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lunes, 18 de diciembre de 2023

KARATE NI SENTE NASHI

 


    En Okinawa, en el parque Onoyama de la ciudad de Naha, a la entrada del santuario Oki no Gu, se encuentra el monumento en honor del maestro Gichin Funakoshi, fundador del Karate Shotokan. [1]


    Sobre las diversas estelas que componen el monumento podemos encontrar los listados de los donantes para su construcción y datos biográficos del maestro, pero en el medio de ellas destaca una caligrafía del maestro Zen, Sakiyama Sôgen [2] que reza: Karate Ni Sente Nashi 空手に先手なし y que suele traducirse como "en Karate no existe primer ataque"


    Este es el segundo de los “Veinte Preceptos” (Niji-kun 二十訓) establecidos por el maestro Funakoshi.

    Muchos maestros de Karate han concedido gran importancia a este precepto en relación a los fundamentos éticos que deben guiar a todo practicante y al carácter no agresivo del Karate, que lo diferencia las prácticas marciales que lo precedieron.

    En cuanto a su significado práctico hay un debate entre los que se inclinan por la “prohibición” estricta de pegar primero y que la primera acción sea de defensa, y los que no consideran como primer ataque el anticiparse al ataque del adversario.

Los primeros apoyan su argumento en el hecho de que los kata comiencen por un gesto defensivo, y que el Karate solo debe ser utilizado ante un peligro real hacia la integridad física, que de facto no puede demostrarse sin una evidente expresión física.

    Los segundos consideran que cuando el adversario ha decidido atacar, aunque la percepción del peligro real inminente sea muy subjetiva, ésta decisión puede ser considerada ya como el primer ataque, y una acción “preventiva” será siempre más rápida que una reacción.

    También habría que valorar que entendemos por un “ataque”. ¿Es simplemente el primer golpe o una acción más compleja cuyo fin es derrotarlo definitivamente? Un golpe que simplemente distraiga la atención del adversario y nos permita huir ¿es un primer ataque?

    Como no existe un Karate, sino muchos, la visión que cada uno de ellos ofrece al que habla sobre este precepto, hace que sus conclusiones puedan ser diferentes. Por ello encontramos opiniones a veces contradictorias entre los maestros fundadores. También el introducir el uso de armas tanto por el defensor como por el atacante o por ambos, da una perspectiva diferente a la cuestión. Si llevamos este precepto al terreno del Karate competitivo, nos encontraríamos que su aspecto ético no tendría sentido, pues las propias reglas de la competición descartan el atentar contra la integridad física de los competidores. A nivel técnico, aunque existan tácticas y estrategias encaminadas a la anticipación del ataque del adversario, sin un primer ataque o una actitud puramente defensiva de ambos combatientes no habría posibilidad de victoria, tal cual es el objetivo de la competición.

    En otras formas de practicar Karate, la ética que acompaña a la acción, va encaminada a detener el conflicto, incluso contemplando la posibilidad de huida. Maniobras como la protección de zonas vitales, bloqueos que limitan o inutilizan las extremidades que atacan, controles o desplazamientos que imposibiliten un segundo ataque, son entonces estrategias a tener en cuenta y que no pueden considerarse como un primer ataque. Tampoco lo pueden ser los realizados en situaciones de defensa contra varios adversarios cuando una vez iniciado el conflicto nos adelantamos al ataque de algunos de ellos.

    Cuando el Karate que practicamos nos hace ver el combate desde un punto de vista más marcial, en el sentido de enfrentarnos a adversarios en una batalla o en un duelo a muerte, la forma de derrotarlo no se atiene de nuevo a normas éticas y quizás el primer golpe sea el más importante. Lo cierto es que practicar cualquier tipo de lucha sin cuidar los fundamentos éticos, nos aleja de mejorar como personas y nos convierte en sujetos embrutecidos que encuentran en la violencia la solución a todos los problemas. “Karate ni sente nashi” es una máxima que nos invita a prevenir y no propiciar conflictos, evitando el mal uso del Karate al dejarnos llevar más por nuestro ego que por una verdadera necesidad de defensa.


Antonio Ávila


[1] Quién fue en su juventud discípulo del maestro Chojun Miyagi


[2] La organización Shotokai erigió un monumento dedicado a Gichin Funakoshi en Engaku-ji, un templo en Kamakura, el 1 de diciembre de 1968. También allí aparece el precepto Karate ni sente nashi

viernes, 3 de febrero de 2023

OSHIRO NOBUKO SENSEI, 9º DAN HANSHI

 


   En mi primer viaje a Okinawa allá por el 2003, regresaba una tarde de entrenar, y como solía hacer, me dirigí al restaurante “Sudaka” que regentaba nuestra entrañable amiga Tsuyaku Kinjo. Al llegar estaba enfrascada en una animada charla en la cocina con otra señora. Por no interrumpir, simplemente saludé y me senté en una mesa. Al poco, la otra señora atravesó el noren de la cocina y me sirvió cerveza. A la vez oí a Tsuyaku decir: “¡Antonio-san, debe ser usted un gran maestro!” Como casi siempre estábamos de broma, le pregunte que como se había dado cuenta tan tarde de ello. A lo que me contestó: “Le está sirviendo cerveza una gran maestra”. En seguida mi atención se centró en la menuda señora que con expresión amable sostenía la botella, y que de repente, en su porte, en su mirada y en sus evidentemente entrenados nudillos se me revelaba como una consumada practicante de Karate. Era ni más ni menos que Oshiro Nobuko Sensei, en aquel entonces 7º Dan.

De iz. a der. Oshiro sensei (7ºDan), Rodolfo, Yo, Higa sensei (10ºDan), y Nashiro sensei (7º Dan). Sentado Iha sensei (10ºDan). Rest. "Sudaka", Naha, Okinawa-2003.


    Nos ha llegado la noticia de que a sus 75 años es la primera mujer en Okinawa en conseguir el grado de Hanshi 9º Dan. Oshiro Sensei ha sido siempre pionera en los logros de la mujer dentro del Karate. Ella comenzó practicando danza tradicional de Ryukyu y se acercó al Karate Shorin Ryu para perfeccionar su técnica, tanto, que el Karate la cautivo, y en 1975, con 28 años, comenzó su entrenamiento con Yuchoku Higa sensei en su dôjô de Makishi. En ese tiempo era la única mujer que asistía a los entrenamientos. Tuvo que entrenar duro para llegar a ser respetada, logrando una gran técnica y potencia a pesar de no tener un gran físico. Incluso su trabajo sobre el makiwara sobresalía entre el de sus compañeros. En 1993 Higa Sensei la autoriza a abrir su propio dôjô, lo que demuestra lo bien valorada que estaba por su maestro. Este dôjô sería el primero en Okinawa dirigido por una mujer.

Oshiro sensei recibiendo instrucción de Higa Yuchoku sensei, fundador del Kyudokan Shorín Ryu.

    En aquel viaje coincidí con ella en varias ocasiones, pero fue en el 2008 cuando tuve el honor de ser invitado a su dôjô de Urasoe. Allí pudimos ver como de manera exigente impartía las clases de niños. Oshiro sensei cuida de que los conocimiento técnicos vayan acompañados de los valores del Karate y un correcto comportamiento tanto dentro como fuera del tatami. Su técnica y su espíritu dentro del tatami es impresionante.

Clase de niños en el dôjô de Oshiro sensei





Exterior del dôjô de Oshiro sensei. Clase de adultos.



Los makiwara de Oshiro sensei

    Siempre amable y de buen humor (a excepción de cuando entrenaba) junto a mi amigo Rodolfo Martiní disfrutamos especialmente en cierta ocasión en la que tras una competición en la que Oshiro Sensei participó como árbitro, nos invitó en un restaurante de sushi. Ella se quejaba de que los pantalones de arbitraje se le habían quedado algo estrechos y que debía recuperar su peso, y empezamos a bromear sobre el asunto. En este ambiente nos sirvieron el sushi. Oshiro Sensei nos previno del fuerte picor del wasabi por lo que fuimos comedidos al utilizarlo, pero no contábamos con el que las piezas de sushi ya traían incorporado. Las caras de Rodolfo y mía se transformaron intentando mantener la compostura, mientras Oshiro Sensei se retorcía de risa.

Con Oshiro sensei en el aeropuerto de Naha. 2008


    Oshiro sensei lucha porque la mujer tenga su lugar en el Karate promoviendo actividades para alumnas de todos los estilos, y por que las suyas lleguen a un gran nivel de excelencia y puedan tener sus propios dojo. (También tuvimos la suerte de visitar un pequeño dojo de una de ellas, Chieko Sensei cerca de Kokusai Dori) En el 2012 creó su propia escuela, la Shorin Ryu Taishinkan de la cual es su Directora Técnica.


Visitando el dôjô de Chieko sensei



    Oshiro Nobuko Sensei es una gran referente no solo para las mujeres karatekas sino para todo el Karate de Okinawa, y me ha alegrado sobremanera el saber que ha recibido tan alta distinción.



Omedeto gozaimasu, Sensei.



Antonio Ávila





































































viernes, 25 de septiembre de 2020

NAKASHIMA NU UFUISHI

 


             En el barrio de Izumisaki, junto a la terminal de autobuses de Naha, encontramos un conglomerado calizo a modo de una gran piedra, que testifica que la zona estuvo antes ocupada por el mar. De hecho formaba parte del distrito de Nakashima (仲 島 “isla de en medio”), establecido en 1672, y que ocupaba una pequeña isla que poco a poco se unió a tierra firme, quedando separada solo por un canal.

Isla Nakashima. Detalle de estampa de Hokusai (1832). Están representadas las grandes piedras.

               Las conocidas como “Piedras Grandes de Nakashima” (" 仲 島 大石 Nakashima nu ufuishi), de las que esta es un ejemplo, llamaron siempre la atención de los chinos que se asentaron en Kumemura, dándoles gran importancia desde el punto de vista del Feng Shui, considerándolas como las “perlas del Dragón”. Los descendientes de estas familias chinas han mantenido la veneración por esta roca y hoy en día está declarada como Bien Cultural de la Prefectura.




               Podemos ver que actualmente la roca está marcada por la simbología shintô, con la instalación de un pequeño santuario (祠 - hokora) y rodeada por una cuerda ritual (標縄 – shimenawa) que la identifica como una iwakura (磐 座) o roca donde se alberga un kami (神), por tanto tiene la categoría de sagrada.
Hokora
Shimenawa
           Como suele ocurrir en Okinawa, al mismo tiempo este enclave shintô no borra por entero las creencias autóctonas, ya que se mantienen presentes en los shîshâ (シーサー – perros-león) y en determinados elementos del altar.




Antonio Ávila

domingo, 6 de septiembre de 2020

VISITA AL SANTUARIO DE NAMINOUE, NAHA (OKINAWA)



Para finalizar esta serie de artículos en torno al santuario de Naminoue, haremos un recorrido para conocerlo y apreciar los diferentes componentes de un santuario shintô.

En el barrio de Wakasa en Naha, avanzando por Naminoue-dori nos encontramos con el ichi no torii (el primer torii-一の鳥居) que indica la entrada al área sagrada al santuario (jinja  神社) de Naminoue.



El torii ( ) es una puerta a lo espiritual. Al atravesarlo dejamos atrás el mundo profano y este gesto se convierte en una simbólica intención de purificar el alma, lo que reconoceremos con un pequeño saludo antes de entrar.

         Su simple estructura consistente en dos columnas verticales (hashira, ) que sostienen a dos travesaños (kasagi , el superior y nuki el inferior) es ya conocida en todo el mundo (incluso tiene su emoji en WhatsApp). Su curiosa resistencia a todo tipo de catástrofes, lo ha convertido también en un símbolo de resiliencia ante cualquier adversidad.
El santuario tras la guerra, en 1948
Tras pasar el ichi no torii comenzamos a recorrer el camino de acceso al santuario, el sandô ( ). En este caso dividido en un carril asfaltado para coches y otro empedrado.

Ambos accesos están flanqueados por linternas de piedra o de madera (tôrô - 灯籠), adquiridas para el santuario por individuos, familias o empresas cuyos nombres figuran en las mismas.


Lo santuarios shintô, cuando es posible, suelen estar rodeados de una zona boscosa, el chinju no mori (bosque divino - 鎮守の森), aquí está representado con pequeñas áreas de vegetación que envuelven al menos el lateral izquierdo del camino.


















Antes del ni no torii (二之鳥居), o segundo torii, encontramos una pequeña área de aparcamiento y un edificio multiusos.

         Al atravesar este segundo torii, la sensación de sacralidad aumenta, sobre todo si tenemos la suerte de poder visitar el santuario a solas. Cuando hay mucha gente (turistas) o hay una celebración especial como Año Nuevo, el ambiente cambia por completo. 




A la izquierda encontramos el chōzuya o temizuya (手水舎), el pequeño puesto donde realizar el temizu (手水) o ablución de manos y boca, ceremonia imprescindible como preparación al culto y que hace que el fiel se libere del mal y la contaminación, volviendo a ser puro.





Tomaremos agua con un cazo (hishaku -柄杓), de la pila de agua corriente o de alguna de las tres fuentes en forma de dragón que hay a la izquierda, y la verteremos sobre la mano izquierda, y luego sobre la derecha para purificarlas. Después recogiendo agua del cazo con la mano izquierda, enjuagaremos la boca. Volveremos a lavar la mano izquierda y para terminar elevaremos el hishaku para que el agua restante purifique el mango.


También en el lado izquierdo se erige una estatua del emperador Meiji con su uniforme militar al estilo prusiano, recordando la época de construcción del santuario shintô y de paso la “japonización” de Okinawa y el culto al emperador.




En el mismo lado un poco más adelante dos pequeños santuarios: El Ukushima Jinja dedicado a los kami del lugar (Ukishima es la antigua denominación de la zona de Naminoue), y el Yomochi Jinja, dedicado a Noguni Sokan, el introductor de la caña de azúcar y las patatas en Okinawa.


Frente al ni no torii se ubica el edificio principal del santuario, el haiden (拝殿), la sala de culto, flaqueada por los protectores komainu (perros-león 狛犬) que como no podría ser de otra forma aquí son los tradicionales shîshâ (シーサー) de Okinawa.


Este no es el único elemento que nos recuerda que estamos en el antiguo reino de Ryukyu, pues también lo hace el estilo arquitectónico con sus tejados de tejas anaranjadas rematados con otros sendos shisha, y los dragones dorados de influencia china, muy importantes en la religión autóctona y que se colocan, como en este caso, en las entradas para alejar a los malos espíritus.


Por lo demás mantiene los mismos elementos que cualquier otro santuario shintô, como el cartel con el nombre del santuario, o la cuerda shimenawa (標縄 – “cuerda enrollada”) con las características  tiras de papel en zig-zag o shide (紙垂). Esta cuerda de paja delimita un recinto sagrado y puro, y ya la pudimos ver sobre el ichi no torii


Frente al haiden podemos realizar un sencillo ritual. Arrojamos unas monedas en el cajón para donativos (saisen -賽銭), realizamos dos reverencias, seguidas de dos palmadas,  los creyentes pueden realizar ahora una pequeña plegaria, y se finaliza con una profunda reverencia. En otros santuarios hay una cuerda que hace sonar un gran cascabel (suzu,  ) a modo de llamada  a los kami después del donativo, pero aquí no existe.

         Al haiden solo se puede acceder para ceremonias más elaboradas (como una boda) y antes se debe recibir por parte de un sacerdote (shinshoku, 神職) un ritual para ahuyentar los a los malos espíritus consistente en pasar por encima de la cabeza el haraigushi 祓串, un palo con tiras de papel). Su interior presenta bellos contrastes de los colores bermellón y blanco.

Tras el haiden se encuentra otro edificio más inaccesible, el salón principal o honden (本殿), considerado como el espacio más sagrado, y donde se celebran las más importantes ceremonias, siendo el hogar de los kami del santuario.
         Curiosamente es el edificio del santuario más visible desde el mar. Construido en el antiguo estilo taisha-zukuri (  ) que imita a las casas japonesas, podemos ver en su tejado los elementos característicos como el katsuogi (鰹木 – fila decorativa de vigas cilíndricas) y el chigi (千木 - o vigas de madera cruzadas a ambos extremos del tejado). Que el remate de los chigi este cortado verticalmente (estilo sotosogi)  y que el número de katsuogi sea impar (siete en total), indican que la deidad principal del santuario es masculina.



A la derecha del haiden se ubica el shamusho (社務所), u oficina donde suelen estar los sacerdotes y las asistentes (miko -巫女), y donde se gestionan las ceremonias como bodas, oraciones por la familia o el negocio, protección contra espíritus malignos o los accidentes de tráfico, agradecer el nacimiento de un niño (Omiyamairi -お宮参り), etc.  



Boda en Naminoue
Rito de hakamagi (袴着) la primera hakama






También se atiende a los visitantes y tiene un puesto donde se venden diferentes amuletos como omamori (お守り), shinsatsu ( ) y mamorifuda ( ). También las tablillas ema (絵馬) para escribir oraciones o deseos, y los omikuji (お神籤) o tiras de papel donde se desvela nuestra fortuna. Si es buena nos quedaremos con el papel y si es mala la ataremos en el lugar preparado para ello.
Ema
Omikuji















Todos estos objetos no son meros recuerdos de nuestro paso por el santuario, sino que tienen un gran significado para los creyentes. En japonés se utiliza el verbo “recibir” (ukeru- 受ける) en ve de “comprar” (kau - 買う) cuando se adquieren estos objetos.

El Santuario Naminoue tiene fama de un gran poder espiritual, protector de la paz, la salud, la seguridad y la prosperidad, además de ayudar a encontrar pareja.

         Al margen de las ceremonias que se celebran durante todo el año, dos son los grandes acontecimientos. El Año Nuevo donde miles de personas acuden para orar por un buen año, y el Festival Nanmin ( ) a mediados de Mayo, en el que parte del santuario en procesión un palanquín  con un santuario portátil (mikoshi, 輿) y se celebran ritos religiosos en los que también participan noro (祝女), sacerdotisas de la religión original de Okinawa.

También  se  organizan multitud de actividades paralelas como demostraciones de Karate (空手), danzas tradicional eisâ (エイサー), shishimai (獅子舞) la danza del león, tsunahiki (綱挽), competiciones de tirar de soga y  de sumo de Okinawa (沖縄角力). Además se hace bukubuku-cha福々茶), un típico té espumoso de la isla.

Shishimai
Antonio Ávila

viernes, 4 de septiembre de 2020

EL SANTUARIO DE NAMINOUE: SU HISTORIA RECIENTE



En 1868 el nuevo gobierno Meiji, establece el sistema de ordenación del territorio por ken  (), antecedente de las actuales prefecturas, (Okinawa es prefectura en 1879) y el reino de Ryûkyû fue abolido unilateralmente.

         A pesar de la invasión de 1609 y el control encubierto que el clan Shimazu de Satsuma ejercía sobre este reino, seguía siendo  considerado como un país extranjero y como tal se volvió a ocupar. El entonces rey Sho Tai con su corte es exilado a Tokyo en 1972 siendo nombrado marqués, al nuevo estilo europeo.
Sho-Tai. Último rey de Ryûkyû
El siguiente paso para la unificación del territorio fue establecer una serie de programas dirigidos a “hacer japoneses” a los nuevos ciudadanos, que hasta entonces mantenían su propia cultura, lengua y religión.


        Políticamente, además del exilio del rey, se desalojó su residencia en Shuri y la capital de la nueva prefectura de Okinawa se trasladó a Naha.
         Para los interesados en la historia del Karate, este proceso es de gran importancia, porque supuso que las artes marciales de Shuri se empezaran a transmitir fuera del ámbito de la corte y del ejército, sobre todo tras la muerte en 1901 del exilado último rey de Ryûkyû.
         En cuanto al programa de asimilación religiosa, que es el que ahora nos interesa, se impuso la “Religión sintoísta Nacional” (Kokka Shintô - 国家神道) en la que el Emperador de Japón era un dios viviente digno de ser adorado, y llegado el caso, morir por él.
Meiji Tennô
        La religión nativa se prohibió y se persiguió a sus sacerdotisas (yuta y noro), se erigieron puertas sintoístas (toori -鳥居), por todo el territorio, incluso en pequeñas isla desiertas, marcando el territorio como posesión de los kami () japoneses.  Muchos de los lugares del culto tradicional de las islas o utaki ( ) fueron destruidos o sustituidos por santuarios shintô (jinja - 神社) al más puro estilo japonés, como fue el caso de Naminoue-gû, y se intentó la asimilación de deidades nativas al panteón shintôista.
         Estas prácticas se mantuvieron en el tiempo intensificándose en los años previos a la II Guerra Mundial. Posteriormente este proceso de “shintoización” se ha mantenido aunque de manera más suave, debido a que el pueblo de Okinawa a pesar de todo ha protegido sus creencias haciendo ofrendas en lugares sagrados, negándose a realizar en sus casas ritos shintô, y manteniendo sus sacerdotisas noro para los oficios y las yuta para todo tipo de consultas.

          En la actualidad se respetan los utaki aunque colocándoles algún elemento shintô como un torii. Se permiten las ofrendas con el tradicional incienso negro (senko) y la presencia de noro en los templos shintô que fueron anteriormente utaki, además de otras concesiones.

         Las autoridades permitén que una noro se pueda convertir en sacerdotisa shintô (kannushi -神主) o construir un jinja sobre su utaki pero al parecer estos casos nunca se han dado.

         Incluso algunas familias japonesas que se instalan en las islas de Okinawa, no tienen ningún problema en aceptar las antiguas creencias de Ryûkyû.
         En Okinawa no hay más de diez templos shintô reconocidos por la Asociación de Santuarios Shintô (Jinja-honchô - 神社本庁). Entre ellos este de Naminoue-gû en Naha.

           El santuario de Naminoue, ya estaba incluido entre los principales “Ocho Santuarios de Ryûkyû” (Ryûkyû hassha o Ryûkyû yasa-琉球 ) patrocinados por la familia real. Cada uno de ellos fue asociado a un templo budista (en el caso de Naminoue al Gokoku-ji), repartiéndose las competencias ceremoniales. Las relacionadas con la vida se ofician en el santuario shintô y las relacionadas con la muerte en el budista.
El antiguo templo Gokoku-ji
Cuando Ryûkyû se convirtió en prefectura en 1879,  los santuarios perdieron su financiación, entre otras cosas por la poca afluencia de fieles, pero el de Naminoue fue el único que se clasificó en 1890 como  Kanpei-Shosha ( 官幣小社 ) o santuario de tercera categoría dentro de las tres en que categorizan los santuarios apoyados y financiados por el gobierno en relación a su grado de asociación a la familia imperial. Se le designa como el “Santuario para la protección de la tranquilidad de toda Okinawa” (沖縄総鎮守社, Okinawa sōchinshu sha ).

      Como dato curioso, podemos decir que era en este santuario donde se hizo habitual que acudieran las mujeres durante la Guerra Sino-Japonesa (1894-5) y la Guerra Ruso-Japonesa (1904-5), para pedir a los dioses que sus hijos no fueran considerados aptos para el servicio militar en el Imperio Japonés.

        La relación del santuario con la casa imperial se remontó a Minamoto no Tametomo (源為朝 – 1139-1170), cuya familia fue fundada por el emperador Seiwa (清和天皇 – 850-880). La creencia es que este personaje huyendo de la rebelión Hôgen llegó a las islas, fundando el reino de Chûzan del que su hijo Shunten (舜天 , 1166–1237) sería el primer rey. Fue un intento de demostrar que la casa real de Ryûkyû era finalmente una rama de la casa imperial de Japón.

         En 1924, el gobierno imperial japonés declaró oficialmente a Naminoue centro de los asuntos religiosos en Okinawa. Desde entonces fueron objeto de veneración en el santuario los símbolos de Tametomo, Shunten y los reyes Sho En (尚円, 1470 – 1476, fundador de la segunda dinastía Sho), Sho Nei (尚寧, 1587 – 1620, quién sufrió la invasión Shimazu) y Sho Tai (尚泰, 1843-1901, quién fue último rey de Ryû-Kyû).

Naminoue-gu en 1925

El santuario fue remodelado en 1923 para adaptarlo mejor a los estilos arquitectónicos de un santuario sintoísta japonés. Fue destruido en el año 1945 durante la batalla de Okinawa, donde también se destruyó una famosa campana fundida en Corea en el 956, que fue nombrada como Tesoro Nacional en 1907.




Naminoue tras la guerra


La primera reconstrucción del honden (sala principal) y la oficina del santuario finalizó en 1953, y la del haiden (sala de culto) en 1961. La reconstrucción del resto de edificios y pequeños santuarios lo hizo en 1993.




Naminoue en 1963
Antonio Ávila