El Karate Club Málaga estaba situado en un amplio sótano de la céntrica calle Beatas. Allí, un mes de abril, conocí al que sería mi primer profesor de Karate; Jesús Espiga Rodriguez. De eso hace ya casi 47 años.
En aquella ocasión, tras bajar un primer tramo de escaleras, en un amplio descansillo, Jesús estaba con el karategi puesto sentado tras una pequeña mesa. Yo ya había visitado el dojo unos días antes, pero era la primera vez que entablaba conversación con él. Era el día de mi inscripción.
Mientras hablaba de las bondades de la práctica del Karate yo me fijaba en sus manos notando las marcas en sus nudillos. Entregué un par de fotos y pagué la mensualidad de Mayo, recibiendo el carnet de color rosado que todos sus alumnos guardamos con cariño.
Sobre aquel tatami de colchonetas recubiertas con una lona plastificada de color amarillo, inicié mi andadura en el Karate-dô.
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Primeros años en el Karate Club Málaga |
Pensando en mi relación con Jesús en aquellos años, se alternan mis recuerdos y sensaciones con la perspectiva que dan los años y la experiencia, y con mi concepto actual de un sensei después de haber conocido a muchos.
Hoy sabemos que la palabra japonesa “sensei” alude literalmente al que “ha nacido antes”. Desde ese punto de vista, cuando yo le conocí en aquella tarde de Abril de 1976, yo tenía 14 años y él 35. Él era segundo Dan (entonces eso no era poco) y para mí era el inicio del camino. Él ya conocía lo que era la vida, trabajar en otro país y entrenar con un maestro japonés y yo apenas comenzaba a ampliar mi círculo vital. ¿Cómo no verlo como un referente?
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Jesús en sus años de aprendizaje en Alemania |
Jesús tenía una indudable habilidad técnica y una idea clara de lo que para él era el Karate, respaldada por la experiencia con sus maestros. Nos inculcó el respeto a las normas de etiqueta del dôjô y nos enseñó como conseguir unos fuertes fundamentos técnicos.
La relación profesor/alumno que se estableció con él fue distinta en función de la edad de cada uno de sus alumnos. Yo solo puedo decir que como adolescente siempre fue amable y cariñoso conmigo (sin quedar exento de rapapolvos y trato duro en el tatami) y más tarde se estableció una relación de mutuo respeto hasta el presente, cuando ocasionalmente nos veíamos y hablábamos de los viejos tiempos.
En cualquier caso todos los que iniciamos nuestro aprendizaje en el Karate Club Málaga, debemos a Jesús que lo fundara. Quizás pudimos empezar en otro lugar, pero no fue así, y quizás pudimos cambiarnos a otro dôjô, pero perseveramos. No cabe duda de que siempre apreció a sus alumnos, aunque fuera de una manera muy sui generis.
En una entrevista realizada en el año 2006, que un gran amigo suyo, Javier Brieva, le hizo para el programa “Cinturón Negro” de PTV, Jesús dijo las siguientes palabras:
“Debo dar las gracias a todos mis alumnos, porque creo que han sido, y son, buenos alumnos, dentro del Karate, pero sobre todo por su nivel humano. Considero que todos son buenas personas, y estoy sumamente agradecido”
Ahora Jesús, Espiga, como muchos le conocieron, se ha ido a pocos días de cumplir los 82 años. Vivirá en nuestras mentes su imagen y el recuerdo de aquel amplio sótano. Y en nuestro corazón, los sentimientos que despertaba aquella atmósfera que creamos entre todos y que cuando eras de los últimos en salir y con el dôjò ya vacío, se mantenía cuando la luz se apagaba.
Antonio
Ávila