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miércoles, 21 de junio de 2017

REFLEXIONES SOBRE LOS CURSOS DE DEFENSA PERSONAL FEMENINA


El entorno social, la educación y la experiencia de cada cual, dan una visión personal y diferente sobre la necesidad de saber defenderse. Aunque en nuestra sociedad no debería existir esa necesidad, lo cierto es que no paran de aumentar las probabilidades de ser agredidos. La crisis de valores que vivimos hace que se llegue fácilmente a actitudes antisociales y violentas.

 En el caso particular de las mujeres, aunque actualmente son mas conscientes de sus capacidades y posibilidades, todavía se mantiene una educación que hace que sean percibidas como un colectivo vulnerable, lo que llega a hacer mella, aunque sea de manera inconsciente, también en la propia percepción. Este papel de víctima es además presentado una y otra vez en los medios de comunicación, pues son de más interés las noticias de algunas mujeres agredidas que las de muchas otras que logran superar el trance. 


Esta situación de inseguridad generada en las mujeres las lleva a asistir a cursos de defensa personal, lo que está muy bien, pues hemos de responsabilizarnos de nuestra propia seguridad en todos los ámbitos de nuestra vida. Sin embargo, cuando se asiste a uno de estos cursos, los objetivos, aunque son percibidos como necesarios, no siempre están bien definidos y en muchas ocasiones no son realistas. Algunas quizás ya hayan sufrido algún episodio de violencia en mayor o menor grado y buscan respuestas demasiado personalizadas, otras, influenciadas por imágenes de películas o por falsas promesas de infalibilidad, piensan que con un curso cubrirán el expediente.


Estos cursos no pueden considerarse más que como una iniciación, aunque es verdad que pueden ayudar mucho en los aspectos de prevención y de recuperación de traumas causados por experiencias sufridas.
         Deberíamos hacer un análisis crítico y objetivo de nuestro entorno y de nuestras circunstancias y así identificar nuestras verdaderas necesidades personales. Después, aclarar una cuantas ideas de lo que denominamos “defensa personal”.

         En nuestra sociedad de consumo se nos ofrecen muchas opciones que van cambiando rápidamente de aspecto según las modas y gustos imperantes, y que hacen promesas no siempre del todo reales. Pero la defensa personal en sentido estricto no es mas que la respuesta a una agresión ilegítima hacia nuestros derechos o hacia nuestra integridad física, lo que no siempre implica el contacto físico, y que además incluye en gran medida la prevención. Su lema debería ser algo así como: “prevenir antes que pelear, no perder antes que ganar”. Por ello, esto implica ciertos conocimientos en materia de prevención e incluso de legislación, al margen de mantener un entrenamiento constante que nos permita sentirnos preparados tanto física como mentalmente. Los conocimientos de lucha vendrán después o a la vez que este entrenamiento.

Al practicar un sistema de lucha enfocado a la defensa personal, como puede ser el Karate más original, encontramos que uno de sus pilares es el respeto hacia nosotros y hacia los demás. Este respeto es precisamente lo que nos permite ser agresivos cuando es necesario, sin llegar a ser violentos. En muchos sistemas se esgrime la idea de que hay que actuar “a fondo” y que el no hacerlo dará una ventaja al contrario, ya que este no estará inhibido por cuestiones morales. Podemos ver por tanto demostraciones en las que se rompen articulaciones, se atacan ojos o se rompen cuellos, en las que se derriba al adversario y se le golpea sin piedad como respuesta a un simple agarre. Me pregunto si no se estará promocionando la violencia gratuita en vez de la defensa de nuestros derechos.

         El respeto hacia el adversario es el respeto hacia uno mismo, y esta debe ser la premisa para actuar de forma agresiva y firme, no sobrepasando los límites de una adecuada respuesta (adecuada en relación tanto a la victima como al agresor). Es lícito defenderse e incluso saludable, pues aquellas mujeres que se han defendido de forma activa (agresiva) de un ataque violento, además de aumentar sus posibilidades de escape, se recuperan antes y mejor física y emocionalmente, y son menos propensas a sufrir secuelas.


Creo que los cursos de defensa personal deben proporcionar fundamentalmente información para la prevención, y mostrar de manera práctica que para aprender a defenderse en la vida cotidiana es necesario el entrenamiento constante en un sistema reconocido y enfocado a ese fin, que nos proporcione un elevado sentido moral de nuestros derechos y deberes, que cuide de nuestra salud y que vaya mas allá de las habilidades físicas o técnicas con la idea de derrotar a un agresor violento, desarrollando también actitudes para prevenir o manejar el conflicto.



Mi mujer llegó a tener un profundo conocimiento el arte (del Karate). Tenía un buen nivel y solía mediar entre disputas de borrachos. El éxito dependía enteramente de su poder de persuasión” Gichin Funakoshi sensei, “Karate-do Ichiro” , 1956

Antonio Avila

lunes, 11 de julio de 2016

KARATE Y MUJER


La práctica del Karate-dô entre las mujeres no es un fenómeno moderno. A pesar de mantenerse la tradicional posición de inferioridad social de la mujer con respecto al hombre en el Japón de principios del siglo XX, época de los inicios del Karate, muchos maestros se manifestaron a favor de que practicaran:

La práctica del Karate no discrimina entre hombres, mujeres, ancianos o niños. Fuertes o débiles, todos pueden practicar seleccionando las técnicas y “formas” apropiadas a su condición física”.
Maestro Chojun Miyagi , “Karate-do Gaisetsu”, 1936


            Se conoce algún caso de practicantes femeninas de alto nivel como Yonamine Chiru, que ya era una experimentada maestra cuando se casó con el maestro Sokon Matsumura (1800-1892). Otras mujeres, esposas de maestros, también aprendieron hasta cierto nivel. Funakoshi sensei (1868-1957) citaba:


Mi mujer llegó a tener un profundo conocimiento el arte (del Karate)” Tenía un buen nivel y solía mediar entre disputas de borrachos. “El éxito dependía enteramente de su poder de persuasión” (p.56/57 “Mi Camino” Ed. original publicada en 1955).

En los escritos del maestro Funakoshi encontramos referencias sobre algunos aspectos que frenaban la práctica del Karate por parte de las mujeres, al menos de forma multitudinaria.

La defensa personal para mujeres, de alguna forma da la impresión de dureza y masculinidad, y ello, desafortunadamente tiende a crear malentendidos entre el público en general, que piensa que la practica del karate puede llevar a  la mujer a la pérdida de su gracia natural, lo cual no es en absoluto cierto. Mente sana en cuerpo sano es un dicho aplicable no solo a los hombres , sino también a las mujeres. (p. 233 “Karate-do Kyohan” Ed. original publicada en 1935)


El entrenamiento es también una excelente forma de ejercicio saludable y puede contribuir al cultivo de la belleza física general de aquellas mujeres que son propensas a llevar una vida sedentaria.” (p. 234 Karate-dô Kyohan)

Afortunadamente hoy en día, el considerar la practica del Karate-dô como un factor de la pérdida de femineidad, es algo que se está superando, al constatar que la correcta practica, también en el hombre, debe refinar y no embrutecer tanto las actitudes como los comportamientos.

            La siguiente cita es fruto de la época:

Frecuentemente me han preguntado si una mujer que practique Karate lo hace para dominar a su marido después de casarse. Diría que es muy cierto lo contrario: una mujer que entrene Karate hará lo posible por obedecer a su marido, porque empieza y termina con cortesía. Una esposa seguidora del Karate-dô no soñaría con tratar de prevalecer sobre su marido. Sabemos muy bien que el Karate puede mejorar la apariencia física de las chicas y de las mujeres jóvenes, tanto es así que muchos padres traen a sus hijas para que se les enseñe el arte.” (…) (También para la salud) (…) (p.132 “Mi camino”, 1955)

         Sin comentarios.

Hasta mediados de los años 20 en Japón no empezaron a existir clases exclusivamente para mujeres. En los años 30 con el auge del militarismo, las clases de Karate y de defensa personal en general, se promocionaron en diferentes ámbitos como el educativo y el laboral, lo que no indicaba que aún así estuviese bien visto. En los años 50, tras la guerra, aún comentaba Funakoshi sensei:

Creo que hay muchas mas mujeres que practican Karate, lo que me parece que es bueno. Pero si las escolares que lo aprenden temen que se sepa públicamente, nosotros, los responsables de su difusión, debemos respetárselo y mantener de cara al exterior que el Karate es un arte que debe ser practicado solo por hombres. Sin embargo, aunque el público en general tienda a pensar mal de las mujeres que desean entrenar Karate, las propias mujeres encuentran este arte tan atractivo como los hombres (…)” (p. 131 “Mi camino”.)

Algunos maestros como Yasuhiro Konishi (1893-1983) o el mismo Kenwa Mabuni (1899-1952), fueron encargados de diseñar cursos para mujeres, y fruto de ellos fueron kata como Seiryu, Mioyo o Aoyagi, pensadas para mujeres. También el maestro Choki Motobu (1870-1944) participó en algunos de los cursos de ese periodo.


         La consideración general de la inferioridad física de la mujer ante el hombre, también ha sido un argumento esgrimido por ambos sexos para justificar la idea de que la práctica del Karate, y de cualquier otro sistema de lucha, es poco útil para la autodefensa de la mujer.           El maestro Funakoshi apunta:


El objetivo de las artes marciales ha sido siempre defenderse y no atacar a los demás, y en el caso de la defensa personal femenina, esto es especialmente cierto. Si la mujer, que es físicamente mas delicada que el hombre, intenta contestar al ataque de un rufián con fuerza física, es casi imposible para ella salir airosa. (...) a través del conocimiento de la defensa personal es posible escapar fácilmente del peligro; en cualquier caso, los principios de la defensa personal deberían siempre estar listos para su utilización en todo momento. La relativa debilidad de la mujer, al tratar de protegerse de un oponente mas fuerte, debe verse paliada por técnicas rápidas y especialmente precisas al atacar a puntos vitales. Para conseguir esto es necesario practicar regularmente; de otra forma, en el momento del peligro real puede dudar o ponerse nerviosa y aumentar el peligro en vez de evitarlo. Se debería comenzar por practicar las formas y las técnicas básicas y con el tiempo, conforme va aumentando el nivel de habilidad, entrenarse en el combate, tratando de imaginar las situaciones mas comunes con las que puede encontrarse la mujer, practicándolas con constancia, de forma que en el caso de una situación peligrosa pueda escapar sin perjuicio alguno. “ (p. 234 Karate-dô Kyohan)

“También está en hecho indiscutible de que una mujer con algún conocimiento del Karate puede defenderse contra un posible asaltante, incluso si se trata de un hombre fuerte.(…) Al contrario, todo el que domina verdaderamente el arte del Karate se cuida de no aventurarse en lugares peligrosos o situaciones en las que él o ella pudieran verse forzados a utilizarlo. De la misma forma que un hombre que entrena Karate no busca la pelea, una mujer tampoco se expondrá a situaciones en las que deba utilizar su destreza para dominar a un posible violador”. (p.132 “Mi camino”,)

El secreto está en el entrenamiento, en la adquisición de las cualidades necesarias tanto para defenderse como para evitar el conflicto. La falta de autoconfianza, de ser conscientes de que podemos defendernos, produce que ante una agresión de un hombre de mas tamaño y fuerza que nosotros, seamos hombres o mujeres, que nos grita y que decididamente viene hacia nosotros, nos haga pensar que no podremos hacer nada contra él.

 La practica continua genera confianza y determinación en nuestra acción; nos hace conscientes de nuestras limitaciones y debilidades, dándonos una oportunidad de superarlas o de compensarlas potenciando nuestras ventajas y fortalezas.


 



Antonio Avila