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martes, 26 de septiembre de 2017

RECORDANDO A TSUYAKO KINJO


Una vez le dije a Tsuyako-san: No se si usted (siempre le hablé de usted) me recordará en un futuro, pues son muchos los que como yo han tenido la suerte de conocerla, pero para mi, la experiencia de venir a Okinawa y poder aprender en mi propio idioma tantas cosas de alguien que conoce tan de cerca las costumbres y a los maestros, es un valioso regalo que nunca olvidaré.

Espero volver alguna vez mas a Naha, pero será como ir a otra ciudad, pues me faltará mi estimada Tsuyako-san, me faltará el “Sudaka”.
Mercado de Sakaemachi
















En una de las entradas al mercado de Sakaemachi, donde aún se respira el ambiente de posguerra de los años 50, estaba el, llamémoslo restaurante, “Sudaka”, con sus letras en romaji enmarcadas por la bandera argentina, segunda patria de Tsuyako-san. 

"SUDAKA"

Al abrir la puerta del local uno podría pensar que se había equivocado de sitio. Una sala con las paredes cubiertas de fotos y mesas abarrotadas de objetos, no parecía la pequeña casa de comidas que uno espera, ni siquiera en Okinawa. Pero entre el aparente caos, si te fijabas, veías alguna mesa con el suficiente espacio para sentarse y comer algo.



A pesar de la campanilla de la puerta, es de buena educación avisar de que uno ha llegado: konnichiwaaa!! Tsuyako-san aparecía atravesando el noren de la cocina, y tras dar la bienvenida, si no estaba ocupada en sus preparativos, te servía una bebida y preguntaba sobre lo que habías hecho o visto desde la última vez, lo que daba lugar a interesantes conversaciones que podían derivar hacia cualquier tema. 

Cuando se visitaba el restaurante por la mañana, era muy frecuente que estuviera atareada o que tuviese que salir de compras, entonces no dudaba en dejarte al frente del negocio o te presentaba a alguien que allí estuviese ya sentado. No importaba que hablase o no español. Esta costumbre que al principio me dejaba algo cohibido, me dio la oportunidad no solo de exprimir al máximo mis pobres conocimientos del japonés, sino también de conocer a interesantes personas: un profesor de Historia, okinawenses regresados de Sudamérica y mas maestros y practicantes de Karate de lo que pude imaginar. Cuando la conversación se atascaba demasiado por culpa del idioma, Tsuyako-san siempre estaba dispuesta con buen humor a echarnos una mano.
Con mi amigo Rodolfo degustando las famosas empanadas. 2008

Y es que al restaurante de Tsuyaku-san no solo se iba a comer. Algunos japoneses acudían para probar la comida argentina, sobre todo sus exquisitas empanadas de carne. Siempre preferíamos los platos locales, pero ella alternaba la cocina okinawense, con la japonesa y argentina, en una sucesión de platos que no finalizaba, mientras ella preguntaba ¿siguen teniendo hambre? A la hora de pagar, a veces no recordábamos cuantos platos habíamos comido o cuantas cervezas (agua de Nago, nos decía) habíamos bebido, y creo que ella tampoco. Ella simplemente decía una cantidad y preguntaba ¿está bien? Pero creo que para mucha gente en el Sudaka, el comer era secundario, era mas un pequeño centro cultural donde se podía estar charlando o simplemente oyendo.


Oyendo, porque Tsuyaku-san acostumbraba a poner música sudamericana en su tocadiscos, aunque también era admiradora de otras melodías, y Paco de Lucía solía estar también presente en esa música ambiental, quizás en honor de los presentes. Alguna vez canté por “Los Calchakis” con un grupo de okinawenses (uchinanchu me decía una y otra vez Tsuyako) en un ensayo que allí organizaron.

Oyendo, como una anciana señora que siempre estaba por las mañanas sentada en una mesa junto a la puerta, y cuando mi amigo Rodolfo y yo estábamos solos y charlando entre nosotros en español, con los correspondientes gestos y tonos de voz, ella no paraba de reírse. Solo la saludábamos, pues si nos dirigíamos a ella se avergonzaba, pero el día que nos fuimos nos trajo un regalo.

2008

Por las tardes Tsuyako-san era mas accesible, y siempre que tenía tiempo me acercaba al Sudaka para tomar un café, curiosear los libros de Karate, las memorias de eventos y todo tipo de documentos que se almacenaban en las mesas y estanterías del local, y sobre todo para hablar con ella, o mejor dicho para aprender. Contaba historias sobre los maestros de antes de la guerra, de cómo eran los entrenamientos, sobre el antiguo Ti, sobre cosas que no se escriben en los libros, sobre el panorama actual, sobre quién era quién. 

Un día compré un libro en japonés sobre Goju-ryu y se lo mostré. Le dije que quizás había sido algo caro ya que no podría leerlo. Ella me contestó: “No hay libros baratos ni caros. Un libro de un millón de yen es barato si el que lo compra sabe disfrutarlo, entonces es barato. Pero un libro de diez yen, si se deja de lado, ya es muy caro”.

Tsuyako-san, Rodolfo Martini, Iha sensei, Kurashita sensei, Higa sensei y Antonio Avila. 2003

Algunas noches, tras los entrenamientos, nos reuníamos a comer en el Sudaka, y allí coincidíamos con muchos maestros locales, como Minoru Higa (Kyudokan), Eiki Kurashita (Goju-ryu Shodokan), Yoshimitsu Onaga (Shinjinbukan) o Shigetoshi Senaha (Goju-ryu Ryushiokai). Era una ocasión mas de aprender en un ambiente algo mas festivo. A Tsuyako-san se le acumulaba entonces el trabajo, pues debía tratar adecuadamente a los maestros, atender la cocina, traducir, y además educarnos en nuestras maneras, lo que le agradecíamos profundamente: “Debe usted servir al maestro de esta manera”, o, ¡¡que hacen ahí sentados, cuando un maestro sale deben ir con él y despedirlo en la puerta!! 

Ayudando a Ana López a ponerse el kimono.2016

Las veladas solían alargarse hasta tarde, y ya la cercana estación de Asato estaba cerrada, por lo que tocaba atravesar un ahora solitario mercado y andar unos cuarenta minutos hasta nuestra residencia en Matsuyama. 

Solo algunos locales abiertos en Sakaemachi

Tsyaku-san siempre nos atendió con amabilidad e interés, nos abrió puertas y nos presentó a personas, lo que nos permitió integrarnos de lleno en el Karate de Okinawa. Era una persona sabia y generosa.

Tsuyako-san, Higaonna sensei y Ana López. 2008


Luis Nunes sensei, Arakaki sensei y Tsuyako-san. 2008

Cuando reviso mis notas de los viajes a Okinawa, vuelvo a leer muchas páginas repletas de historias, consejos, direcciones y palabras japonesas que proceden de mis conversaciones con ella. Quiero compartir uno de sus consejos: 

“Antonio-san, de todo el mundo se puede aprender y todo el mundo es necesario. Necesitamos modelos positivos como los grandes hombres y los hombres honrados, y modelos negativos que nos digan como no hay que comportarse. Estos son los hombres malos o simplemente, tontos.”

Tsuyako-sama, gracias por su ayuda, por enseñarnos y por proporcionarnos tan buenos recuerdos. 


Hasta siempre.

Antonio Avila

lunes, 25 de septiembre de 2017

EL KARATE EN LA DAI NIPPON BUTOKUKAI (大日本武徳会)

Bharat Chablani delante del Butokuden de Kyoto, 2017

La Gran Sociedad Japonesa de las Virtudes Marciales o Dai Nippon Butokukai o simplemente Butokukai se crea en Kyoto en 1895.

Esta organización gubernamental, amparada por el poder del recién instaurado emperador Meiji, tenía el objetivo de consolidar, a través de las Virtudes Marciales, la ideología y la identidad del nuevo Japón, basada en el esfuerzo personal en pro de la Nación y del Emperador. Los ideales del Bushido eran promovidos a la vez que la práctica de las disciplinas marciales.

La elección como sede de la antigua capital imperial establecía un vínculo con la Historia a la vez que una relación espiritual con el Emperador que se reforzó con el nombramiento como “presidentes” (sosai) de la Butokukai de miembros de la familia imperial. El primer sosai, nombrado el 5 de Septiembre de 1896 por el Emperador, fue el príncipe Komatsumiya Akihito, comandante del Ejército Imperial.

La Butokukai planteó la consecución de las siguientes metas:

La preservación y promoción de las Artes Marciales japonesas, conservar sus materiales históricos (documentos, armas, etc), promocionar investigaciones publicando un boletín, y construir un gran edificio en Kyoto dedicado a la práctica de las Artes Marciales, donde se celebraría anualmente un festival (Butoku Sai).


En octubre de 1896 la asociación celebró su primera Butoku Sai que incluyó demostraciones de Kendô y Judô, en unas improvisadas instalaciones temporales.

En 1899, se completó la construcción del espléndido edificio del Butokuden, junto al Santuario Heian, convirtiéndose en la sede de la Butokukai, y el centro mas prestigioso de Artes Marciales de todo Japón, atendido por grandes expertos de todas las disciplinas.
El escudo de la Dai Nippon Butokukai, incluye la flor de crisantemo de ocho puntas de color dorado, flor nacional asociada al Emperador. En el centro los kanjiBUTOKU”: las “Virtudes Marciales” de los antiguos samurai. Mas abajo el arco y las flechas, las primeras armas que fueron representativas de los guerreros japoneses. Este escudo y sus elementos se prestan a múltiples y extensas interpretaciones de su simbología.

Junto al Butokuden, en el año 1911 se abrió el llamado Bujutsu Semmon Gakko (Escuela Profesional de Artes Marciales), donde inicialmente se enseñaba Kendô y Judô, junto a estrategia, historia, filosofía y otros estudios académicos complementarios y se certificaba y acreditaba la formación profesional en Artes Marciales. La estructuración del aprendizaje que ya tenían el Judô y en Kendô, se impuso como condición para el ingreso de otras Artes Marciales. Mas tarde, con el auge del deporte, se debían establecer también formas de competición.
Raul Ruíz y Bharat Chablani en el Butokuden de Kyoto, 2017
La Butokukai creó los grados para maestros (Hanshi, Kyoshi y mas tarde Renshi) que reconocían no solo el nivel técnico, sino también el progreso espiritual y moral dentro del Budô y su contribución al mismo. Mas tarde se aplicó el sistema de cinturones y dan (1917), los uniformes, los sistemas de arbitraje, etc.

La escalada militarista que desembocaría en la participación de Japón en la II Guerra Mundial, encontró en el Bushidô el mejor ideario. Las virtudes marciales ya no eran patrimonio de los samurai, los nuevos Budô permitían formarse en cuerpo y espíritu, y así se formaban ciudadanos que, llegado el caso, darían su vida por la patria y el Emperador. La Butokukai controlaba todo lo relacionado con cualquier Arte Marcial, además, coordinándose con el Ministerio de Educación, llevaron los nuevos sistemas a las escuelas, expandiéndose así la práctica del Judô y el Kendô fundamentalmente. Así en 1911 eran ya obligatorios en todas las escuelas secundarias. En esta línea, en 1919 la Butokukai incorporaría el sufijo “” para llamar la atención sobre la vertiente espiritual de la práctica en la formación de la persona.

Raul Ruíz practicando Kendô. Butokuden, 2017


Poco tiempo después de ser fundada la Butokukai empezaron a crearse filiales en las prefecturas, siendo sus gobernadores los directores. En 1906 ya se había establecido en 42 prefecturas, y se construían grandes dôjô que se llamaron Butokuden como el de Kyoto.

Okinawa era prefectura desde 1879, y aunque sus gobernadores continuaron siendo nombrados fuera de Okinawa, por lo que eran afines a la política reinante, el Karate no fue reconocido por la Butokukai hasta el año 1933, como arte marcial japonés, a pesar del reconocimiento a determinadas escuelas y maestros, como al Maestro Chojun Miyagi que ya en 1931 había registrado su escuela Goju-Ryu.

El Tode, todavía no nombrado Karate, tuvo grandes dificultades para ingresar en la Butokukai derivados de su origen chino-okinawense y de sus propias características en cuanto a estructura y métodos de enseñanza.

El Tode no pertenecía a las antiguas tradiciones de lucha japonesas, y los primeros maestros que lo exportaron desde Okinawa en los años 20, tuvieron enfrentarse a actitudes xenófobas que obligaron a hacer pequeños y grandes cambios, para darle un aspecto mas “japones”, como el mismo nombre de Karate, la uniformidad, la estructura de grados o la nomenclatura.

En cuanto a la estructura, el Tode no estaba unificado, había casi tantas líneas como maestros, y cada uno con su propia forma de enseñar y de entender su arte. Tampoco existía la posibilidad de realizar competiciones deportivas, pues se consideraba demasiado peligroso al no existir normas, a pesar del carácter competitivo de los okinawenses que se medían en su propia lucha “sumo”, tirando de una gigantesca cuerda o en regatas de barcos-dragón, por ejemplo.

La supervivencia del Tode, tanto como forma de lucha como de patrimonio cultural, pasaba por ingresar oficialmente en la Dai Nippon Butokukai, y desde principios del siglo XX, la labor de muchos maestros se encaminó, de manera no siempre consciente, a conseguir este objetivo.

En el ámbito militar el Tode llamó la atención por el excepcional estado físico de los reclutas que lo practicaban (recordemos el alistamiento de Kentsu Yabu y Chomo Hanashiro) y por la efectividad de sus técnicas, demostradas en diversas ocasiones ante altos cargos de la Armada Imperial que visitaron Okinawa.

En el ámbito educativo, es de destacar el esfuerzo del maestro Ankô Itosu para adaptar al Tode con el fin de introducirlo en las escuelas como ejercicio físico. Este aspecto junto al gran potencial del Tode como disciplina del Budô, fue captado de inmediato por el maestro Jigoro Kano, fundador del Judô, personaje de gran influencia política y muy vinculado, al menos institucionalmente, a la Butokukai, de la que fue presidente (1899). El maestro Kano se interesó en el desarrollo del Toda manteniendo relación con maestros de Okinawa y facilitando no solo que realizaran exhibiciones en Japón sino que algunos de ellos se establecieran, como hizo el maestro Gichin Funakoshi, quien ya en 1917 realizó la primera exhibición de Tode en el Butokuden de Kyoto.

La difusión del Tode/Karate en Tokyo, Kyoto y Osaka por maestros de Okinawa, fue fundamental para su conocimiento y la posibilidad de ingreso en la Butokukai. Maestros como el citado Gichin Funakoshi, quizás el mas importante en este aspecto divulgativo en Japón, Choki Motobu, Chojun Miyagi y Kenwa Mabuni entre otros.

El contacto del Tode con artes como el Kendô, el Judô o el Jujutsu, le aportó ideas para su estructuración pedagógica, y sobre todo entusiastas practicantes japoneses que trabajaron en pro del nuevo Karate. Entre ellos podemos destacar a Hironori Ohtsuka, Yasuhiro Konishi o Gogen Yamaguchi. También fue de gran importancia el establecimiento del Karate en las universidades.

Reunión de maestros de Karate de la Butokukai en 1938. En la foto se observan en la primera fila de izquierda a derecha Tatsuo Yamada estudiante de Motobu y fundador del Nihon Kenpo Karatedo y uno de los padres del Kickboxing, Hironori Ohtsuka (fundador del Karate Wadoryu y alumno de Funakoshi), Yasuhiro Konishi (fundador del Karate Shinto Jinen ryu y alumno de Funakoshi), Sannosuke Ueshima (fundador del Karate Kushinryu alumno de Motobu) y Kenwa Mabuni (funndador del Shitoryu). En segunda fila (4º de la izquierda), Gogen Yamaguchi (Goju Ryu) última fila (primero desde la izquierda), Neichu So (alumno de Gogen Yamaguchi y maestro de Masutatsu Oyama)


En Diciembre de 1933, el renombrado “Karate” ya dotado de una teoría de procedencia mas indígena que china, uniforme, sistema de enseñanza, profesores reconocidos y de un rudimentario sistema de competición, ingresa como hemos dicho en la Dai Nippon Butokukai como arte japonés. De inmediato se contempló además la posibilidad de la construcción de un Butokuden, y se inició una campaña de recaudación de fondos a cargo de entidades interesadas en las Artes Marciales, como el Departamento Prefectural de Policía. En 1939 se estrenaba el flamante edificio con una demostración que incluyó Judô, Kendô y por supuesto Karate-dô.

Butokuden de Naha, antes de la guerra
Sin embargo el Karate, lejos de unificarse, mantiene hasta la actualidad una gran variedad de interpretaciones y tradiciones, que lo hacen mantenerse dividido en multitud de escuelas y organizaciones mantenidas a veces por nobles razones de preservación del patrimonio cultural, a veces por ideas de evolución y cambio, a veces por intereses nacionales-deportivos y a veces por razones mas bajas y simples como el prestigio o el mero interés económico.

Pero volviendo a nuestra historia y en lo concerniente a nuestra escuela Goju-ryu, el maestro Chojun Miyagi tuvo un gran protagonismo, pues su investigación constante hizo que su escuela consiguiera una entidad propia siendo la primera que fue reconocida por la Butokukai. El maestro Miyagi recibió a lo largo de su vida el reconocimiento de esta organización siendo nombrado delegado en Okinawa (1934), y recibiendo el grado de Kyoshi (1937) y después el de Meiyo Shihan (Profesor/Mestro de Honor)

Una vez que Japón se rindió incondicionalmente a las fuerzas aliadas en 1945, el gobierno de ocupación prohibió todas las organizaciones que se consideraron responsables de la promoción del militarismo. El primer ministro Hideki Tojo fue jefe de la Butokukai durante la guerra, por lo que fue disuelta y cerradas todas sus filiales y confiscados sus bienes en Septiembre de 1946.

Los edificios Butokuden que se mantuvieron en pie fueron reutilizados. El de Kyoto fué cuartel general de las fuerzas aliadas hasta 1950 y luego tuvo varios usos (delegaciones del Gobierno, Departamento de Policía, escuela de koto), hasta que en 1970 fue declarado Tesoro Nacional. En 1987 fue restaurado a su estado actual y rodeado por nuevas instalaciones.














Salas anexas del Butokuden de Kyoto, 2017

El de Naha, milagrosamente sobrevivió a la batalla de Okinawa mientras cumplía la función de depósito de municiones.



En 1947, algo restaurado se convirtió en club de oficiales, en 1949 fue utilizado como edificio del gobierno y a partir de 1959 fue destinado al Departamento de Policía como lugar de entrenamiento de artes marciales.



Practicantes de Kendô en Butokuden de Naha en 1958

 Finalmente en 1989 fue derribado para la construcción del moderno edificio de la Asamblea Prefectural de Okinawa, donde hoy en día podemos ver en uno de sus jardines un pequeño texto en recuerdo del antiguo edificio.


Tras el Tratado de Paz de San Francisco en 1951, Japón recuperó su soberanía, y en 1953 la actual Dai Nippon Butoku Kai se restableció con un nuevo sentido de la preservación de las antiguas tradiciones marciales, mas relacionado con una práctica cultural y educativa al servicio de la sociedad. A pesar de este nuevo papel y su difusión por otros países, la gran cantidad y fuerza de organizaciones internacionales y nacionales de carácter deportivo y tradicional han hecho que su influencia decline en favor de ellas.

Antonio Avila


lunes, 18 de septiembre de 2017

TETSUHIRO HOKAMA: UN MAESTRO ENCICLOPÉDICO

Dôjô del maestro Hokama, 2017

Tetsuhiro Hokama es un maestro singular. Testigo del desarrollo del Karate y el Kobudo modernos, y dotado de una gran curiosidad sobre los fundamentos e Historia de ambos, ha hecho de su Dôjô de Nishihara un lugar al que es obligado visitar por cualquier practicante de las artes de lucha okinawenses.

Hokama sensei nace en Taiwan por circunstancias familiares en 1944 y comenzó de muy niño la práctica del Karate de Shuri de la mano de su abuelo Seiken Tokuyama, aunque no empezó a entrenar de una manera formal hasta que ingresó en 1961 en el Club de Karate del Instituto Comercial de Naha, y en el mismo año con el maestro Seiko Higa.


Seiko Higa sensei

En su dôjô, el Shodokan, conoce al gran maestro de Kobudo Shinpo Matayoshi del que no solo aprende el uso de armas sino también los fundamentos de Hakutsuru ken (Puño de la Grulla Blanca) y Kingai-Ryu.


Un joven Hokama con Matayoshi sensei, años 60

Visita al Shodokan con Kurashita sensei, Okinawa, 2003














Tras la muerte del maestro Higa en 1966 continúa su práctica con uno de sus instructores avanzados, Seiko Fukushi sensei.

Seiko Fukushi sensei

Incansable investigador a realizado multitud de viajes y publicado algunos libros con el fruto de sus estudios, sobre técnica e historia, sobre el Bubishi o sobre la Medicina China, entre otros temas. La recopilación de documentos, fotos y utensilios relacionados con la historia de Karate y el Kobudo, le llevo a abrir en 1987 en su propio dôjô un pequeño museo.



Junto al maestro Hokama, Miguel Da Luz, Antonio Avila y rodolfo Martini, 2008.

Su gran pasión es difundir el verdadero espíritu del karate de Okinawa y por ello cuando es visitado, está abierto a cualquier pregunta en torno a una taza de té, que suele derivar en una demostración práctica. 


En una visita realizada en el año 2008 nos transmitió su preocupación por el excesivo protagonismo del aspecto deportivo del Karate, que se refleja a la perfección en las palabras que nos transmitió Garry Lever sensei en una entrevista realizada por él ese mismo año:
“A veces los profesores sólo saben de Karate deportivo. Ganan unos cuantos torneos, se hacen campeones, y están muy orgullosos, luego abren un dojo y tienen muchos alumnos. Pero como sólo saben Karate deportivo, cuando se hacen mayores y comienzan a ser más lentos, no pueden competir con sus alumnos y se hace embarazoso para ellos. Entonces los ves venir a Okinawa para preguntar por el Karatede de verdad. Esto es cierto en todo el mundo y pocas personas entienden la verdad del Karate.”
Bharat Chablani con sensei Hokama, 2017.



Tras una siempre interesante charla, se sube al piso superior, donde una galería recorre las paredes y donde están expuestas fotos, documentos, caligrafías, utensilios de entrenamiento, armas, recuerdos de viajes, dibujos y esquemas en un caótico orden. Sensei Hokama va explicando aspectos sobre lo antes hablado apoyándose ahora en esos objetos a medida que nos los vamos encontrando.

2008
Raúl Ruiz con sensei Hokama, 2017












El maestro Hokama es también un consumado calígrafo y suele ofrecer  a sus visitantes alguna de las caligrafías que inundan su mesa de trabajo.

Como digo, es una visita obligatoria y enriquecedora para todo el que vaya a Okinawa.

Antonio Avila

domingo, 17 de septiembre de 2017

IOGKF ESPAÑA: ENTRENAMIENTO EN EL ICHIBAN DOJO


Una vez mas nos hemos desplazado a Murcia con el objeto de recibir instrucción de nuestro sensei Luis Nunes, instructor jefe en España de la IOGKF. Es una gran suerte para nosotros poder mantener esta relación periódica con tan excelente maestro.










Con el curso Nacional de Gelves (Sevilla) a la vuelta de la esquina, sensei Luís dedicó mas de dos horas de practica a la mejora de la ejecución de los kata Shisochin, Sanseiro y Kururunfa.
Con sensei Luís Nunes, 8º dan IOGKF
Nuevos detalles, nuevas ideas para practicar y nuevos puntos de vista, fueron ofrecidos por el sensei a lo largo de la mañana.

Siempre volvemos a casa con nuevas ideas para la practica. A veces fruto del entrenamiento en común con otros instructores que acuden a estos entrenamientos.

Foto de grupo con todos los participantes al entrenamiento












Tras el no menos enriquecedor almuerzo, donde recuperamos fuerzas y compartimos historias, anécdotas, y enseñanzas, volvemos, cansado pero satisfechos.

Domo arigatou gozaimasu

Antonio Avila