero no solo en el caso del Karate sino en toda la historia de la tradición marcial oriental, vemos muchos ejemplos de maestros que destacaron en las Artes, la Filosofía o la Ciencia, o que al menos poseían una gran cultura o se dedicaban a algún arte tradicional en concreto. El maestro Chojun Miyagi, hablaba a sus alumnos de todo tipo de temas: Medicina, Filosofía, Religión, Arte, etc. Sus amigos eran renombrados calígrafos, maestros budistas, científicos, escritores, etc. No se trata de estudiar una carrera, sino de nuestra formación cultural, de abrir nuestras mentes, de saber el porqué de las cosas, de apreciar el Arte, de saber donde estamos en el Mundo y que lugar ocupamos en la Naturaleza.

            Cualquier actividad practicada de manera seria pide de esta formación adicional. Desde tocar el piano hasta preparar un té necesita de conocimientos complementarios. El Karate-dô, como camino de perfeccionamiento, trata de todos los aspectos de nuestra personalidad por lo que la formación afecta no solo a nuestro cuerpo, sino también a nuestra mente y a nuestro carácter.

            Es triste comprobar que supuestos guías en el Karate-dô no sepan los orígenes de su escuela o donde está Okinawa, a veces ni leer o escribir correctamente (a pesar de sus títulos académicos). Nuestra cultura y nuestra educación, adquirida también a través del estudio del Karate-dô, evita que nos convirtamos en personas violentas, sin modales o desconsideradas con los demás.

            En la llamada “Paz Tokugawa” cuando la clase samurai se dedicaba principalmente a tareas alejadas de la guerra, se acuñó el lema Bun-Bu Ryo-Dô (文武両道), la “doble vía de la cultura y el arte marcial”, pues un samurai ocioso y sin educación podría convertirse en una persona violenta, de malos modos y dudosa moral. Es por ello que en esta época es cuando experimentan un gran desarrollo la practica de artes como la pintura, la caligrafía, la cerámica, la ceremonia del té, el arreglo floral, la poesía, etc.

Samurai ejerciendo como médico, hacia 1870

Este lema del Bun-Bu Ryo-Dô nos recuerda otro, esta vez del siglo XIX occidental, que rezaba: “La pluma es mas poderosa que la espada” dando a entender que en los “nuevos” tiempos que corrían un buen escrito era mas efectivo que una estocada, o trasponiendo los términos, que la cultura y la ciencia eran mas poderosos que la guerra. Y así debiera ser si no fuera porque la cultura brilla por su ausencia y la guerra la sabemos hacer todos. Desgraciadamente a nivel de nuestra práctica del Karate o de cualquier otro sistema, aún hoy sucede lo mismo, y se valora mas a quien nos hace conseguir efímeros triunfos, o embrutecernos mas, que a quién nos transmite valores y conocimientos que nos mejoren como personas.
            La combinación de los dos primeros kanji del lema antes citado, Bun-Bu (y,[1]) se ha utilizado en Japón, en el ámbito de los estamentos relacionados con las armas,  al menos desde el siglo VII, refiriéndose a que la persona debía formarse tanto en su educación como en los asuntos militares. Considerados como los dos aspectos necesarios para conseguir un alto nivel marcial y a la vez ser una persona respetable, es por lo que los hemos elegido como lema para el año que comienza.

Antonio Avila


[1]El primer kanji, significa literalmente carta o escrito y forma parte de otros conceptos como “artes y ciencia” (文事) y  representa el dominio de la educación general y los estudios culturales. El segundo kanji, significa militar. En este término武事o武芸significa asuntos militares o las artes marciales. La mejor traducción de Bun-Bu (文武) que significa literalmente “Cultura y Guerra”, podría ser “erudición y marcialidad”.





domingo, 6 de noviembre de 2016

UNA REFLEXIÓN IMPORTANTE - II PARTE


En la primera parte de este artículo, ya hemos citado al ego en dos ocasiones directamente relacionadas con el miedo a la pérdida que siempre implica la muerte. Nuestro ego siempre discriminatorio, tiene clara la diferencia entre yo y los otros, y sufre por partida doble por el apego a ambas entidades que son parte del ilusorio mundo que ha creado para sentirse seguro. El pensar y tomar consciencia de que con la muerte todo vuelve a su estado natural, que se disuelve la ilusión (y el ego), hace que se inviertan demasiadas energías en afirmar el propio ego, dándole fuerza a través de la competitividad, el “éxito” social, la imagen...

En la práctica del Zen se denomina la “Gran Muerte” a la liberación del ego, a la trascendencia por tanto de la vida y de la muerte, a la libertad de vivir, y morir. Un hombre se acercó a un maestro zen y le solicitó ser su discípulo. El maestro le dijo: “¿Estás preparado para morir?”. El hombre le contestó: “Vine para aprender Zen, no para morir” y le dijo el maestro: “Si no mueres, nunca aprenderás Zen”. Yamamoto Tsunemoto, en su Hagakure, también hace referencia a esta muerte del ego: “Para seguir la Vía uno debe sacrificar su propia vida”

El Zen considera que la búsqueda del mejoramiento humano pasa por el constante intento de debilitar y finalmente derrotar al ego. Lo contrario a lo que hace la individualista sociedad en la que vivimos, que no hace mas que ensalzarlo. Los antiguos samurai, atrapados en complicadas relaciones de fidelidad, honor y vasallaje, tenían tan diluido su ego en el grupo, que no dudaban en poner a su disposición la propia vida, actitud que permitía no solo un mayor arrojo en el combate, sino una percepción mas intensa de la vida y de su delicada inconsistencia. En la cultura japonesa morir llega a considerarse una liberación de los problemas terrenales y el triunfo final sobre el ego, y por ello al difunto se le denomina hotoke, algo así como "iluminado".

Antigua representación del suicidio ritual (seppuku)

 Tanto el aceptar plenamente la muerte como parte de la vida, como el bien morir, en el caso de poder ser conscientes del proceso, implica un trabajo espiritual continuado, con reflexiones especiales en ciertas épocas del año, como es el caso, a través de la meditación continuada y de otras practicas espirituales como puede ser la vertiente mas elevada de la práctica del Karate-dô. Este Camino () espiritual nos permitirá sobre todo en la hora final controlar pensamientos y emociones, apartando la tristeza, la amargura, el miedo o el arrepentimiento, sin desear comprender, sin aferrarse a nada, desapareciendo en un sueño como nubes que pasan.

Y si en nuestra vida hemos intentado dejar un buen ejemplo, también los haremos en la muerte como lo expresaba el samurai Morikawa Kyoryku en este jisei o poema realizado en el umbral de la muerte.

Hasta ahora pensaba
que solo se morían
los mediocres.
Pero si también mueren los que no lo son
¿no producirán, seguramente, mejor estiércol?

Como hemos visto la reflexión sobre el trascendental tema de la vida y de la muerte debe formar parte de nuestra vida espiritual y diversas actitudes y elementos pueden ayudarnos en esta tarea.

El karategi (空手 traje de Karate) es de color blanco, color ligado tradicionalmente a la muerte y al luto en Japón, por ello los samurai se vestían de blanco para realizar el ritual de suicidio (Seppuku). También se vestía de blanco al difunto, por lo que este color también tiene un sentido de trascendencia hacia un estado superior, invitándonos a una mayor presencia ante el que podría ser nuestra “última práctica”. Vestir pues el karategi es asumir un estado especial de consciencia ante la intensidad de la vida en el momento presente. Simboliza la muerte del ego y de las actitudes egóticas al menos en el dôjô. Decimos que si por el contrario permitimos que “el ego se ponga el karategi”, le daremos una vía de escape y se fortalecerá.
En el tatami, dedicaremos toda nuestra atención a la práctica, fluyendo con ella, sintiendo, como dicen los maestros zen, como en cada inhalación renacemos y en cada exhalación morimos.



Fuera del dôjô podemos utilizar algún objeto que nos haga presente este tema de reflexión. Por ejemplo un rosario o pulsera budista de “cráneos” que simbolizan la in-permanencia de la vida a la vez que la existencia de algo mas perdurable y profundo.



 “Si no hubiera sabido que ya estaba muerto,
habría lamentado perder la vida”.
Ota Dokan (1432-1486)

No podemos olvidar nuestra vida espiritual y centrarnos en lo material, aunque tampoco debemos hacer lo contrario, porque esta división no existe. Lo espiritual se expresa en lo material, es la fuerza que lo anima, y lo material tiene una gran influencia en lo espiritual. Cuerpo, Mente y Espíritu, las tres batallas (Sanchin) a librar para Ser uno con todo.
(Fin del artículo)

Antonio Avila

Lecturas recomendadas:

BLANCO, J.R. : Tánatos en el Cultura Japonesa Tradicional. Arte Editorial. Madrid, 2012
KAPLEAU, P. : El Zen de la Vida y de la Muerte. Ed. Oniro. Barcelona, 2012
YOSHO, Y. : Hagakure. Breviario del Samurai. Ediciones Obelisco. Barcelona, 1989 (Prólogo de Carmelo H. Ríos)

CINTOS NEGROS EN EL ICHIBAN DOJO


Sensei Luis con grupo de chicas participantes en el entrenamiento

El pasado sábado 5 de Noviembre, ha tenido lugar en el Ichiban dôjô de Murcia una nueva práctica para cinturones negros de la IOGKF España, como siempre a cargo de su instructor jefe,  sensei Luis Nunes.

El kata Sanseru fue el objeto de dicha práctica. Entre flexiones de brazos y piernas, se desgranaron aspectos técnicos de su ejecución, así como de su utilidad y aplicaciones.

Antonio, Ana, Susana y Raúl con el sensei Luís
















Susana. Ude kitae

Nuevos conocimientos para aplicar a nuestro progreso.

Arigatou gozamaisu sensei

Antonio Avila


viernes, 4 de noviembre de 2016

UNA REFLEXIÓN IMPORTANTE - I PARTE


En la Iglesia Católica, el día 2 de Noviembre es el Día de los Difuntos, y es dedicado a orar por aquellos creyentes que abandonaron su vida terrenal, y en especial por los que tras hacerlo, aún se encuentran en un estado de purificación. Para ello, en una actitud de recogimiento, se asiste a la Misa de Difuntos. En España es costumbre asistir en estos días a los cementerios y visitar las tumbas de los familiares, adecentarlas y ofrecer flores.

Cementerio de Cártama, Málaga. Día de Difuntos
 Esta celebración de origen ancestral, se da en todas las culturas, tanto para honrar a los antepasados, como para cubrir la necesidad del ser humano de mantener el “contacto” con los difuntos, de tener la sensación de que no se han extinguido y de que cuando nos toque, tampoco lo haremos.

Al igual que en Occidente el Cristianismo asimiló esta costumbre, el Budismo hizo lo propio tanto en Japón como en Okinawa: El llamado Obon (お盆) se celebra en Julio (Okinawa) o Agosto, según nos encontremos en una u otra región, durante tres días a partir de una fecha establecida por el calendario lunar. La fiesta es en homenaje a los espíritus de los antepasados y también las familias se reúnen y visitan las tumbas limpiándolas y compartiendo alimentos.
Antigua foto del Obon. Okinawa

 El escribir este artículo estuvo motivado por aprovechar estos días para invitar a que hiciéramos una reflexión mas detenida sobre la vida y la muerte. La coincidencia del reciente fallecimiento del sensei Chris Larken de Australia y de otros familiares de amigos y alumnos en estas fechas ha hecho mas profunda, si cabe, esta reflexión.
            Al margen de nuestras fe o creencias sobre lo que nos encontraremos o no tras la muerte, darle sentido a nuestra vida es dársela a nuestra muerte. La trascendental pregunta sobre el sentido de la vida y de la muerte, es nuestra principal preocupación existencial, y sin embargo eludimos esta pregunta pues nos angustia no poder responderla. “En cien años todos calvos”, decimos a modo de mofa, aunque interiormente pensamos que somos la excepción a esa regla. Los jóvenes incluso piensan que tienen tiempo ilimitado, que nunca serán viejos, o que la vida que sienten con tanta fuerza no se puede perder de un segundo a otro.
La sociedad moderna, mas que nunca, se aparta de su vida espiritual y oculta la idea de la muerte, reforzando así su misterio a la vez que el miedo hacia ella. No quiere restos de difuntos que la recuerden, lo que suele producir duelos mas amargos y lutos mas cortos pues hay que abandonar pronto la idea. Luego nos “reiremos” de ella disfrazándonos de “muertos vivientes”. En ocasiones se sufre la muerte de otra persona, mas que por su propio destino, por devolvernos la consciencia de nuestra mortalidad y la agonía existencial que esto nos provoca, o por el dolor de nuestro propio ego al perder a alguien que siente como suyo

Cuando por algún acontecimiento especial caemos en la cuenta de que somos mortales, el temor a la muerte resurge con sentimientos relacionados con el dolor, el abandono, la agonía, el miedo a lo oscuro y desconocido, pero sobre todo a la pérdida de la identidad, de ese ego querido que me identifica como individuo. Algunos buscan de inmediato refugio en su fe, en caso de tenerla, pero lo que va siendo mas normal es buscarlo en una incesante búsqueda del placer, en una mal interpretada filosofía del carpe diem de Horacio, y en el peor de los casos en el alcohol o las drogas.

Entonces ¿que podemos hacer? ¿como solucionar este problema y vivir la vida sin temor? Nuestra vida no es un misterio que deba resolverse, sino una realidad que debe vivirse, y quizás sentir amor por la vida sea el único antídoto efectivo, el disfrutar de nuestro ikigai, nuestra razón de vivir en cada instante.


El samurai Yamamoto Tsunemoto escribió a principios del siglo XVIII: “Para ser un samurai perfecto es necesario prepararse para la muerte mañana y tarde, incuso todo el día”. Si reflexionamos sobre la fragilidad de la vida, esto nos hace centrarnos en aquello que es realmente importante, dejando de lado aquellos asuntos que solo nos hacen perder tiempo y que no son tan importantes. Volviendo a citar a  Yamamoto Tsunemoto: “Hay pocos problemas realmente importantes, sólo se presentan dos o tres en toda una existencia”. Entregarse por completo al momento, a lo que somos y hacemos aquí y ahora, de forma generosa y humilde, da intensidad a nuestra vida y nos funde con ella, haciéndonos en cierta forma desaparecer, vivir muriendo. Hacer las cosas con distanciamiento, de forma egoísta e interesada, sin atención y con mal talante es justo lo contrario; morir viviendo. 


Fin de la primera parte

Antonio Avila

domingo, 23 de octubre de 2016

CICLO DE CONFERENCIAS DE LA ASOCIACION HI NO HIKARI


Este fin de semana la Asociación Hi no Hikari, dedicada al estudio del Arte y de la Cultura japonesa, ha celebrado un ciclo de conferencias cuyo tema conductor ha sido “El Vacío en la Cultura Japonesa”.

         El ciclo constó de tres conferencias: La primera, a cargo de Juan Vallejo, versó sobre El Vacío como experiencia estética en el Arte Japonés, en la que a través de ejemplos extraídos de diferentes artes japonesas como la pintura, el teatro , el cine de Ozu, la música o el Bonsai nos introdujo en el conocimiento del concepto “Ma”, imprescindible para la comprensión del “Ku” (Vacío) en el Arte y también en el pensamiento japonés, relacionándolo con sus principios estéticos.


         La segunda, que fue desarrollada por Antonio Avila, se tituló “Karate: El Camino de la Mano Vacía”, y de ella incluimos al final un resumen por ser el tema de especial interés para nosotros.

Antonio Avila y Juan Vallejo
En la tercera y última conferencia el tema tratado por José Vergara fue el de “La vivienda tradicional japonesa”. Gracias a él conocimos los condicionantes naturales y culturales que han llevado a la casa tradicional japonesa a tener las características que la definen: El respeto y la integración con la Naturaleza, la sencillez, la combinación asimétrica de líneas y espacios y la posibilidad de la expresión más espiritual de la Arquitectura. A través de ejemplos visuales, como el análisis de una Sukiya (casa de té), pudimos apreciar la existencia de aquellos principios estéticos que se apoyan en el concepto de Ku.
José Vergara en su intervención

Este ciclo fue celebrado en el Centro Cultural “Pablo Ruíz Picasso” de Torremolinos, gracias a la colaboración del Área de Cultura del Ayuntamiento.
        
         La Asociación Hi no Hikari agradece desde este blog tanto la difusión del evento como la elevada participación y el interés con que se siguió esta actividad.




Agradecemos a Susana el que nos proporcionara las fotos del evento.
KARATE: EL CAMINO DE LA MANO VACIA (resumen)

por Antonio Avila

Cada cual tiene una idea subjetiva de lo que es el Karate-dô, esto es lógico pues no se puede conocer algo que no se ha practicado, que no se ha experimentado. Por otra parte el Karate se ha desarrollado en muchos ámbitos lo que le ha dado diferentes barnices y en la actualidad también ha sido recubierto por distintos envoltorios.

El Karate en sentido estricto, no es un Arte Marcial, sino un sistema de lucha civil, creado en Okinawa a principios del siglo XX. Y digo civil porque aunque es heredero en parte de sistemas marciales, el Karate como tal no fue concebido para ser utilizado en una batalla. 

 La creación del Karate no fue mas que la sistematización de la enseñanza de los sistemas de lucha de la isla por parte de determinados maestros que  por primera vez en la historia se relacionaron entre sí como representantes de sus propios métodos.

Tras la II Guerra Mundial especialmente cruenta en Okinawa, en todo Japón surge un pujante espíritu antibelicista, que solo podía casar con el espíritu guerrero de sus artes tradicionales de guerra, si el objetivo último de la practica era la mejora del practicante desde un nivel físico a uno moral y finalmente espiritual.

El término con el que se designó al nuevo arte de lucha, KARATE-DÔ, es ilustrativo de este proceso. Vamos a analizarlo:



KARA significa “vacío”. Hay quién le atribuye el simplista significado de que la mano está vacía, sin armas. Pero me inclino a pensar que este término hace más énfasis en su sentido de “disponible” de su potencialidad para ser usado. Aunque tampoco podemos perder de vista su aspecto de principio fundamental, que afirma la vacuidad de todo lo que existe, y del que hablaremos mas adelante.

TE (Ti en uchinaguchi) significa literalmente mano, y es significativo que se utilizara para designar una forma de lucha en vez de utilizar el término PUÑO (chuan en chino, y ken en japonés).

Finalmente , literalmente “camino”, es una alegoría al  camino de la vida. Se refiere a una vida de práctica constante debido a la in-permanencia y al cambio de todo lo que nos rodea y sobre todo, de nosotros mismos

Cuando decidimos iniciar el “camino” de Karate ¿Cual es la verdadera motivación inicial? La palabra motivación viene de “mover”, ¿que nos mueve?

Solemos actuar por impulsos, nos dejamos llevar, de manera a veces inconsciente por modas y reclamos. Si nos preguntan inesperadamente el porqué hacemos determinada actividad, debemos improvisar o echar mano a lo mas obvio, porque en realidad nunca nos hemos parado a pensar cuál es nuestra motivación profunda y si esta merece la pena. Si no tengo clara mi motivación, tampoco mi objetivo y tampoco el camino, lo que debo hacer, para llegar a él.

Nuestra motivación está relacionada con satisfacer nuestras necesidades, desde las mas inmediatas y básicas como comer o dormir, hasta las mas elevadas como son las espirituales o existenciales. Y el poder satisfacer todas nuestras necesidades es lo que denominamos un estado de felicidad. Todos buscamos en última instancia la felicidad.

Si nos planteamos practicar Karate-dô, incluso ahora que sabemos mas cosas de él, nuestras motivaciones iniciales aún pueden ser innumerables: ser mas fuerte, saber defenderme, estar mas sano, entrar en un grupo social, ser un campeón, probarme, sentirme mas seguro, ganar dinero en un futuro, etc, etc. 

Todas son legítimas, pero el Karate-dô como el Zen, es un camino de consciencia. Quizás primero de consciencia de nuestro cuerpo y luego de él en relación a los otros, pero esta expansión de la consciencia hacia el exterior tiene límites, el de nuestros sentidos. No podemos concebir lo infinitamente grande, y nos volvemos hacia nosotros hacia lo infinitamente pequeño, quizás mas asequible a nuestra comprensión intelectual.

La práctica continuada del Karate-dô, como camino de consciencia, de atención, nos ofrece la experiencia de que todo es in-permanente (MUJO), de que el cambio es lo único que no cambia, que instante a instante, una situación como un combate cambia, que nuestras habilidades y cualidades, como la técnica y la fuerza también cambian y finalmente desaparecen. Y digo experiencia pues solo a través de ella puedo llegar a la lucidez de la sabiduría.

 Otra enseñanza fundamental es la de la in-sustancialidad de las cosas, el comprender que todo en última instancia es vacío. Los científicos cada vez están más cerca de esta conclusión final. Han estudiado la materia y después  de descubrir las partículas sub-atómicas (quarks) solo existen teorías sobre cuál es la partícula esencial. En cualquier caso ya están de acuerdo en que lo que más existe tanto hacia lo infinitamente grande con hacia lo infinitamente pequeño, es el vacío. Si nuestra sólida materia es así de cuestionable, que no serán nuestras construcciones mentales de como son las cosas o de nuestras emociones.

Así nos dice el Zen que todos los fenómenos están esencialmente vacíos de toda sustancia propia, ya que en un sentido no son más que manifestaciones pasajeras de una corriente de manifestaciones sin fin.

Llegamos pues a la conclusión de que nuestros sentidos nos engañan, aunque están no obstante diseñados, desde nuestros orígenes, para permitirnos sobrevivir, para poder movernos en lo más inmediato, pero a la vez nos mantienen en una burbuja irreal, ignorantes de la realidad. Iluminación, Despertar, es conocer las cosas como son, no como creemos que son, sin discriminación ni dualismo, sin filtros previos de juicio.

En Karate se habla de la mente vacía (MUSHIN), la actitud mental imprescindible para la maestría en el combate, vacía de la interferencia del pensamiento y las emociones, de los juicios y del recuerdo de experiencias previas, y con toda la potencialidad de su propio vacío, con tal consciencia de la situación que percibe su más sutil matiz, incluso de lo que no percibo, llegando así a lo que llamamos intuición. Mente y cuerpo funcionan sin dualidad, sin intermediarios mentales, y el cuerpo actúa utilizando la formación programada en los músculos, dando respuestas automáticas.

Para concluir podemos decir que la esencia del Karate-dô es el vacío. Su representación es el Kata, la forma del Karate. Al igual que un artista zen no sugiere lo que es omitido, sino que hace que se refleje en lo que se ve, en un kata tampoco se hace esta sugerencia, sino que busca que los movimientos esenciales sean comprendidos. De forma que cuando esto ocurre son mucho mas que ellos mismos.

Y volviendo a la pregunta sobre ¿que motiva a practicar Karate-dô?, ¿Cual es la razón profunda?, creo que no debería ser tanto el conseguir unos momentos de felicidad puntual en el placer del ejercicio, de la compañía, de la autoestima, del éxito, de la fuerza, etc., o de un imposible estado permanente de felicidad al ser esta una cara de la misma moneda que la infelicidad y el sufrimiento inevitable, como de llegar a un estado de armonía. Quizás no pretender ser un iluminado pero si ver las cosas con la lucidez que nos da una mayor consciencia de la realidad, del Vacío.